Pekín lanzó duras críticas a EE.UU, y Xi Jinping rompe el silencio con un llamado a Europa. La guerra comercial entra en una fase decisiva.
La tensión entre Estados Unidos y China escaló nuevamente este viernes, luego de que Pekín anunciara un drástico aumento en sus aranceles sobre productos estadounidenses, que pasarán al 125%. La medida será efectiva a partir del sábado y representa una respuesta directa a la reciente decisión de la Casa Blanca de llevar sus impuestos al 145%.
En un comunicado emitido por la Comisión Arancelaria del Consejo de Estado, el gobierno chino criticó con dureza la postura estadounidense. Según argumentaron, los aranceles impuestos por Washington contradicen las reglas del comercio internacional, así como los principios básicos de la economía. A juicio de Pekín, se trata de una política sin sentido práctico, que terminará siendo vista como un error histórico.
Este nuevo golpe en el intercambio bilateral ocurre en un contexto de creciente incertidumbre global. Las represalias chinas no se limitaron a los aranceles: también se suspendieron importaciones de sorgo, carne de ave y subproductos de origen animal provenientes de algunas empresas norteamericanas. Asimismo, se fortalecieron los controles sobre la exportación de minerales estratégicos y se impusieron restricciones a varias firmas de EE.UU., especialmente aquellas relacionadas con productos de doble uso civil y militar.
La postura de Xi Jinping y el llamado a Europa
El presidente chino, Xi Jinping, intervino por primera vez desde el inicio de esta nueva ofensiva económica liderada por Donald Trump. Desde Pekín, y en el marco de su encuentro con el mandatario español Pedro Sánchez, Xi hizo un llamado a la Unión Europea para actuar en conjunto frente a lo que definió como “actos unilaterales de intimidación”.
Durante la reunión bilateral, Xi remarcó que China y Europa comparten la responsabilidad de defender un sistema económico global abierto y equilibrado. “Es indispensable proteger en conjunto la globalización económica y resistir todo tipo de hostigamiento”, declaró, en un claro mensaje dirigido a Washington. Para el líder chino, una alianza entre su país y la UE no solo beneficiaría a ambas partes, sino que también contribuiría a preservar la justicia en las relaciones internacionales.
Estas declaraciones marcan un giro en el tono diplomático de China, que hasta ahora se había mostrado más cauto ante las medidas norteamericanas. La intervención de Xi refuerza la idea de que Pekín está decidido a sostener su posición, incluso si eso implica un conflicto prolongado con consecuencias impredecibles.
Nuevas acciones ante la OMC y preocupación global
El Ministerio de Comercio de China confirmó que se presentará una nueva demanda ante la Organización Mundial del Comercio, con el objetivo de denunciar las prácticas arancelarias impulsadas por Estados Unidos. Se trata de un intento por llevar el conflicto al terreno institucional y sumar presión internacional sobre la administración Trump.
Frente a este escenario, organismos multilaterales expresaron su preocupación. Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC, advirtió esta semana que el enfrentamiento de aranceles entre ambas potencias podría tener un impacto devastador sobre la economía del mundo. La magnitud de sus intercambios comerciales, sumada a su peso en el sistema financiero internacional, hace temer una desaceleración prolongada con efectos negativos en múltiples regiones del mundo.
La guerra comercial, que lleva ya varios años con altibajos, parece haber entrado en una fase más áspera. Con medidas que afectan no solo al comercio sino también a la tecnología, las inversiones y los marcos regulatorios, el conflicto entre China y Estados Unidos amenaza con redibujar las reglas del juego económico internacional. El tiempo dirá si se trata de una puja pasajera o del comienzo de un nuevo orden mundial.
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