Este jueves, a las 22, juegan la final con un equipo brasilero. Conocé la historia de este grupo de amigos que cumplieron su sueño.
Hace más de dos décadas, nació "La Verdolaga", un equipo de fútbol de Don Pedro que comenzó como un grupo de amigos jugando por diversión. Hoy, ese mismo grupo se encuentra a horas de disputar la final del Mundial Amateur en Brasil, un logro que va mucho más allá de los resultados deportivos y que representa una verdadera celebración de la amistad y el trabajo en equipo.
Pedro Argañaraz, capitán y uno de los fundadores del equipo, compartió la historia detrás de esta hazaña: “La mayoría de nosotros jugamos juntos desde hace más de 20 años. El 80% o 90% del equipo somos de la misma generación y compartimos un montón de vivencias desde chicos. Este año cumplimos 50 años y también celebramos el aniversario número 20 del equipo. Por eso decidí que era el momento de hacer algo diferente, algo especial”.
La idea de participar en el Mundial Amateur no fue una decisión improvisada. Argañaraz ya había explorado la posibilidad en años anteriores, pero nunca lograba reunir las condiciones necesarias. Este año, sin embargo, todo encajó. “A principios de año, empecé las gestiones con los organizadores del torneo. Lo había visto en una página web de Olé y sabía que podía ser una oportunidad única. Pero esta vez, con el aniversario del equipo y los 50 años de muchos de nosotros, logré convencer al grupo”, contó.
Formar un equipo competitivo no fue una tarea sencilla. La Verdolaga pasó de ser un grupo de siete personas con una idea inicial a un plantel de 24 jugadores dispuestos a afrontar el desafío. Pero el secreto del equipo no está en el talento individual, sino en su filosofía inclusiva y su espíritu colectivo: “Nosotros no somos profesionales, ni de cerca. Nuestra regla siempre ha sido que todos juegan, sin importar si son los mejores o no. Esa mentalidad es lo que nos ha hecho fuertes”, afirma Argañaraz.
Preparación y filosofía de equipo
A diferencia de otros equipos que llegan al torneo con grandes aspiraciones deportivas, La Verdolaga siempre priorizó lo social por sobre lo competitivo. “Desde el principio, nuestro objetivo fue disfrutar del evento y mantenernos unidos. Sabíamos que no éramos los más fuertes, ni física, ni tácticamente, pero como grupo mentalmente éramos sólidos. Esa fortaleza es lo que nos trajo hasta acá”, aseguró su capitán.
El torneo es exigente: se juega durante una semana con un ritmo intenso. Sin embargo, La Verdolaga supo enfrentar este desafío gracias a su amplia convocatoria y a la distribución equitativa de responsabilidades dentro del equipo. “Al tener un grupo grande, nos repartimos las cargas físicas y las lesiones no nos han afectado tanto como a otros equipos con planteles más reducidos. Todos tenemos claro que esto es un esfuerzo conjunto, sin egos ni reproches”, detalló Argañaraz.
Esta filosofía ha sorprendido a rivales y espectadores por igual. Equipos de Brasil, Portugal, Uruguay y otras regiones han destacado la unidad y el espíritu de La Verdolaga. “Muchos nos dicen que somos diferentes. Venimos juntos a comer, a desayunar, hasta a tomar una cerveza. Somos un grupo que juega al fútbol, no un equipo que viene solo a ganar”, enfatizó.
El esfuerzo detrás del sueño
El viaje a Brasil no fue sencillo desde lo económico. Cada miembro tuvo que costearse su parte, pero también contaron con el apoyo de sponsors que aportaron para la indumentaria y otros gastos. “Trajimos hasta bolsos personalizados y camisetas de entrenamiento. Nos ven y creen que somos profesionales, pero somos un grupo de amigos que compartimos esta pasión desde siempre. Para muchos de nosotros, esto es un sueño hecho realidad”, dijo Argañaraz con orgullo y felicidad.
El torneo también les permitió revivir anécdotas de su juventud. “Hay momentos en los que recordamos partidos de cuando éramos chicos, en los cruces entre escuelas o en el barrio. Hoy, poder compartir esto con equipos de otros países y ver que nuestra esencia se mantiene intacta es algo único”, reflexionó el capitán.
La gran final
La Verdolaga llega a la final con tres partidos ganados y uno perdido. Esta noche, enfrentarán a un equipo brasileño en lo que promete ser un partido emocionante. Pero más allá del resultado, el equipo ya siente que cumplió su objetivo. “Desde que subimos al avión en Neuquén, todo ha sido un plus. El hecho de estar aquí, juntos, viviendo esto, ya es una victoria. No vinimos con la presión de ganar, sino con la intención de disfrutar, y eso lo logramos”, aseguró Argañaraz.
Para ellos, la clave ha sido mantenerse fieles a su identidad. “No intentamos ser algo que no somos. Nos conocemos, sabemos nuestras limitaciones y nuestras fortalezas. Eso nos hace fuertes”, afirmó.
La Verdolaga es un ejemplo de que el fútbol es mucho más que un deporte: es una herramienta para unir, para celebrar amistades y para construir recuerdos que perdurarán para siempre. “Nuestro objetivo nunca fue ser los mejores en la cancha, sino disfrutar del viaje. Y lo logramos”, concluye Argañaraz.
Esta noche, pase lo que pase en el marcador, el verdadero triunfo de La Verdolaga ya quedó escrito en la historia de sus vidas.
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