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La Mañana Jaime

El linyera Jaime se llama Venancio y su familia de Chile quiere venir a Neuquén a rescatarlo

La historia del linyera más conocido de la ciudad dio un giro increíble. ¿Accederá a dejar las calles? ¿Cómo reaccionará con ese reencuentro inesperado?

Resulta que Jaime no se llamaba Jaime, sino Venancio; que el linyera más famoso de Neuquén tenía una familia en Chile que nunca más supo nada de él y hasta lo daba por muerto; que la vida que todos suponían que alguna vez había tenido realmente existió.

Y todo cambió de golpe para este hombre sin techo y sin pasado, que habitualmente vaga por el centro de las calles de la capital neuquina, cantando a viva voz, cirujeando o recibiendo ayuda de quienes se compadecen al verlo, eligiendo un lugar cada noche para dormir, sin otro abrigo que el que lleva puesto todos los días, sin otras aspiraciones que vivir el día a día como pueda, pero en libertad.

Nadie sabía su edad. Se suponía que podía andar entre los 60 y 70, teniendo en cuenta los achaques de vida difícil que tuvo (y que tiene) y los excesos con el alcohol que lo hundieron en el pozo profundo donde hoy habita.

En algunos momentos de lucidez, Jaime dijo que había llegado de Chile junto a un hermano para trabajar en la cosecha y que había sido encargado de una chacra, pero eran recuerdos que no tenía muy claros. Tampoco hablaba demasiado sobre su pasado, ni si había dejado una familia en tierras trasandinas o algún otro detalle de su vida.

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Ni siquiera podía deletrear bien su apellido. Le costaba hacerlo y le daba bronca. "¿Para qué querés saber?", repetía. Nunca había dicho su verdadero nombre.

Es probable que alguien -algún día- lo haya bautizado como "Jaime" para llamarlo de alguna forma. O que a él se le haya ocurrido ese nombre porque no se acordaba el que le dieron sus padres cuando nació.

Lo cierto es que la vida de este hombre siempre estaba nublada de misterios y cargada de preguntas sin responder. Hasta este lunes.

La vida de Jaime y un giro inesperado

Jaime asistía todos los domingos a la iglesia evangélica Jesús es Rey, ubicada en la calle Roca, a una cuadra de la gobernación. En ese lugar recibía un plato de comida caliente y la misma gente que concurría al templo se encargaba de higienizarlo, curarlo, cortarle el pelo y lavarle la ropa para que luego siguiera su rutina callejera.

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Un tostadito y un café para Jaime en la iglesia Jesús es Rey.

Un tostadito y un café para Jaime en la iglesia Jesús es Rey.

El domingo pasado un matrimonio que lo conoce hace muchos años le dijo que era importante que pudiera tramitar el documento de identidad. Jaime aceptó y al otro día fue a hacer el trámite con la pareja, aunque en la dependencia estatal le indicaron que lo mejor sería conseguir información en el Consulado de Chile, teniendo en cuenta que él era oriundo de ese país y faltaban muchos datos para anotarlo.

Y así, después de mucho investigar, mirar registros y hacer preguntas, en la institución chilena encontraron los antecedentes de Jaime y buena parte de su historia -hasta ahora- desconocida. Su verdadero nombre no era Jaime. Es Venancio Painén Lipian, nacido en Temuco, Chile, el 24 de julio de 1950.

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El Consulado de Chile acreditó la verdadera identidad de Jaime.

El Consulado de Chile acreditó la verdadera identidad de Jaime.

El contacto con la familia de Jaime

Según contó Esteban Riffo, integrante de la comunidad religiosa que lo asiste todos los domingos, con los datos que había, además del nombre de su padre y de su madre, figuraba un teléfono de contacto al que llamaron inmediatamente en busca de parientes. Y allí empezó una nueva historia porque del otro lado de la línea atendieron familiares directos de Venancio.

“Los tomó por sorpresa porque que te llamen de Argentina para hablar de una persona que hace mucho no sabían nada y creían que había fallecido, les parecía increíble, hasta pensaban que podía tratarse de una estafa”, relató Esteban.

Los familiares contaron que habían venido a Neuquén en otras oportunidades para buscarlo, pero no lo encontraron y ya lo daban por fallecido. Preguntaron y repreguntaron por Venancio Painén Lipian, describieron las características físicas y relataron su pasado, pero nadie sabía responderle. Probablemente, en aquellas visitas a la capital se cruzaron más de una vez con un viejo escondido en una mata de pelo y barba blanca al que la gente llamaba Jaime. Nunca se imaginaron que era su hermano.

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“Cuando les dijimos que Venancio estaba vivo, todos se largaron a llorar”, relató Esteban.

En esa charla telefónica, la familia contó que son en total 24 hermanos y que Venancio tuvo dos madres, una biológica y otra del corazón. Regina ya falleció, pero Ana todavía vive con 90 años largos.

A partir de esa comunicación, la noticia comenzó a correr entre todos los integrantes del familión que vive en Temuco: “¡Venancio no está muerto! ¡Vive en Neuquén y lo llaman Jaime!”.

Quieren venir a Neuquén a buscar a Jaime

Este martes, las hermanas de Venancio tenían previsto ir a la casa de su mamá para contarle la novedad, pero buscaban la forma de hacerlo para que la noticia no fuera tan fuerte y shockeante para la anciana que, pese a su avanzada edad, tiene mucha lucidez. Tenían que decirle que Venancio vivía, pero también debían contarle toda la historia y la cruda realidad que vive su hijo.

“La familia sigue en contacto con nosotros y la idea que tienen ellos es venir a Neuquén a buscarlo porque se quieren hacer cargo. Tal vez sea una manera de cerrar la historia”, reflexionó Esteban.

¿Cuándo se concretará ese viaje? Todavía no se sabe, aunque se estima que será pronto. ¿Cómo reaccionará Venancio ante la posibilidad de volver a vivir en familia, de dormir en una cama, de compartir un plato de comida con otros que lo quieran y lo entiendan, de caminar por las calles de la ciudad que lo vio nacer, pero que ya había olvidado? Es una gran incógnita.

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Además de alimentarlo, en la iglesia lo higienizan y controlan su salud.

Además de alimentarlo, en la iglesia lo higienizan y controlan su salud.

Mientras tanto, el hombre que todavía responde al nombre de Jaime vive su vida en libertad deambulando como siempre por el centro de Neuquén, rechazando refugios que lo alejen del frío, cantando de cara al sol cuando se siente feliz y acurrucándose en algún rincón cuando el alcohol revive sus fantasmas y nubla sus pensamientos.

La historia del linyera más famoso de la ciudad todavía no terminó y por ahora tiene un final abierto con dos protagonistas que nacieron de una misma raíz, pero que vivieron épocas, lugares y realidades completamente diferentes.

¿Se impondrá el final del joven Venancio que se reencontró con su familia chilena después de haber desaparecido tantos años? ¿O prevalecerá el del viejo personaje que vive y duerme en las calles y que los neuquinos lo conocen como Jaime?

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