Milagros y Daniel se conocieron como bailarines. Todo se inició en la ciudad de Neuquén y después se trasladó a la comarca petrolera.
Enamorada, esa es la palabra justa, es el sentimiento que le desborda por la mirada desde esos enormes ojos marrones de tierra neuquina. Se llama Milagros Sandoval (25 años), le dicen Mili porque es pequeña para tanto y con voz dulce es un secreto dicho así, pequeño.
“Nací en la ciudad de Neuquén y cuando tenía ocho años, la familia se trasladó a Cutral Co, mis padres, mi hermano Facundo y yo”, cuenta. Su papá trabajaba en el Correo y su mamá era empleada en casas de familia. Una familia común de trabajo y sueños compartidos.
Todo comenzó en la ciudad de Neuquén cuando era muy niña. A Mili le gustaba bailar, y sus referentes eran sus abuelos que lo hacían desde la adolescencia: Hilda Guzmán (hija del poeta taxista Adán Guzmán y la abuela Nelia Gallardo) y René Cuevas (dueño de la tintorería icono “Lavaseco Paimun”), vecinos del Barrio B. Roldán y Barrio Amulén piezas fundacionales de ese Neuquén que prometía crecer.
El Club de Villa María era el lugar del encuentro semanal donde se bailaba folklore y ahí estaba Mili de la mano del abuelo René para enseñarle los secretos de la danza.
Nombra y recuerda a su “Tata” con enorme admiración, “era muy compañero y yo quería bailar como él y con él”, dice. Mili se emociona nombrándolo en su ausencia física y, como en partes de la entrevista, muestra su sensibilidad y va y viene entre la lágrima y la sonrisa tímida y sincera.
Trasladados a la tierra del petróleo, recuerda: “En Cutral Co comencé a bailar en El Candil, una verdadera escuela de formación de la maestra Lorena Colasante hasta el año 2017”. Lorena es una referente importante dentro de la materia en la región, con destacados reconocimientos, un eslabón fundamental en la trayectoria de la nobel artista y de tantos que pasaron por ella.
Aquella Laguna Colorada, donde se dio el primer asentamiento poblacional del lugar, aquel primer nombre de “Barrio Peligroso”, es “Agua de Fuego” el desierto convertido en municipio de Cutral Co, hecho de barro y cemento, de hierro y arena, de hombres y mujeres forjando la vida cotidiana de una localidad que se nombra con mayúscula.
“Hay mucho talento aquí”, dice Mili, “todos son muy importantes: bailarines, coreógrafos, actores y músicos”, lo repite con evidente convicción y respeto. “No me iría de aquí a ninguna otra parte, nunca me iría, porque Cutral Co me dio todo”. Ese “todo” resuena en el aire de la entrevista como una confesión necesaria.
Su compañero
Ese “todo” es también el amor, entonces aparece el compañero bailarín y padre de Rufina (5 años), la hija que aman y cuidan celosamente. “Con Peque (Daniel Oporto) somos compañeros desde hace años. Él bailaba en la agrupación “La Telesita” y nos veíamos siempre como pares y amigos hasta que se fue a la ciudad de Neuquén donde bailaba con la agrupación “El Ceibo”, relata, “luego se volvió a Cutral Co y se incorporó a El Candil, donde afianzamos una hermosa amistad que poco a poco se convirtió en esta pareja que somos en la vida”.
El amor no conoce simuladores, no hay disfraces que lo oculten, está ahí, en la mirada, en el tono, en la exquisita manera de nombrarlo “compañero”. Ambos se encuentran en el trabajo de profesores en el Municipio, en el cuerpo del Ballet Municipal y en cuanto espacio se ofrece para picar una chacarera y envolverse en pañuelos en una zamba o divertirse en un gato. “A veces nos toca bailar juntos y cuando esto ocurre, nos conocemos mucho y nos tenemos tanta confianza que es muy hermoso compartirlo”, señala.
Confianza
“Peque es un gran laburador, es muy independiente, es un ser transparente, trabaja en la carnicería de un súper y en la danza”, cuenta con admiración, “yo no podría hacer todo lo que hago si no fuese por su compañía y comprensión”, sigue, “cuando tengo que concursar, estudiar (profesorado de nivel inicial en IFD Nª1), viajar por trabajo, está él con todo su ser”. La historia de Mili y Peque es una de las tantas que se construyen en tiempos de desafíos de todos los tiempos, pero tiene en la actualidad el rostro de lo que no se abandona: la responsabilidad de aceptar ese desafío con la alegría de saberlo propio, único, intransferible.
“Compramos un terrenito con una casita chica y vieja y de a poco fuimos arreglándola, vivimos ahí y nos organizamos como un equipo para atender nuestras cosas”, cuenta la bailarina. En relación a lo que aspiran o sueñan con Rufina ya grande, dice: “Ella participa mucho de nuestras cosas, pero no le imponemos nada, le gusta patinar y hará lo que a ella le guste”.
En varios momentos de la entrevista, conmueve la manera de nombrar las cosas más simples: casa, trabajo, familia, y cuando de la danza se trata, declara: “mis sueños están en la danza, es nuestra alma”, en plural y determinante, el amor sin vueltas.
A bailar
La danza no para, es un estilete metido en la piel de ambos y en el caso de Mili, forma parte de un grupo llamado “Kutralfem” integrado por seis bailarinas: Gianella Labores, Cardozo Maia, Barrientos Maia, Nicola Alina, Shayen Vazquez, mujeres que pertenece a la Escuela de Malambo “Kutral”, subsidiado por el Municipio y dirigido por Emanuel Hernández (campeón de malambo) y Máximo Ramirez (sub campeón). La formación baila malambo, una danza que, por varonil, estaba embretada y que se libera en los pies de mujeres que se animan a mostrar su fuerza y cualidades artísticas. Kutralfem, participó y ganó en Choele Choel un pre Cosquín hace pocos días preparándose para Enero del año 2025 para participar del certamen de Nuevos Valores en Cosquín, provincia de Córdoba.
“Kutralfem” verlas ahí, tan rostro de esa tierra, tanta fuerza y trabajo es entender por qué ha sobrevivido con entereza, dignidad y logros Cutral Có. Se debería saber que fue atravesando todas las vicisitudes que marcan un punto cardinal en la historia de la provincia, como estas bailarinas arrasando con la danza para cumplir sus sueños.
Amor por todos los costados, el arte representa el perfil más prominente de una sociedad, en Cutral Có, están ellos, los artistas, y una legión de gente que los acompaña. Como toda historia, no cumple con el cometido de eternidad si no existe una historia de amor y Mili acaba de contarla.
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