Video: la Basílica de Santa María la Mayor, la última morada del papa Francisco
A diferencia de sus sucesores, el pontífice argentino eligió este templo mariano como símbolo de humildad y profunda devoción.
Ubicada en la colina del Esquilino, en Roma, la Basílica de Santa María la Mayor es uno de los templos más antiguos y emblemáticos del cristianismo. Fue el elegido por el papa Francisco para su descanso eterno.
Conocida también como Santa Maria Maggiore, es una de las cuatro basílicas papales y la principal dedicada a la Virgen María. Su historia, arquitectura y espiritualidad la convierten en un lugar de devoción y patrimonio universal.
LMNeuquén recorrió la basílica, donde ya trabajan en el lugar donde descansarán los restos del pontífice argentino.
Una leyenda nevada y una devoción mariana
Según la tradición, en el año 358 d.C., la Virgen María se apareció en sueños al papa Liberio y a un patricio romano llamado Juan, indicando que construyeran una iglesia en el lugar donde encontrarían nieve al día siguiente. Milagrosamente, el 5 de agosto, en pleno verano romano, una nevada cubrió la colina del Esquilino. Este suceso, conocido como el Milagro de la Nieve, dio origen a la construcción de la primera basílica.
La festividad se recuerda cada año con una emotiva ceremonia que incluye una “lluvia” de pétalos blancos dentro de la basílica, simbolizando aquel fenómeno prodigioso. La iglesia que hoy se erige fue iniciada en el siglo V por el papa Sixto III, tras el Concilio de Éfeso que proclamó a María como Madre de Dios.
Un tesoro de arte y espiritualidad
A lo largo de los siglos, Santa María la Mayor ha sido ampliada y restaurada por diversos pontífices, adoptando una mezcla única de estilos arquitectónicos que van del paleocristiano al barroco. Entre sus joyas más preciadas se encuentran los mosaicos del siglo V, el techo artesonado dorado (según la tradición, con el primer oro llegado de América), y la majestuosa Capilla Paulina.
La basílica alberga también la venerada imagen de la Salus Populi Romani, un ícono bizantino de la Virgen María que ha sido históricamente invocado por el pueblo romano en tiempos de dificultad. El papa Francisco mantiene una relación especial con esta imagen, ante la cual reza antes y después de cada viaje apostólico.
En su interior, también se conservan reliquias de gran valor simbólico, como supuestos fragmentos del pesebre donde nació Jesús, resguardados en la cripta conocida como la “Gruta de la Natividad”.
El deseo del Papa: su última morada
La Basílica de Santa María la Mayor ha cobrado recientemente especial atención por una decisión personal del papa Francisco: expresó su voluntad de ser sepultado allí. Rompiendo con la tradición de descansar en la Basílica de San Pedro, el pontífice argentino eligió este templo mariano como símbolo de humildad y profunda devoción.
“Es una decisión coherente con su pontificado”, señalaron analistas vaticanos. Desde su elección en 2013, Francisco ha visitado regularmente la basílica, reforzando el lazo espiritual con la Madre de Dios y poniendo en valor la dimensión pastoral de este lugar.
Un legado de fe para el mundo
Más allá de su arquitectura y reliquias, Santa María la Mayor representa una expresión viva de la fe mariana, el arte cristiano y el compromiso pastoral de la Iglesia. Recibe miles de peregrinos al año y se mantiene como centro activo de liturgia, oración y reflexión.
El legado que encarna la basílica se proyecta ahora al futuro, con la decisión del Papa de convertirla también en símbolo de su último acto de entrega. La tumba que algún día lo reciba, como pidió, será sencilla. Pero el gesto de Francisco volverá aún más significativo este espacio sagrado, donde arte, historia y fe convergen para siempre.
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