La mujer cuenta que se levanta todos los días después de las 11 del mediodía, y que habitualmente puede hacer actividades deportivas.
El inexorable paso de los años deja huellas en el organismo, pero ciertos estilos de vida funcionan como escudos contra el desgaste prematuro. El caso de María Carla Rivano, conocida como Mariuccia, es quizás uno de los mejores ejemplos posibles.
Es que a sus 98 años, y con ilusiones de llegar a festejar el centenario, esta italiana residente en Roma desafía convenciones con una rutina meticulosa que combina una nutritiva dieta, actividad física y estimulación mental.
Su historia fue difundida por el Corriere della Sera, y revela claves para entender la longevidad activa de esta mujer, que cerca de los 100 años se comporta como una joven más.
Lejos de las prisas matutinas, Mariuccia inicia su jornada cerca de las 11 del mediodía con un brebaje energético: medio litro de agua enriquecida con suplementos de magnesio y potasio. Esta mezcla, según explica, fortalece su sistema óseo y regula su presión arterial. Mientras lo consume, dedica tiempo a informarse: “Mantener la mente ocupada es esencial”, afirma. Su día avanza entre lecturas y noticieros, evitando la inactividad intelectual. La crítica a la comida moderna surge al mediodía: “Los sabores han perdido autenticidad; todo es industrializado”, lamenta. Por eso, cultiva sus propias frutas y verduras, garantizando frescura desde la tierra hasta su mesa.
Aunque su paladar rechaza los productos congelados, su dieta no se reduce a restricciones. El menú diario incluye ensaladas preparadas por su esposo —treinta años más joven—, quien asume roles domésticos con naturalidad. El plato estrella son zanahorias gratinadas con tomate y apio, acompañadas de pan tostado, mozzarella de búfalo y aceitunas. “Mis dientes ya no son los de antes, pero disfruto cada bocado”, bromea. Las cenas priorizan vegetales cocidos, aunque no renuncia a una ocasional porción de carne: “Hoy precisamente cenaré eso”, confiesa. Esta flexibilidad, combinada con ingredientes orgánicos, sustenta su filosofía alimentaria: equilibrio sin sacrificar el placer.
El deporte como legado: una pasión que se mantiene a lo largo de los años
La actividad física ha sido un pilar desde su juventud. Aprendió a nadar durante el régimen de Mussolini, y con los años sumó tenis, golf y windsurf —este último reservado para veranos en Cerdeña—. “La vela cada vez exige más esfuerzo, pero no pienso abandonarla”, comenta. Solo interrumpió su rutina durante los embarazos, demostrando que la maternidad no limitó su vitalidad. Su aversión a las tareas domésticas la llevó a delegar responsabilidades: “Mi marido se levanta antes y prepara desayunos con kiwi, zumo de naranja y té de hinojo. Así garantizamos una digestión óptima”, detalla.
La dinámica conyugal desafía estereotipos. Mientras él, ingeniero eléctrico, gestiona las mañanas, ella enfoca su energía en el autocuidado. Esta distribución refleja un entendimiento mutuo: “Nuestros horarios son distintos, pero nos complementamos”, explica. La ausencia de hijos en el hogar actual permite una rutina centrada en bienestar personal, sin presiones externas.
Mariuccia atribuye su longevidad a la constancia. “Nunca abandoné el deporte ni descuidé mi alimentación”, resume. Sin embargo, reconoce que la rigidez no es la clave: permitirse caprichos gastronómicos y adaptarse a los cambios físicos son igualmente cruciales. Su historia no solo inspira por su edad, sino por su enfoque desprejuiciado: envejecer no implica renunciar a la vitalidad, sino reinventar las formas de disfrutarla. Con 98 años a cuestas, su próximo viaje a Cerdeña prueba que los límites los define uno mismo.
Te puede interesar...
Lo más leído
Leé más
Los astronautas varados en el espacio hace 9 meses vuelven a la Tierra
Noticias relacionadas
Dejá tu comentario