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La Mañana inseguridad

De aguantaderos, ventanas rotas e inseguridad

El abandono del salón donde funcionó el CIRSE, demuestra una teoría criminológica sobre el avance de la delincuencia. Es vital poner un freno a la inseguridad.

La situación que atraviesan los vecinos del centro de Neuquén capital es un ejemplo claro de la teoría criminológica de las ventanas rotas. Un salón abandonado, que alguna vez perteneció al Círculo de Suboficiales del Ejército (CIRSE), devenido en refugio para personas en situación de calle y aguantadero para la delincuencia.

Los hechos recientes refuerzan la preocupación de los vecinos de que es un foco de inseguridad: robos, consumo de alcohol y drogas en plena vía pública y una sensación creciente de abandono y peligro en plena Avenida Argentina, la artería más importante de la Ciudad.

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Ventanas rotas e inseguridad

Expliquemos un poco. La teoría de las ventanas rotas, formulada por James Q. Wilson y George L. Kelling, sostiene que el desorden y la falta de control en un entorno generan un efecto multiplicador en la delincuencia. Si una ventana rota no se repara, el mensaje es que nadie se preocupa, lo que incentiva nuevas conductas antisociales.

En el caso del salón que pertenecía al CIRSE, la dejadez del predio lo convirtió en un aguantadero, donde la ausencia de intervención rápida facilitó que personas sin hogar lo usaran como refugio y que, según denuncias, delincuentes lo convirtieran en un aguantadero.

El caso del joven que sufrió un robo y rastreó a sus agresores hasta ese sitio es el punto de quiebre. Los vecinos, cansados de vivir con miedo, exigen soluciones concretas.

Afortunadamente, el municipio y la Policía han tomado nota de la situación y se han comprometido a intensificar la vigilancia e incluso a evaluar medidas drásticas como el desalojo o la demolición del lugar.

Pero más allá de la respuesta inmediata, este caso debería abrir el debate sobre cómo prevenir que espacios abandonados se transformen en zonas de riesgo como ya ocurrió con otros edificios cuyas obras están paralizadas.

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Hay que tomar medidas de fondo

La intervención temprana es clave: si el predio hubiese sido asegurado en su momento, si se hubieran tomado medidas para evitar que se convirtiera en un aguantadero, la situación sería otra. Lo ocurrido en la zona del alto neuquino es una alerta sobre lo que sucede cuando el abandono de un espacio público o privado se traduce en la degradación del entorno y, con ello, en aumento del delito.

Los vecinos no pueden seguir siendo rehenes de esa situación. La solución no solo pasa por más policía o desalojos, sino por políticas urbanas que eviten la proliferación de estos espacios degradados. Las ventanas rotas de Neuquén no se reparan solas: requieren decisión política y acción rápida antes de que la problemática escale.

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