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La Mañana silla de ruedas

Egor, el gladiador de la silla de ruedas, se recibió de profe de Matemáticas

En una historia de resiliencia al por mayor, el joven se sobrepuso a una adversidad del destino y cosechó un gran lauro en los estudios superiores.

“Los caminos de la vida no son lo que yo pensaba. No son lo que yo creía. No son lo que imaginaba… Son muy difícil de andarlos y no encuentro la salida”, son algunos de los párrafos de la icónica canción interpretada por el cantante Vicentico y que bien pueden resumir la historia de Egor Gabriel Sánchez, un joven de Chos Malal que durante el año 2012 con apenas 21 años sufrió un accidente automovilístico que lo dejó parapléjico.

Fueron días y meses de oscuridad total. Todo lo que hacía y desarrollaba para vivir tomaron un giro inesperado. Había que resolver y decidir cómo seguir el camino con una nueva condición en su ser. “Me aferré mucho a Dios y finalmente pude comprender que me había dado otra oportunidad para seguir adelante”, contó Egor con mucha fe y convicción. En ese contexto decidió además apuntalar su creencia y se refugió en el estudio como un “método de sanación”. Al respecto precisó que “en el año 2016 decidí empezar a estudiar el profesorado de matemáticas. Fue un nuevo desafío en mi vida. Los primeros años tuve compañeros muy comprensivos que me ayudaron mucho y me hacían sentir como uno más de ellos”.

Sin embargo, con los años, como le pasó a todos, los tiempos de pandemia le marcaron un punto de inflexión. “Fue una etapa muy difícil para mí porque sentía que no era la manera para formarme como docente”, explicó.

Afortunadamente después vinieron “las buenas”. En este sentido resaltó que “estos últimos años fueron muy lindos de aprendizajes y de conocer personas que me ayudaron a crecer como persona y docente”. Agregó que “hoy puedo decir que estoy preparado para enseñar y no solo el conocimiento matemático, sino que valores que hacen a las personas. Ese es mi objetivo en y para los estudiantes”.

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Su vida, su familia y las matemáticas

Egor hoy atraviesa con sus 33 años “la edad de Cristo” junto a su flamante esposa Mirna García, con la cual contrajo matrimonio el pasado 22 de junio tras compartir juntos y felices 7 años de noviazgo. Aún no tienen hijos, pero sueñan llevar una vida “a la par” y muy próspera. El “profe” de Matemáticas es un NyC de Chos Malal y llegó a estas tierras del norte neuquino un 17 de enero del año 1991. Desde siempre, más aún luego del siniestro vial, la familia ha sido un puntal necesario para encausar el nuevo destino que le tocó afrontar. Es hijo de Rosa Vázquez y de Juan Sánchez y creció junto a sus hermanos Lilia, Adriana, Teresa, Pedro, Fidelina, Agustín y Jorge. Sus estudios primarios los cursó en la Escuela de Frontera 327, de Chos Malal.

En tanto, el nivel secundario lo completó en la escuela técnica EPET 13. Luego en un intervalo en sus estudios supo trabajar en la limpieza de colectivos en la recordada empresa de transportes Cono Sur junto a su padre. Tiempo después se desempeñó como Cajero en Landete, uno de los supermercados históricos de Chos Malal. Actualmente sigue cultivando la fe que lo supo albergar en tiempos difíciles y es miembro activo de la Iglesia Evangélica “Mensajeros de Cristo”.

En relación a su reciente obtención del título de nivel superior (en el ISFD 2) y al consultarle si se siente un ejemplo o modelo de inspiración, con humildad respondió: “Mis amigos me lo han dicho, pero todo lo que puedo hacer es por misericordia de Dios, solo de Él depende mi vida”. Agregó que “hoy soy profesor de enseñanza en secundaria en el área Matemáticas, mis expectativas en la educación es transmitirles a los estudiantes que si creen en ellos son capaces para lograr cada objetivo que pretendan en la vida”.

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El accidente que le cambió la vida y la silla de ruedas

El momento que le torció el destino para siempre a Egor fue el accidente vial que lo tuvo como único protagonista hace 12 años, cuando apenas tenía tan solo 21 “vueltas al sol”. Un exceso de confianza y a la vez un tremendo sentido de responsabilidad por su trabajo lo llevaron a tomar una decisión errada. “Una noche de aquellos años había salido y faltaba poco para entrar a trabajar y para no quedarme dormido y faltar a la jornada laboral decidí ir a dar una vuelta en el auto para despejarme”, contó al principio de su crudo relato. Siguió diciendo con mucha emoción que “fui hasta la salida sur de Chos Malal y cuando pego la vuelta lamentablemente me quedé dormido y me fui contra el Cerro Cortado y se tumbó el auto. Iba sin el cinturón y ahí tuve la lesión medular en la espalda”.

Asimismo, comentó que en forma inmediata lo trasladaron a Neuquén. “Cuando llegué a la capital ya no sentía las piernas ni nada. Fueron momentos horribles”, subrayó el joven profesor. Lo que sobrevino después fue aún más duro y difícil. Fueron cambios sustanciales que mellaron su ánimo, pero a la vez forjaron su temple guerrero. “Estuve un año en Neuquén viviendo con mi hermana mayor. Ella me acompañó a hacer los trabajos y tratamientos de rehabilitación”. Añadió que “al regresar a Chos Malal me costó mucho más el poder salir y adaptarme a mi nueva condición en silla de ruedas. Por fortuna siempre hubo amigos que me ayudaron mucho a salir adelante y también me incliné más que nada en la fe en Cristo a través de la iglesia”. En este sentido recordó que “mis padres siempre me enseñaron de chico a creer y asistir a la iglesia, pero de grande me había alejado bastante. Después del accidente me incliné más a buscar de Dios y a poder agradecer todo lo que lo que uno tiene y que de la noche a la mañana lo puede perder”.

A su vez comentó que su acercamiento a la fe no tuvo otra razón que agradecer la segunda oportunidad que le había dado el Supremo de seguir viviendo. “Fue muy difícil adaptarme al principio, pero después de unos años ya aprendí a vivir con lo que tenía. También fue muy difícil la adaptación para mi familia. Ellos sufrieron mucho al verme de esa manera porque yo era un chico normal. Sin embargo, gracias a Dios estamos vivos y hay que seguir adelante”, remarcó.

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Recibió su título de Profe de Matemáticas vestido de gaucho

Egor Gabriel Sánchez, el “profe” de Matemáticas, al ser consultado a quien le dedicaba sus años de estudios y el título obtenido, señaló con alto orgullo: “Se lo dedicó de corazón y de alma a toda mi familia, a mi amada esposa, a mis amigos, compañeros y profesores que creyeron en mí y me ayudaron a cumplir este objetivo que tenía por delante”.

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El joven, en su acto de colación de grado, supo distinguirse por sobre el resto ya que recibió su correspondiente título vestido de gaucho. “Quise hacerlo de esta manera ya que para mí era un acto muy importante para la educación y pensando en la tradición de la Argentina, porque cada vez más se van perdiendo esas costumbres que son impagables para nuestra cultura”, sostuvo Egor. Asimismo, le adjudicó una suerte de reivindicación a sus padres.

“También lo hice por mis padres que son campesinos y se dedican a la crianza de chivas, vacas y de aves de corral. Además, son propietarios de un emprendimiento de fabricación de quesos artesanales. También por mis sobrinos que son amantes de los caballos”, expresó.

En los tramos finales de su alocución indicó que antes de su accidente había tenido la intención de hacer el curso para la policía provincial, pero la vida, el destino y Dios le tenían preparado otro camino y otra misión. “Como siempre me gustaron las matemáticas me incliné por esta carrera que hasta ahora me ha dado múltiples satisfacciones. Por ejemplo, el de hacer mis prácticas en la escuela en la que hice mi ciclo secundario. La verdad que amo esta profesión y espero pronto poder enseñar a amar a las matemáticas a los estudiantes. Será todo un desafío, pero me siento preparado y confiado”, aseguró.

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