El gasto y la poca utilidad que se le dio desde su creación a esta instancia electoral fueron los argumentos que empujaron la decisión.
Las dos cámaras del Congreso Nacional aprobaron el proyecto impulsado por el presidente Javier Milei de suspender las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para este año, después de un largo debate que se definió, al menos en el Senado, con un holgado resultado a favor de la iniciativa oficialista.
Si bien la medida no elimina esta elección, da la sensación que será el próximo objetivo, teniendo en cuenta el consenso mayoritario que existe respecto a la poca utilidad en relación con el gasto que implica su realización.
Vale recordar que las PASO fueron creadas por ley en 2009 y se celebraron por primera vez en los comicios de 2011, como una instancia para definir candidaturas y no cargos. Y de manera abierta, lo que significaba que cualquier ciudadano podía votar en el frente electoral o partido político que deseara, sin necesidad de estar afiliado a ese espacio.
Esta fue una de las razones de quienes promovieron las PASO en su momento: dar la posibilidad a todo el padrón de participar en lo que antes se definía a través de las internas de cada uno de los partidos.
De hecho, estas elecciones registran casos en donde se dirimieron internas fuertes, como, por ejemplo, en las últimas de 2023, donde el PRO definió en esa instancia su candidata a presidente (Patricia Bullrich) por sobre las aspiraciones de Horacio Rodríguez Larreta.
Pero si se hace un repaso por los diferentes procesos electorales que se sucedieron desde 2011 a esta parte, se puede observar que se convirtieron más bien en una gran encuesta y no tanto en una instancia que arbitre las disputas internas de un partido en particular, a partir de que estos espacios políticos, en su mayoría, definieron esto hacia adentro y no poniéndolo a consideración del electorado en general.
Más elementos en contra que a favor
Sobre este último aspecto, es decir, la no definición de candidaturas en internas abiertas, giró la principal crítica y fue el motor que impulsó la suspensión de las PASO. Así lo expuso el oficialismo, sus aliados, y hasta algunos gobernadores de Unión por la Patria o de partidos provinciales, como el caso de Rolando Figueroa en Neuquén o Alberto Weretilneck en Río Negro.
Otro de los argumentos fuertes en contra de las Primarias se relacionaba al gasto. En el recinto del Senado los promotores de la iniciativa de suspenderlas hablaron de 150 millones de dólares pero en realidad el gasto real implicaba para este año unos 50 millones de esa misma moneda. Como sea, la partida iba a ser destinada a los partidos habilitados y en todo lo que tiene que ver con la organización de los comicios. Y por ahí giró la principal crítica.
Las PASO también cumplían una suerte de filtro (elemento que puede ser interpretado para bien o para mal, según la envergadura del espacio político en cuestión), dado que para que un partido determinado pudiese competir en las elecciones generales debía cosechar al menos el 1,5% de los votos válidamente emitidos en el distrito de que se trate y para la categoría que se presentó.
El último antecedente marca que para las PASO 2023 se presentaron 19 listas de precandidatos a presidente y quedaron sólo cinco para competir en las generales, con muchas nóminas que no superaron ese umbral del 1,5.
En definitiva, el pulso de la política fue para el lado de suspender una instancia de votación que, en la balanza, muestra más cuestiones en el debe respecto a las razones que motivaron su creación que elementos que justificaran su continuidad.
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