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Diagonal 66, el boliche que marcó a Neuquén: recuerdos y anécdotas de una época dorada

En febrero de 1995 abrió sus puertas una de las disco que marcó a fuego a toda una generación de neuquinos. Ex trabajadores rememoraron esos cinco años a través de relatos tan insólitos como delirantes.

La noche neuquina tuvo una vida agitada en la década de los ’90 que marcó a fuego una generación de nacidos y criados en esta ciudad, además de los nuevos pobladores, foráneos, que desembarcaban a esta parte de la Patagonia buscando una mejor vida laboral o bien para probar suerte. En esa época, el boliche era el reductos preferido para olvidarse de todo, liberarse y lanzarse a la diversión: en pocas palabras, a la joda. Cada fin de semana la convocatoria era tan grande, que algunos cerraban sus puertas a las 6 de la madrugada.

La Colina, Old Blip, Vogue, Elefante, Afterglow, Vogue (luego se llamaría La Rosa), Las Palmas, Houston Discoteque, entre otros, eran los espacios escogidos por la gente en donde los rangos, según el lugar, eran bastantes disímiles. Entre esos esparcimientos hubo uno que vivió un período dorado y que se distinguió sobre el resto: Diagonal 66, ubicado sobre diagonal 25 de Mayo 66.

Ernesto Polo Paolinelli y el Negro Coli Eberhardt (conocido en el ámbito desde la década del ’80 cuando tenía su bar sobre calle Irigoyen casi Juan B. Justo) fueron los encargados de proporcionar el puntapié inicial y abrir las puertas del boliche en 1995. Fabián Pérez Dolci funcionó como mano derecha de Polo y fue quien se encargó de la Relaciones Públicas (RRPP), publicidad, producción y otras locuras que con el tiempo se instalaron en Diagonal, como por ejemplo, darle de comer al público a las ¡4,30 de la mañana!. Algo que puede sonar bizarro en estos tiempos, pero que sin duda quedó en la memoria de muchos de los que concurrían todos los fines de semana y esperaba por ese momento tan particular.

Un año y medio después, tras la partida de su socio, Polo quedaría solo al mando sin saber el fenómeno que se estaba gestado.

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Kurt Daniel Viglione, Gustavo Gazzolla, Gustavo Viale, Rodrigo Pena, Fabián Tío Pérez, Andrés Viale y Marisa Viola, ex trabajadores de Diagonal 66 que se reencontraron después de largos años para rememorar sus vivencias en lo que fue un boliche histórico para la ciudad.

Kurt Daniel Viglione, Gustavo Gazzolla, Gustavo Viale, Rodrigo Pena, Fabián Tío Pérez, Andrés Viale y Marisa Viola, ex trabajadores de Diagonal 66 que se reencontraron después de largos años para rememorar sus vivencias en lo que fue un boliche histórico para la ciudad.

Previo a la apertura de Diagonal, Paolinelli había apostado a las matiné, destinada a un público adolescente. “Solo abría los sábados y no había problemas porque no se vendían bebidas alcohólicas y era todo muy tranquilo. Pero solo funcionaba en temporada de verano y necesitaba tener más actividad en el lugar”, recordó Polo. Así fue que se le ocurrió abrir una discoteca exclusivamente para gente mayor. Y en febrero de 1995 inauguró Diagonal 66 y fue una explosión. “Georgina Barbarossa fue la madrina, no sé a quién se le ocurrió y la trajimos desde Buenos Aires”, recordó Paolelli con un dejó de risa.

Un boliche único: elegante sport y modelos

“Fue increíble lo que pasó con el boliche porque venía gente hasta de 50 años y un poco más. Era una cosa de locos porque abríamos las puertas a la una y después había una etapa de rotación. Mucha gente que llegaba primero se queda afuera o aguardaba unas horas para ingresar porque la capacidad no daba para más”, contó Polo, quien es el dueño del inmueble en donde actualmente hoy funciona Dallas.

Para abrir, el propietario debió modificar lo que era Gallery: “Tiré todo abajo. Y lo bueno que tenía Diagonal era que no entraba una sola gota de luz. Era muy oscuro, teníamos un equipos de sonido de primera línea y desde afuera (de la calle) no se escuchaba absolutamente nada”.

Dolci, más conocido como el Tío Pérez, no tiene dudas que Diagonal dejó su sello en la noche neuquina. “Creo que es parte de la historia de Neuquén porque son eso lugares que una generación entera recuerdan para toda su vida. Cada boliche siempre deja lo suyo, pero Diagonal fue distinto, fue especial”, sostuvo.

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El plantel de trabajadores del boliche y una de sus primeras imágenes a pocas semanas que abriera sus puertas en febrero del año 1995.

El plantel de trabajadores del boliche y una de sus primeras imágenes a pocas semanas que abriera sus puertas en febrero del año 1995.

“Diagonal apuntó a otro target, era captar un público con cierto poder adquisitivo, que se sintiera cómodo. El lugar que apuntaba a otra idea distinta de disco. Había un segmento de gente que buscaba su lugar en donde encajar y que quizás estaba cansada de ir a los mismos lugares”, agregó.

Uno de los requerimientos que tenía era que los hombres tenían que vestir de elegante sport: jean, camisa, saco y un buen par de zapatos. Las zapatillas, por más caras o marca que sea, estaban totalmente al margen para ingresar.

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Ernesto Polo Paolinelli (en el centro), dueño de Diagonal 66, junto al personal de seguridad. Luego de apostar a las matiné, Polo decidió abrir un boliche para gente grande: en febrero de 1995 la disco abrió sus puertas y se volvió un fenómeno.

Ernesto Polo Paolinelli (en el centro), dueño de Diagonal 66, junto al personal de seguridad. Luego de apostar a las matiné, Polo decidió abrir un boliche para gente grande: en febrero de 1995 la disco abrió sus puertas y se volvió un fenómeno.

“Ir a Diagonal era ir con un estilo elegante, cuidado. Si vos caías con una Nike Jordan de ahora que te salen más de $300 mil, no entrabas. Le daba otra onda al hombre, creo que quedaba mejor. Hoy sería atípico ese pedido para ingresar algún boliche, que ya ni los hay porque todo ha cambiado. Después muto un poco la vestimenta por la moda, pero unos buenos zapatos o botas era indispensables”, detalló el Tío.

En tanto, las mujeres que llegaban a divertirse en grupo, contaban con toda una producción en cuanto a la ropa. “Eran impecables. Y se usaban vestido largos y también cortos. No quiero exagerar, pero algunas chicas parecían modelos porque le daban importancia a sus peinados o corte de pelos. Llegaba el fin de semana y se producían especialmente para venir al boliche. En ese tiempo muchas iban a elegir su vestido a Chaquira, que fue el primer local de ropa en trabajar la marca Kosiuko”, acotó.

Todo el Alto Valle y la fauna política

Desde el día que abrió fue un boom y el boca a boca se extendió en todo el Alto Valle. “Venía gente de Villa Regina, Allen, Plottier, Centenario, Cinco Saltos, Roca, Zapala y hasta de Chos Malal. Todo el mundo quería estar en Diagonal. Había curiosidad y ganas de conocer el lugar y ver qué pasaba porque todos la pasaban fantástico”, contó Polo.

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LLeno total. Los viernes y sábado nadie quería quedar afuera de Diagonal 66. Mil seiscientas personas pasaban por el reducto, que tenía su rotación a las 4 de la mañana con el ingresó de 500 personas. La gente se quedaba hasta las 1o de la mañana.

LLeno total. Los viernes y sábado nadie quería quedar afuera de Diagonal 66. Mil seiscientas personas pasaban por el reducto, que tenía su rotación a las 4 de la mañana con el ingresó de 500 personas. La gente se quedaba hasta las 1o de la mañana.

“Diagonal se transformó en el boliche del momento. Todos querían estar ahí y los encargados de puerta tenían que decir ‘basta’ porque el boliche adentro explotaba de gente. El boliche tenía sus cosas que podrían resultar llamativas o raras. Vos si querías podías pedirte un café y no te lo cobraban, te lo obsequiaban. Después había una superproducción de parte de las mujeres en su forma de vestir, no era como en otros boliches que iban con una vestimenta más casual. Diagonal siempre te sorprendía con algo y fue un momento espectacular en Neuquén. Algunos boliches fueron cerrando porque la apertura de Diagonal les sacó mucha clientela al resto. Por ejemplo, Metrópolis (Rio Senguer 746) que era un boliche gigante, fue uno de los que tuvo que cerrar, después le siguió La Rosa (Buenos Aires casi Independencia) y Elefante, que estaba sobre diagonal España, en donde hoy está El Niño Feliz”, detalló Gustavo Viale, ex barman.

Los personajes de la cocina política neuquina tampoco quisieron perderse algún episodio de Diagonal. Si bien optó por reservar su identidad, Polo aseguró que estaban “todos”. “Diputados, concejales, hijos y parientes de gobernadores, dirigentes de la UOCRA, a todos tenía metido en el boliche”, lanzó Polo.

“Generalmente después de las reuniones y asados casi siempre venían (los políticos). Algunos se pegaban una vuelta medios escapados de sus casa”, acotó el Tío.

El "1 a 1", barman y tragos

En medio del mandato presidencial de Carlos Saúl Menem tomaba dimensión lo que fue un clásico de los 90’: pizza con champagne. El plan de Convertibilidad y las privatizaciones fueron los sellos del gobierno del fallecido ex presidente, que significó a la vez el embrión de la peor crisis económica de la historia que vivió el país. La entrada costaba 5 pesos (5 dólares, al cambio de hoy $6500) sin consumición y 10 pesos con consumición. Para Polo esta última opción era de las otras cosas atípicas que tenía el boliche del resto. “Podías consumir un whisky Johnnie Walker. Era un tiempo en que se tomaba mucho whisky y champagne”, reveló Paolinelli.

La disco presentaba dos barras; una principal en el lateral derecho cuando uno accedía al inmueble y una segunda a mano izquierda, de dimensiones más chicas, en donde generalmente se ubicaba la gente más grande.

Kurt Daniel Viglione, Gustavo y Andrés Viale, la Negra Marina, Patricia Pato Cortez, Gustavo Gazolla eran los encargados de las barras.

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Gustavo Viale, una habitué del boliche, la Negra Marina y Tío Pérez, miembros de la primera hora del staff, durante una de las tantas noches en Diagonal.

Gustavo Viale, una habitué del boliche, la Negra Marina y Tío Pérez, miembros de la primera hora del staff, durante una de las tantas noches en Diagonal. "La apertura del Diagonal le sacó gente a otras disco y algunos tuvieron que cerrar", contó Viale.

“Ni sabía lo que iba a pasar, ni lo que se estaba gestando. Aparecí un viernes para acomodar cajas de lo que se iba a consumir, ordenar la barra y sin darme cuenta ya está metido ahí. Solo sabía que iba a ser un boliche para gente grande, cosa que no había hasta ese momento en Neuquén”, recordó Gustavo Viale, quien fue convocado mientras era barman en La Viga, boliche de Cipolletti sobre Ruta 22 en donde funcionaron Zakoga (inaugurado en los ’80 por el Pelado Sarabia, Concetti y Luís Gandini) y Ballotaje.

La chequera, un tesoro

En tanto, Kurt, quien ingresó a trabajar a sus 18, se refirió a los tragos que en ese momento consumían los clientes. “Entré de la mano de Andrés Viale. Primero estaba como lavacopas pero enseguida pasé a la barra. La gente pedía mucho champagne y Whisky. Después muchas cerveza, destornillador (vodka con naranja) y se manejaba todo con chequera de tragos. En la entrada te la daban y uno tenía que marcar el trago que consumías y, si la perdías, tenías que pagar el total de todos los tragos que incluía la chequera que eran más de 424 pesos o sea, 424 dólares.

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Chequera de tragos: una modalidad neuquina y de la época que servía para que el cliente pida su bebida. En el final de la noche debía presentarse en la taquilla y abonar todo lo consumido. Si alguien la llegaba a extraviar debía abonar un total de $424 o sea 424 dólares, en tiempos del

Chequera de tragos: una modalidad neuquina y de la época que servía para que el cliente pida su bebida. En el final de la noche debía presentarse en la taquilla y abonar todo lo consumido. Si alguien la llegaba a extraviar debía abonar un total de $424 o sea 424 dólares, en tiempos del "1 a 1".

Más allá de ese sistema que se empleaba, Polo nos autorizaba a regalar copas de Chandon, que era el champagne del momento. Ir a Diagonal era ir a pasar una de las noches más divertidas de tu vida”, contó Kurt.

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María Eugenia Vásquez y Kurt Daniel Viglione, uno de los barman que ingresó a Diagonal 66 con tan solo 18 años. Se tomaba mucho champagne, whisky y Destornillador, según recordó Kurt, quien estaba en la barra principal.

María Eugenia Vásquez y Kurt Daniel Viglione, uno de los barman que ingresó a Diagonal 66 con tan solo 18 años. Se tomaba mucho champagne, whisky y Destornillador, según recordó Kurt, quien estaba en la barra principal.

Diagonal tenía capacidad para albergar 800 personas, pero en la rotación eran más de 1.600 las que pasaban por noche. Polo contó que el recambio se daba a partir de las 4. “Llegaba una camada da de chicos de entre 26 a 30 y pico. Además, como las mesas del casino de Neuquén y Cipolletti cerraban a las 5 de la mañana, todas esa gente se venía para Diagonal, incluidos los empleados. Eran unas 500 personas que entraban a esa hora. Era una cosa de locos porque terminábamos cerrando a las 11 entre que uno hacía la caja y les pagaba a los empleados. Y la gente seguía adentro pidiendo botellas de champagne. No se cómo llegaba esa gente a su casa, no existían los controles de alcoholemia. El común del resto de los boliches cerraba a las 6, por eso siempre era algo inédito lo que sucedía en Diagonal 66”, describió , Paolinelli.

Una de las cosas que destacó Polo es que nunca se registró una pelea en el boliche. Y ante cualquier tumulto gresca entre personas se desactivaba inmediatamente y después todo seguía su curso.

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Jorge Crivelli, más conocido como Carna, uno de los históricos personajes que sobresalió en tv con Showmatch. El humorista fue uno de los a tantos artistas que arribó a la zona y pasó por Diagonal.

Jorge Crivelli, más conocido como Carna, uno de los históricos personajes que sobresalió en tv con Showmatch. El humorista fue uno de los a tantos artistas que arribó a la zona y pasó por Diagonal.

El mentor del histórico boliche contó que la mayoría de los artistas que venía a la ciudad tenía su paso o visita. “Charly García, Fito Páez, Cacho Castaña fueron algunos de lo que pasaron. También tocaron una noche Las Blacanblues y uno no de los históricos integrantes que hacía el personaje de Carna (Jorge Crivelli)", recordó Polo.

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El grupo Las Blancanblus en uno de sus show en el boliche de diagonal 25 de mayo 66. En Diagonal todo podía pasar porque siempre la gente se encontraba con alguna sorpresa.

El grupo Las Blancanblus en uno de sus show en el boliche de diagonal 25 de mayo 66. En Diagonal todo podía pasar porque siempre la gente se encontraba con alguna sorpresa.

DJ, largada icónica y “Cachita”

Luis Iommi fue uno de los DJ más conocidos de ese tiempo en Neuquén y era contratado para fiestas, casamientos y cumpleaños. “Me iba espectacular en mi trabajo”, contó y explicó cómo se dio su elección para Diagonal 66.

“Un día me viene a ver el Coli y me cuenta que estaban por abrir un boliche y me quería como DJ. ‘Si o si al costo que sea. Quiero que hagas ni más ni menos lo que haces en una fiesta, que hagas bailar a la gente, hace tu magia’, me dijo. Y así fue, acordamos condiciones y arranque”, detalló.

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Luis Iommi (derecha) fue el DJ elegido para comandar las bandejas del boliche. En el boliche sonaba el desde cachengue hasta Daft Punk, hits del momento, música brasilera, pasando por los clásicos del  '80 y '90. Rodrigo Pena fue otros de los DJ de Diagonal.

Luis Iommi (derecha) fue el DJ elegido para comandar las bandejas del boliche. En el boliche sonaba el desde cachengue hasta Daft Punk, hits del momento, música brasilera, pasando por los clásicos del '80 y '90. Rodrigo Pena fue otros de los DJ de Diagonal.

En cuanto a la selección de música que debía hacer para las largas noches de Diagonal, Iommi comentó que se “ponía” de todo. “Pasaba desde cachengue hasta Daft Punk, hits del momento, música brasilera, pasando por los '80 y '90 más toda cosa que se me venía a la cabeza. Había una tandita chiquita de lentos. Y a las 8 era infaltable escuchar abajo –la cabina estaba sobre la pista- el grito de Rocky, (uno de los de seguridad ) gritando ‘Luiii, Luiii…’ para que le ponga uno o dos rocknroles clásicos: Rocky se ponía a bailar con un estilo y entusiasmo como si recién arrancara la noche”, recordó.

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Rodrigo Pena, Andrés Viale, Gustavo Gazzola, Marisa, Kurt, Tío Pérez y Gustavo Viale en lo que el frente de Diagonal 66, en donde actualmente funciona otra disco: Dallas.

Rodrigo Pena, Andrés Viale, Gustavo Gazzola, Marisa, Kurt, Tío Pérez y Gustavo Viale en lo que el frente de Diagonal 66, en donde actualmente funciona otra disco: Dallas.

Luis describió cómo era la apertura musical de cada viernes y sábado. “La largada era icónica, usaba la introducción del disco de Charly García ‘La hija de la lágrima’, y ahí se producía la magia: había una luz que era centro de pista y la teníamos colgada con un cable de acero a un aparejo de mano. Durante el tema de Charly, Mariano Manrique (que años después tuvo su hora al dar vida a las matiné en La Colina, Eterno y Superclub) la iba bajando de forma controlada como si fuese una maquina automatizada que llegaba hasta la cabeza de la gente y volvía a subirla. ¡Era mortal!”, expresó Iommi, entre risas.

“Después salíamos con el tema del momento. Uno de los que recuerdo era ‘Cachita’ de Ricardo Montaner o algún remix del Puma Rodríguez, la antimúsica de un boliche. Pero se trataba de romper con las estructuras y hacer lo que me habían pedido. Que la gente baile, y así era, la gente explotaba abajo. Siempre estaba lleno”, detalló.

“Si tuviese que definir a Diagonal 66 con una palabra, la palabra seria ¡Fiesta! Y donde hay buena fiesta la gente quiere estar. Tengo muchos hermosos recuerdos de ese lugar, gente linda, amigos y miles de anécdotas. Hay mucho más para contar y otras que no (risas)", dijo.

Un deliro total

No debe haber registro en ningún boliche del país que en el medio de la fiesta total, se ocupe de darle de comer a sus visitantes entre las 4 y 5 de la madrugada. ¿La idea? Salió del Tío Pérez. Es que el calor, el baile, el consumo de bebidas, hacían estragos en el cuerpo e ingerir un buen plato a esa hora no hacía otra cosa que reactivar las energías para seguir la noche. “Fue una cosa delirante. Había una cocina y teníamos un patio para cocinar. Dimos de comer pizza, paella, spaghetti, asado, ravioles, no quedaba nada”, contó Pérez Dolci, quien se ponía el traje de chef junto al cocinero, El loco Gutiérrez.

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El Loco Gutiérrez, cocinero proveniente de Buenos Aires, Silvana (encargada de taquilla) y Fabián Tío Pérez, a quien se le ocurrió la idea de darle de comer a la gente a las ¡4 de la mañana! Spaghetti, paella, ravioles y hasta asado, fueron algunos de los menú. Tan delirante como real.

El Loco Gutiérrez, cocinero proveniente de Buenos Aires, Silvana (encargada de taquilla) y Fabián Tío Pérez, a quien se le ocurrió la idea de darle de comer a la gente a las ¡4 de la mañana! Spaghetti, paella, ravioles y hasta asado, fueron algunos de los menú. Tan delirante como real.

“Muchas veces preparábamos la salsa bolognesa en Vecchio Nunziato, quien también nos daba las pastas. La pizzería La Tartaruga nos daba la muzzarella. Era todo pizza con champagne. Un día compramos dos bloques de hielo de calamares”, acotó.

Entre la extensa lista del anecdotario, Polo también sumó la noche que actuaron parte de los integrantes del Circo de los Hermanos Tejedor: “Vino una contorsionistas que se metió en una caja diminuta de acrílico, una malabarista, un mago y un payaso”, contó risueño. Y agregó: “Querían traer un elefante a la puerta del boliche, pero ya era demasiado”.

Una telecabina en el boliche

Pero eso no fue todo, Diagonal también fue escenario del lanzamiento de una nueva temporada del Cerro Chapelco. “Fue otra locura porque metimos una telecabina adentro del boliche. Era la original, creo que fue la primera vez que se eligió un boliche en Neuquén para hacer esa inauguración”, recordó Pérez Dolci.

Algo que le quedó grabado a Fabián Tío Pérez fue cuando el representante de Chandon les giró una invitación a sus bodegas en Luján de Cuyo, Mendoza). “Viajamos en un vuelo chárter. Cominos muy bien, recorrimos toda la bodega y luego pasamos a negociar qué íbamos a comparar. Nos terminamos trayendo un camión lleno de cajas. Eran 30 mil botellas y no sabíamos dónde meterlos. El costo de cada botella la pagamos $3,33 y en la barra la copa se vendía a 5 pesos”. Por cada fin de semana contaban con unas tres mil latas de cerveza (Miller, Heineken, Quilmes) que tenían un valor de $1,50, mientras un Gancia batido contaba tres pesos.

En su reencuentro para la foto de LMNeuquén, parte del staff que vivió a pleno cada noche de agite y fiesta se funde en un abrazo. Y las anécdotas afloran a cada segundo entre medio de risas y un dejo de nostalgia. Podrían pasar días enteros hablando de cada episodio que ya es historia. Un pedazo de historia neuquina, de nacido y criados, que también atesora en un rincón de su memoria cada actor que pisó la pista de ese boliche, que sin quererlo o proponérselo se volvió un fenómeno, que nadie se quería perder. Todo el mundo quería estar en Diagonal 66.

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