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La esperanza de vida se va desacelerando por esta razón científica

Los especialistas aseguran que hay un envejecimiento biológico que es imposible de frenar, pero que hay que trabajar en los factores de riesgo de las personas.

La esperanza de vida mundial se duplicó en el siglo XX gracias a los avances médicos y la calidad de vida de las personas. Es cierto que este crecimiento se vio favorecido por mejoras en la nutrición, prevención y tratamiento de enfermedades y el acceso a servicios de salud de calidad.

Sin embargo, la Universidad de Illinois Chicago (UIC) publicó un estudio en la revista Nature Aging en el que advierte que, pese a los avances en materia de salud y medicina, desde 1990, el aumento de la esperanza de vida en las poblaciones más longevas fue de solo seis años y medio.

Claro que este dato rompe con las expectativas de científicos que creían que la longevidad aumentara hasta el punto de que las personas vivan hasta los 100 años. Todo lo contrario, los hallazgos sugieren que la humanidad se está acercando a un límite biológico de la vida.

Para S. Jay Olshansky, autor del estudio y miembro de la Escuela de Salud Pública de la UIC, gracias a la lucha contra enfermedades se logró mayores aumentos en longevidad. Pero claro está que hay un envejecimiento biológico que se convierte hoy en la principal barrera para mejorar la longevidad.

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Por ello, se plantea la necesidad de centrar esfuerzos en retrasar los efectos del envejecimiento y no solo combatir enfermedades. “Ahora debemos centrarnos en los esfuerzos para retrasar el envejecimiento y prolongar la esperanza de vida”, sostuvo el especialista.

¿Qué es la gerociencia?

La gerociencia se perfila como clave para abordar los efectos del envejecimiento y mejorar la salud de los mayores.

Según los investigadores, centrarse en retrasar los procesos de envejecimiento podría obtener beneficios más significativos para la población. Para los estudiosos del tema es fundamental trabajar en la reducción de factores de riesgo como el estilo de vida sedentario, la mala alimentación y otros hábitos perjudiciales, así como en la eliminación de disparidades socioeconómicas que afectan la salud y longevidad.

Si se implementan políticas de salud pública que se orienten a la prevención y fomento de hábitos de vida saludables no solo se puede vivir más tiempo, sino que se puede vivir con salud y calidad de vida.

“Podemos traspasar este techo de cristal de la salud y la longevidad con la gerociencia y los esfuerzos por ralentizar los efectos del envejecimiento”, sostuvo Olshansky.

Estos son los 4 hábitos para vivir más de 100 años

Una revisión reciente de la Universidad de Sidney incluyó 34 estudios publicados desde el 2000 y descubrieron que hay cuatro factores que contribuyen a la longevidad extrema.

En primer lugar, sostienen que una dieta variada con un consumo controlado de sal favorece al envejecimiento saludable. Según indica ScienceAlert, los centenarios o casi centenarios (95 a 99 años) tenían una dieta equilibrada y variada, en promedio, consumían entre el 57 y el 65 por ciento de su ingesta energética a partir de carbohidratos, entre el 12 y el 32 por ciento de proteínas y entre el 27 y el 31 por ciento de grasas.

En segundo lugar, consumen menos medicamentos. Pese a que los centenarios no están libres de enfermedades crónicas, suelen desarrollarlas mucho más tarde que los adultos promedio. Más de la mitad de las personas de este estudio experimentaron problemas comunes como hipertensión (presión arterial alta), demencia o deterioro cognitivo.

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En tercer lugar, dormir bien. Según el estudio, la calidad y la cantidad del sueño afectan al sistema inmunológico, las hormonas del estrés y las funciones cardiometabólicas, como la obesidad, la hipertensión y la diabetes. Dormir bien está asociado con años más de buena salud y menores riesgos de enfermedades crónicas.

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Y, por último, un entorno vital. Más del 75 por ciento de los centenarios y casi centenarios que participaron en el estudio vivían en zonas rurales. Esto puede estar relacionado en parte con la conexión entre la naturaleza, la salud y el bienestar. Por ejemplo, la exposición a espacios verdes se ha asociado con un menor estrés, depresión, presión arterial, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas, lo que podría aumentar la esperanza de vida.

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