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La Mañana infantil

Diferencias entre emprendimiento infantil y explotación infantil

Castigamos somo sociedad el emprendimiento en los niños cuando vemos que se presentan en ferias, realizan ventas por internet; pero no castigamos “con el mismo tenor” que ese mismo niño esté siete horas frente a una pantalla de celular, videojuego que genera “adicción”.

Me pregunto qué hacemos si nuestros hijos tienen desde pequeños un deseo, una pulsión, una pasión, un sueño. ¿Está mal que comiencen a cumplirlas y los padres acompañarlos?

Como madre y docente del taller de finanzas para jóvenes y niños en familia, muchos de mis alumnos sueñan con comenzar a emprender, hacer algún deporte de manera profesional o algún tipo de disciplina artística, entre otras actividades.

Las leyes que protegen a los niños de la explotación infantil, sancionada hace más de 50 años, a la cual adhiero indiscutiblemente, “ponen de cierta manera en jaque” este sueño. Pero pensemos un poco, ¿Existe explotación infantil cuando un niño quiere emprender? O cuándo quiere perfeccionar sus habilidades y construir desde pequeños sus sueños, llevándolos a la práctica, concretamente en compañía, asistencia y supervisión de los adultos (ya sea sus padres o el colegio).

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Castigamos somo sociedad el emprendimiento económico en los niños cuando vemos que se presentan en ferias, realizan ventas por internet, o tienen algún emprendimiento propio; pero no castigamos “con el mismo tenor” que ese mismo niño esté siete horas frente a una pantalla de celular, video juego o cualquier otro tipo de tecnología que genera “adicción”, dilapidando su tiempo y sus neuronas.

No existe ninguna regulación que delimite la cantidad de horas que un niño puede estar frente a una pantalla. Que importante sería que el gobierno tome cartas en el asunto y sancione una ley, donde a través de identificación digital determine esa cantidad de horas, de modo tal que quede controlado y regulado este tremendo “crimen tecnológico”.

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Pero volviendo a nuestro tema central y haciendo un poco de historia, en el año 1974 se sanciona la Ley 20744 de Contrato de Trabajo que en su capítulo III (de los requisitos esenciales y formales del contrato de trabajo), el artículo 34 habla sobre la “capacidad” de los mayores de catorce 14 años y menores de 18 años que, con conocimiento de sus padres o tutores vivan independientemente de ellos, gozan de aquella misma capacidad.

A su vez la Ley 26.390 establece en el artículo 189 bis que la persona mayor de 14 años y hasta 16 podrá ser ocupada en empresas cuyo titular sea su padre, madre o tutor siempre que se cumpla con los siguientes requisitos: que no trabaje más de 3 horas diarias y 15 semanales; que no realice tareas penosas, peligrosas o insalubres; que cumpla con la asistencia escolar, y que tenga la debida autorización otorgada por la autoridad administrativa laboral de la jurisdicción.

Leyes de otros tiempos

En ambas leyes se autoriza la labor en empresas familiares a partir de los 15 años con una jornada laboral delimitada. La ley fue sancionada hace cincuenta años. La infancia ¿Era la misma? ¿Qué hacía un niño en esa época con su tiempo libre? ¿El dinero se administraba de la misma manera?

Este artículo tiene como espíritu, poder diferenciar, de modo responsable y acorde a los tiempos en que vivimos cuando es explotación infantil y cuando es emprendimiento infantil.

Según UNICEF, el trabajo y la explotación infantil son graves violaciones a los derechos de la infancia que responden a múltiples causas y tienen como denominador común la pobreza y las situaciones de vulnerabilidad social. El que las familias no dispongan de recursos suficientes o donde el cabeza de familia sufra una enfermedad o esté ausente, conlleva circunstancias que pueden empujar a los niños y niñas al trabajo infantil.

Esta definición dista abismalmente de la propuesta de educar a los niños a ser emprendedores desde pequeños y que puedan administrar sus propios recursos o que los padres salvaguarden ese dinero para que en el futuro sea de esos niños emprendedores (no que los adultos lo dispongan para sus propios gastos). La idea es que con control del Estado lo hagan crecer y los niños y jóvenes emprendedores puedan contar con ese recurso cuando sean mayores de edad.

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Escuela, Estado y familia

Desde la escuela, el Estado y la familia es hora de crear estrategias para acompañar y promover el emprendimiento en nuestros hijos para potenciar su creatividad y hacer que sus sueños comiencen a gestarse desde pequeños con nuestra guía.

La escuela lo debería enseñar desde sus contenidos curriculares, el Gobierno sancionando una ley que obligue a dar finanzas y desde la familia apoyando a nuestros hijos a cumplir sus sueños. La feria de ciencias es un momento escolar que podría ser de mayor utilidad si incluye una feria de emprendedores, donde los estudiantes puedan presentar sus proyectos y aprender sobre estrategias de ventas y de mercado desde pequeños, a los fines de evitar que el mundo laboral los aplaste y comiencen a frustrarse.

Tenemos a nivel mundial niños emprendedores exitosos, citados en www.emprendedor.com, Shakira es otro claro ejemplo de este fenómeno y mi hijo Fede tiene su emprendimiento de impresiones 3D.

Entonces que elegirías: ¿Seguir los lineamientos tradicionales de la escuela actual para que tu hijo sea empleado del sistema y de los grandes capitales y corporaciones? O ¿Ser parte de un sistema educativo revolucionario que eduque a tu hijo para ser dueño de sus sueños, pueda emprender y ser parte de una economía más justa y equitativa? Donde cada uno pueda poner el precio a tu trabajo.

*Bibiana Sagripanti es docente, madre y empresaria.

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