Francisco: un poema concluido y el legado inestimable que vino de los confines

El ataúd de Adán Buenosayres, escribió Leopoldo Marechal, transportaba en aquel sepelio no la carne muerta del difunto, sino el rasgo sutil de un “poema concluido”. El entierro narrado en el preludio de la magistral novela, bien podría encajar en el epílogo de la obra de otro porteño, Jorge Bergolio, tal como se pudo apreciar este sábado en Plaza San Pedro.

La literatura, se sabe, era una de las pasiones del extinto pontífice, admirador de Jorge Luis Borges, con quien departió en ocasiones y hasta se dio el gusto de editar un libro de cuentos en Santa Fe, donde el jesuita daba clases durante su tarea sacerdotal.

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Con Borges, seguramente, guarda también una potente semejanza: ser un personaje de los márgenes, de las afueras, u orillas, no solo geográficas, sino también existenciales que les permitieron componer el panorama en el cual cada uno de ellos tuvo en suerte desenvolverse. Ese tipo de universalismo, decía el filósofo Émile Cioran, a propósito del autor de “Los Conjurados”, solamente se puede adquirir viniendo de las antípodas.

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Bergoglio no quiso una pompa imperial, que bien encajaría en su cátedra papal, sino algo cuyo peso simbólico y testimonial permitiese abrir un derrotero que la iglesia católica, como los líderes que fueron a su entierro, no deberían ignorar.

Uno de los tantos legados que deja el papa es precisamente que, en los márgenes del mundo, y en los marginales del sistema, está gran parte de la suerte de la escena y de los actores en el drama de la novela mundial que actualmente se narra.

Se verá en el cónclave que deberá elegir al sucesor de Francisco qué tipo de iglesia propone y que hará en su gestión quien finalmente resulte ungido.

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Al parecer, el nuevo pontífice encontrará una iglesia con luces y sombras, y sectores de poder antagónicos que no necesariamente comulgan con la obra que dejó el papa argentino. Puertas adentro de los palacios apostólicos hay una realidad, y afuera otra muy diferente; de eso dio fe Jorge Bergoglio.