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Exequiel, el último stripper neuquino: cómo eran los shows, anécdotas y el perfil de las clientas

Durante 15 años, se dedicó al particular oficio. Hoy, se dedica a dar entrenamientos personalizados, contó cómo fue su experiencia y aseguró qué ese suceso en Neuquén comenzó con él.

En Argentina con la inauguración del primer Golden en 1989, la figura masculina tomó una cierta relevancia enfundada en los stripper, encargados de enloquecer y desinhibir a la platea femenina en un rubro que se convirtió en un fenómeno en los tempranos años 90.

Con la novedad que despertaba mucha curiosidad hubo muchos corajudos que utilizaron esa “moda” o ese traje de hombre moldeado, musculoso, para tener una nueva salida laboral. Y en Neuquén, Exequiel hizo lectura de lo que estaba pasando y decidió a convertirse en esa persona que baila de forma seductora para entretener y divertir, en poco más de media hora, a las damas que pagan por sus servicios.

En la ciudad el oficio casi no tenía antecedentes. Y antes de largarse a la aventura con un grado de incertidumbre, Exequiel, quien ahora transita sus 48 años, estudiaba.

“Antes de comenzar con los shows me encontraba estudiando producción musical, instructorado en musculación y técnicas de entrenamientos personalizados”, contó Exequiel, quien desde largos años es conocido por numerosos coterráneos como El Chino.

Nació en Salta y a los seis años, junto a su familia, se radicó en Plaza Huincul. En el año ’82, se mudaron a su nuevo hogar en el barrio Limay de Neuquén Capital. “Soy neuquino por adopción. Cuando llegamos a Plaza (Huincul) recuerdo que hacía mucho viento, era muy fuerte. Y de chico me daba miedo porque venía de otro tipo de clima más cálido”, recordó sobre su arribo a la provincia.

El envión para decidirse a incursionar llegó de la mano de un amigo, que también se encontraba dando sus primeros pasos: “Lo que me impulsó a llegar a ser stripper fue un amigo que ya venía trabajando con los shows. No tenía ningún conocimiento pero por la amistad que había con él y confianza me fue llevando de a poco hasta que en algún punto me llevó a verlo como una posibilidad de trabajo, ya que era bastante rentable. Así que saque provecho y también mejoras”.

Stripper: lanzado a todo o nada

El Chino, que es el menor de tres hermanos, comenzó a dedicarse a su nuevo y particular trabajo –para esa época- en 2008 y según recordó “no había” nadie que se dedicará a esa profesión más que él y su compañero de ruta.

“La primera vez que hice un show fue en una disco de Cipolletti y fue algo nuevo porque la actitud jugaba mucho. Los que te están viendo siempre van a querer lo mejor del evento. Por dentro sentía muchos nervios y la adrenalina es fuerte”, contó Exequiel sobre esa primera experiencia en los escenarios.

En ese universo de contonearse casi desnudo todo tiene un precio: “No recuerdo bien la tarifa en ese momento pero era bastante razonable. Serían unos 50 o 60 mil pesos actuales. Como el trabajo se daba siempre los fines de semana dejaban un buen dinero. Y eso me llevo a ser más profesional cuidadoso”.

Las edades de las chicas que solicitaban un show eran variadas, ya que se podía encontrar con mujeres que habían pasado las cuatro décadas. El stripper siempre recalcaba que tenían que ser mayores de 18 años de edad: “De acuerdo al clima que se generaba era el show, pero no había pedidos especiales en cuanto a los grupos que se daban y sus edades”.

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En esos inicios los shows se daban en boliches (Bloke), bares (Kapela) y en los casinos de Neuquén y Cipolletti. “Se llenaba todo y era todo un negocio. Había muchos más lugares abiertos y los costos no eran tan caros”, contó El Chino.

Cada show privado consistía en dos salidas. Esos encuentros tenía que ver con despedidas de soltera, cumpleaños o por la celebración del Día de la secretaria Las performance duraban 40 minutos. “En los shows siempre hacíamos una pausa para que las chicas tomaran algo o bailaran para ponerse en clima”, agregó sobre las contrataciones en casas o reductos privados.

A medida que la demanda fue aumentando cada fin de semana era planificar una hoja de ruta por las diferentes localidades de la zona. “Llegamos a hacer cinco shows en una noche. A esa altura éramos más en escena porque comencé a contratar gente que venía de Buenos Aires. En una misma noche salíamos de un boliche y viajábamos a Roca y después a Cutral Co”, reveló.

En muchos de los casos la parcialidad femenina libera su timidez y hasta llega enloquecer al ver a ese stripper tallado y vigoroso. Ante esa situación que tiene su punto caliente, explicó: “Lo que me llamaba la atención era que al momento de contratar el servicio el entusiasmo que se generaba en las mujeres era un misterio para ellas. La mayoría –en ese tiempo- nunca había visto un stripper y eso lo lleva a un mayor nivel”.

“Las contrataciones en esa época eran variadas tanto como despedidas de solteras, cumpleaños o reuniones de amigas. El show era lo mismo para el evento que sea. Nunca se ha dado casos de forma particular siempre eran grupales”, acotó.

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Sobre alguna peripecia fuera lugar de parte de la asistencia que estallaba en gritos, El Chino reveló que hubo alguna situación media caótica pero no pasó a mayores. “Han pasado situaciones como que no querían que me vaya de la casa –de la que hizo la contratación- o esconder la llave, esconderte la ropa. Ahí es donde tenés que apelar a tu personalidad. Porque quería que siga haciendo más salidas y no tenía sentido. Yo les decía –ante la insistencia- que no trabajaba para payaso”.

“Cuando vos estás ante un grupo grande –de mujeres- siempre te van a decir cosas porque están en plena diversión, riéndose y con algo de alcohol encima. Te ponen a prueba para ver qué haces vos. En mi caso la respuesta siempre fue un ‘no’ por una cuestión que para mí lo que hacía era un trabajo”, detalló. Y ante algún acoso o contacto privado que pudiera haber tenido, aclaró: “Esa cosas pasan solo en las películas”.

Anécdotas y encontrarse algún conocido

Por otro lado, admitió que en algunas de las contrataciones que se daban le tocó encontrarse con gente que conocía de algún ambiente: “Me ha pasado encontrarme con conocidos del secundario. Pero no te podes inhibir porque vos tenés que seguir laburando en lo tuyo. Igualmente, no pasa más de eso. He cruzado conocidos que estaban en el show y no sabían que era stripper”

Exequiel, que sumó 15 años de carrera en el oficio, siempre tuvo bien claro cómo manejarse en los diferentes escenarios que se le presentaban. “Si algo aprendí en cada desarrollo fue a ser siempre cuidadoso y ofrecer un show agradable, divertido, no ser chocante en nada, no sobrepasarse. No había contactos físicos, sí una ‘ilusión’ visual para las chicas. Era como el mago que hace su magia sin que les veas la mano”, aseguró.

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Como en cualquier trabajo, Exequiel tuvo experiencias buenas, malas y hasta momentos insólitos que se volvieron anecdóticos.

“Una que me quedó registrada fue que al finalizar un show, al retirarme, salen todas a despedirme del lugar y cuando me di vuelta, caí de un primer piso por las escaleras. Casi no podía hablar de los golpes pero me pare y me retire como un caballero. No tenía que perder la actitud. La actitud siempre arriba”.

Otra de las historias que Exequiel aloja intacta en su memoria es cuando tuvo un intercambio con un agente policial: “Tomé un taxi y en un control policial me hicieron abrir el bolso. Era las tres de la mañana y el efectivo encontró mi vestuario de stripper. Me miro y me dijo sorprendido ‘a dónde vas con esas ropa’. Y le respondí a un show… me miro fijo y se largó a reír. Ya estaba jugado con la hora”, rememoró entre risas.

Los shows en Chile

Chile se transformó en un nuevo destino para El Chino y sus colegas bonaerenses luego que los viera en uno de sus shows una productora del país trasandino. “Arrancamos en Los Andes (centro de Chile) y después pasamos por Temuco, Osorno, Puerto Montt y Santiago. La mujer chilena se entregaba un poco más a las reacciones por el solo hecho de ser argentino. Pero siempre había un respeto en todo”

El salteño, que actualmente es conocido por dedicarse y ofrecer entrenamientos personalizados, tuvo la posibilidad de irse al exterior, aunque optó por quedarse en su tierra.

“Tuve el ofrecimiento para irme a Italia y España pero era dejar algo y comenzar todo de cero. Estaba trabajando muy bien y me quedé en lo seguro. En Ushuaia fue en donde encontré esa propuesta porque hay gente extranjera de todas partes del mundo.

Para promocionar algunos de sus producciones, el stripper neuquino contó que en ese tiempo funcionaban muy bien las radios FM, además contaban con una página web propia en donde sus clientes podías dar con las fechas y aprovechaban para dejar preguntas.

“Llegué a tener diez mil entradas – a la página- cuando anunciaba algún show. En el casino siempre queda gente afuera y no faltaban algunas mujeres que se enojaban”.

En el plano social ante cierta incomodidad que haya pasado por su oficio, expresó: “Era el stripper y te miraban como sapo de otro pozo. Esas situaciones y miradas también te las tenías que comer tranquilamente. Me ha pasado de ir a trabajar a un lugar y tedian ‘los strípper son todos ‘trolos’. Si bien me afectaban algunos comentarios lo tuve que superar. Era gente que provocaba para buscar pelea.

Vínculos y soledad

El plano sentimental su oficio le trajo ciertas complicaciones para sostener un vínculo porque siempre era “difícil” de entender de la otra parte de la pareja. “Mientras trabajaba estuve en pareja y siempre demostré respeto por la persona que tuve al lado. El tema es cuando la otra persona comienza a desconfiar y sentirse insegura. Pero ya no es un problema mío sino de la otra parte. En el último tiempo (de trabajo) tuve que dejar hacer shows para poder estar bien con la otra persona y para que también este tranquila y se siente a gusto. Pero fue difícil porque quieras o no siempre le afectaba a la otra persona. Fue también un aprendizaje”

“He estado en eventos rodeados de mujeres y llegar a mi casa quedándome solo mirando tv o el techo. He pasado momentos de soledades ´pero hay que bancársela. Porque era muy difícil que una mujer acepte ese trabajo”.

Alguien lo tenía que hacer

En Buenos Aires los stripper son contratados para ser parte de los Golden. Sin embargo, para El Chino el “furor” ya no está, se fue. “No sé si hay gente que se dedique acá, creo que no hay. A mí me siguen llamando para hacer shows. Si bien he hecho alguno de forma muy espaciada, no estoy tomando contrataciones. Ese furor ya no está por los cambios que hubo en la sociedad y el movimiento feminista que han hecho las mujeres. La mentalidad de la gente siempre va cambiando”, opinó.

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Para Exequiel para convertirse en un stripper hay que estar bien entrenado, tener una buena alimentación, tener actitud y conducta: “Son muchas cosas y siempre hay que ser consiente que iba a ser un trabajo como otros. También es tener el control de uno mismo para no entrar en otro juego o historia. Eso depende de la personalidad de cada uno y el objetivo que te propongas. Así conocí buena gente y lindo lugares”.

“El fenómeno stripper comenzó el primer día que empecé hacerlo. Y bueno alguien lo tenía que hacer (en Neuquén) y ese alguien era yo (risas). Estuve 15 años, empecé desde abajo y me fui formando pasando por muchas etapas. Si vos te enfocas en algo le pones la ficha a seguir creciendo. Para mí fue una etapa muy linda que ya la pasé. La supe aprovechar y la tomé como un trabajo La misma vida te va diciendo hasta acá llegamos. El mismo tiempo te lo va marcando”, se explayó.

Al consultarle si se siente el último stripper de Neuquén, Exequiel fue categórico: “Si digo que sí, me estaría agrandando. Y si digo que no, estaría mintiendo. He conocido mucha gente. Vos decías stripper y era El Chino. Tuve competencia, pero le duro poca la trayectoria. Yo mantuve una línea, la respete, y hasta el día de hoy me siguen llamando”.

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