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La Mañana Gilda

Fue bajista de Gilda, se salvó del trágico accidente y ahora es maestro en la región: "Con ella sentí el cielo en mis manos"

Las imperdibles confesiones de Marcelo Inamorato en rica entrevista con LMC. Las charlas íntimas con la leyenda, anécdotas, milagros y su presente en la zona.

No se arrepiente de este amor por la región, Marcelo Inamorato. Ni de esa relación casual y “para siempre” con un pueblito rionegrino de poco más de 1000 habitantes en el que pasa lo más inadvertido posible. Allí, en Darwin, lleva una vida de muy bajo perfil hace tiempo el bajista de Gilda que disfrutó del máximo estrellato de la banda y se salvó azarosamente de la tragedia en la que fallecieron la leyenda de la música popular y otros integrantes del icónico grupo.

Con los recuerdos intactos, el agradecimiento eterno a la reina de la cumbia que se convirtió en una “santa” para buena parte del país que siente devoción por ella, esa simpleza de barrio innata y ganas de contar cosas que nunca antes dijo, este docente, profesional de la música y estimado vecino del Valle Medio se prende en la extensa e imperdible charla que le propone LM Cipolletti.

-¿Cómo es tu presente, tu día a día en Darwin?

-Llevo una vida tranquila, con decirte que mucha gente recién ahora por la película de Gilda se enteró dónde y con quién estuve… Soy docente de grado, con título, hago desde jardín a secundario, pasando por primaria en la escuela 78 de Coronel Belisle, la escuela 10 de Choele Choele y en Chimpay. ¿Cómo me llevo con los pibes en tiempos complicados? No me cuesta porque vengo de abajo, soy de Monte Chingolo, me crié en una villa de Lanús, sé llevarlos. Y a la vez tengo experiencia en el trato con los pibes de la calle. Hace 8 ó 10 años trabajé en un refugio para jóvenes privados de libertad, en Chimpay. Ahí aprendés sus códigos, a saber cómo se expresan. Incluso creamos una banda, “Larreba”. De 10 chicos que empezaron uno solo se desvinculó. Siempre me vienen a visitar, algo muy lindo. Habitualmente charlo mucho con los de séptimo grado a la mañana, en los recreos saco la guitarra y empiezo a tocar con ellos. Armamos canciones, cantamos para la bandera, traen instrumentos de sus casas en zona rural. En 22 años de carrera siempre tuve puntaje máximo, ninguna objeción por suerte. Y después compartiendo como siempre con mi esposa Claudia y mi hijo Leonel, que va a cumplir 29 y heredó la pasión, es un músico multifacético; con mi nuera que es de fierro y con mis dos hermosos nietos Lautaro y Alan.

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En la escuela, junto a sus alumnos:

En la escuela, junto a sus alumnos: "En los recreos pelo la guitarra y nos ponemos a cantar".

-La pregunta del millón es qué hace ‘este tipo acá’. ¿Cómo llegaste, conocías algo de la zona?

-No conocía acá pero en Buenos Aires, después del accidente de Gilda, empezaba a ser furor la cumbia villera y tuve algunas ofertas pero no era lo mío. Mi sobrino se las rebuscaba como músico callejero, él llegó antes que yo al Sur, armó una banda acá y un día me dice ‘tío, no querés venir a Lamarque’. Le comenté a mi señora, teníamos un hijo chico y como músico me veía terminado allá, no encontraba trabajo para lo que quería hacer. Así que me vine, toqué con la banda y justo me ve un cantante local famoso de folclore, Naldo, quien me invitó a trabajar para cultura, me dio una mano y así arranqué.

-Y se te nota muy contento y convencido de que aquella fue una gran decisión en tu vida.

-Totalmente, ya eché raíces acá. Me gustó, yo ya vengo de esa mezcla de barrio y ciudad, busqué otra vida para mi hijo. Vine con una mano atrás y otra adelante, esa es la realidad. Vivía allá en casa de mis suegros, que me gastaban ‘no le desarmes la cama que en dos meses vuelve’. Pero yo no quería volver como fracasado, así que le metí duro. Trabajé en chacras cosechando zapallos, hice de todo dado que tardaron como 4 años en llegarme los papeles para ejercer en docencia. Ahí cambio mi vida. Empecé a laburar en Darwin, luego pude acceder a una casa como maestro provincial y así me acomodé.

-¿Y seguís ligado a la música?

-Nunca dejé la música, he intentado pero me busca y bueno no puedo decirle que no -risas-. Tengo un estudio de grabación personal. Fui uno de los primeros en crear el estilo de la banda Zimboa (“la aplanadora de la cumbia”), les armo cosas desde acá. Además del trabajo directo con Cristian Ramírez, el cantante actual de Los del Fuego que es mi sobrino el que me trajo y con Marcelo Gros. Asimismo estoy trabajando hace años con una empresa de Suecia, que me contacto por mi pasado con Gilda e hice grabaciones de cortos latinoamericanos. Y hay un proyecto con Nina La Que Brilla que es actriz y cantante internacional. En medio de todo esto, tengo mis shows personales como solista instrumental. Bastante ocupado por suerte, este finde toco en tres bandas…

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Cristian Ramírez, sobrino de Marcelo, fue quien lo trajo al Sur. Hoy es el cantante de Los del Fuego.

Cristian Ramírez, sobrino de Marcelo, fue quien lo trajo al Sur. Hoy es el cantante de Los del Fuego.

-Recién mencionaste la película de Gilda, en la cuál participaste. ¿Te gustó el producto final? ¿Te sentiste representado e identificado?

-La verdad que no… No me gustó que hayan quitado algunas partes importantes, por ejemplo diálogos que tuvimos con Gilda, en mi caso como cuando ella iba a casa porque éramos amigos. Se demoró 5 años en hacerse, luego la habíamos terminado con un final y la productora que tomó la posta lo puso al principio para darle continuidad porque supuestamente iba a haber segunda película... Se recortó mucho, quedó como documental de apenas hora y cuarto… Por los permisos de la escuela yo estuve solo una semana filmando pero me quedó ese sabor agridulce.

-¿Qué te pareció la interpretación de Natalia Oreiro y qué tal ella como persona?

-Espectacular en todo Natalia. Ya me la había cruzado con su marido el de Divididos (Ricardo Mollo) y me dejó una gran impresión, lo mismo que Lorena, la primera directora del filme.

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Con Natalia Oreiro en la presentación de la película de Gilda y con su hijo Leonel, que sigue sus pasos.

Con Natalia Oreiro en la presentación de la película de Gilda y con su hijo Leonel, que sigue sus pasos.

-Y vos podes contarla de casualidad, ya que justo no fuiste al viaje mortal. ¿Qué hizo que te quedaras?

-Resulta que me asaltan un viernes en Villa Fiorito cuando iba a grabar desinteresadamente para otro colega y me sacaron la cartera, la documentación, la ropa. Me gatillaron de frente y por suerte la bala no salió. Al mes de eso tuvimos un primer viaje a Bolivia. Como entonces se tardaba mucho para reponer la documentación, hablé con Gilda y me dijo ‘vamos a hacer una cosa, tengo un amigo con la misma forma de tocar que vos, si él acepta, hacemos un enroque con su banda así no te quedás sin trabajar este tiempo’. Así fue que él, Gustavo Babini, ocupó mi lugar, yo el suyo y justo sobrevino el accidente. Ahí te ponés a pensar en muchas cosas.. Iba sentado en el lugar que yo me sentaba…

-¿Fue el destino?

-Yo, que no suene a soberbio, me cree mi propio destino y mi propio Dios. Así que no sé qué decirte.

-¿Dónde estabas cuando te enteraste de la tragedia y cuál fue tu primera reacción?

-Me enteré tocando para Crema Americana, rotábamos hoteles con otras bandas. Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, en especial los momentos compartidos. Pensar que una semana antes vinieron todas las bandas y celebrábamos porque estábamos por cerrar un acuerdo con una productora grande del exterior. ‘Se nos dio decíamos’ por llegar más de lleno a otros países, no nos dábamos cuenta que ya teníamos el éxito en nuestras manos. Brindábamos, reíamos… Pero luego pasó lamentablemente lo que pasó. No fui a ese viaje pero los riesgos estaban siempre porque había que llegar contra reloj a los boliches, una vez recuerdo nos llevamos puesto una barrera de tren porque había que respetar los compromisos que llovían por todos lados.

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-¿Pero llegaron con Gilda a disfrutar plenamente de la popularidad y del éxito? Luego de su muerte explotó aún más el furor.

-Ella disfrutó muchísimo si bien es cierto que reventó y revolucionó todo después de la muerte, porque lamentablemente nos quedaban muchas presentaciones en boliches y recintos importantes y no se pudo cumplir. Ahora me toca a mí y a Daniel De La Cruz, el trompetista de Damas Gratis, ser una suerte de imagen viva del grupo. También sobrevivió el tecladista. Yo soy un Gilda. Cuando ella hace su mejor contrato nos dijo ‘no quiero ser yo sola, o firmamos todo como la banda de Gilda o no firmamos nada’. Integrar su staff en el mejor momento fue hermoso. Nunca nos la creímos, entrábamos por adelante con toda la gente, firmábamos autógrafos. Lo disfrutamos un montón, conocimos personalidades que no íbamos a conocer de otro modo, cosas lejanas. Hasta de una radio de Suecia me mandaron pruebas de que la escuchaban allá. Más reconocimiento que eso…

-Muchos la consideran una Santa, le rezan con fe y se aferran a ella, visitan su santuario… ¿Qué opinás?

-El mito viene de una vez que estuvimos en Tucumán y fue a vernos una nena en silla de ruedas. Bajamos por el frente del escenario a saludarla, el público nos dio paso con total respeto como siempre. Gilda la ve a la nena y le da un beso como hacía con todas las criaturas. Resulta que al mes volvimos a Tucumán y la mamá nos dijo que se puso de pie. Si bien tenía una enfermedad, no estaba paralítica, se pudo recuperar gracias al tratamiento. De ahí empezaron a hablar de ella sobre sus poderes sanadores, al percatarse de eso en el escenario aclaró ‘no soy santa ni curandera, soy una simple cantante de cumbia y maestra jardinera’. Pero respeto a los que se encomiendan a ella, es más mi mamá estuvo enferma y pidió vivir dos años para conocer a su nieto como deseo final. En nuestra humilde casa tenía una foto que se sacó con Gilda en mi casamiento, le prendió una vela al lado y la casita con techo de chapa se prendió fuego y quemó toda menos esa imagen… ¡Y pudo conocer a su nieto!

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El santuario de Gilda, una de las exponentes de la música más popular más influyente de la hsitoria.

El santuario de Gilda, una de las exponentes de la música más popular más influyente de la hsitoria.

-Tremendo testimonio…

-Te digo más, acá en el Sur había un museo paleontológico y un día se acercó una persona con acento americano, el hombre escuchaba Gilda. ‘Me atrae mucho esa música’ me dijo y luego me confesó que le había cumplido muchas cosas que le había pedido, una de ellas conocer el Sur argentino. Ahí decís, epa, parece que era cierto… Daniel -por su amigo de Damas Gratis- también me cuenta que le dicen que ‘Gilda es nuestra santa, nuestra guía’, vio colectivo de banda mexicana con el rostro de Gilda y la leyenda “ella nos guía”. Impresionante.

-¿Alguna anécdota puntual que recuerdes con ella?

-Varias. Era una mujer muy ordenada y prolija con la ropa y una noche fuimos a tocar a Tropitango de Constitución. Nos habían apagado la luz del colectivo y recuerdo que dormíamos en esos pocos minutos porque no parábamos. Del apuro, se bajó con una media blanca y una negra, se dio cuenta al rato y no le gustaba, estaba incómoda en el show. Y me retó por no avisarle jaja.

Otra: yo me la pasaba haciendo chistes, peleando siempre con el negro Larrosa el percusionista de la banda y en ese momento estaba de moda el humorista Alacrán y ella un día me dice ‘¿sabés como te voy a llamar? Cucosita’, como le decían antes a él.

-Queda claro que Gilda marcó tu vida y tu carrera.

-Sí, claro que me marcó. Por todo lo bueno que me ha pasado pero a la vez no quiero, por ejemplo, que si a mi hijo le va bien en la música que digan que arrastra el éxito de mí. Por eso le digo cuando lo acompaño a los escenarios que me presente “como un músico más de la banda” sin contar mi historia. Con Gilda nos hablábamos mucho, había temas en común porque los dos éramos maestros, en su caso de educación inicial. Decía que le tenía miedo al éxito, que no estaba preparada para la fama. Una vez estábamos solos y se me ocurrió preguntarle cómo le gustaría morir… Me respondió sin ningún titubeo: ‘me gustaría que me recuerden nomás’. ¿Cómo una reina?, insistí yo. ‘No, solo que me recuerden. Si nos recuerdan es porque hicimos las cosas bien’, tiró. Así se simple era ella y nosotros la imitamos, siempre bajo perfil. Trae nostalgia hablar de ella pero tengo que sacarlo afuera. Con Gilda sentí el cielo en mis manos. Para mí nunca murieron los de la banda.

-¿Te quedó algo por decirle?

-Sí, un montón de cosas. Por la forma de tratarnos a todos por igual, le diría gracias. Porque además me sirvió mucho su apoyo antes y ahora. Por la ‘chapa’ que me dio y lo digo humildemente, se me abrieron muchos caminos gracias a haber compartido escenario con ella y con los muchachos como Pedri, Manuelito, La Rosa, el tecladista, Giménez, Marcelo Cejas, hincha de Tigre que falleció luego yendo a ver al Matador ante Chicago, lo mataron pobre en los recordados incidentes. También Luis More, el cordobés, que era el chofer y murió en el accidente. Tantos recuerdos… (hace silencio y suspira hondo con inocultable emoción).

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La banda de Gilda a pleno en los años dorados. Marcelo, parte de la leyenda.

La banda de Gilda a pleno en los años dorados. Marcelo, parte de la leyenda.

-¿Qué te genera que los chicos de hoy sigan oyendo su música?

-Me ha pasado de verlo y oírlo y es muy lindo. No te olvides que en las provincias fue primero la revolución de Gilda y por suerte ahora se está escuchando de nuevo, lo mismo que el Potro Rodrigo, al que conocí también porque trabajábamos en la misma empresa. Se sostiene la música retro, incluso la de Walter Olmos. Gilda tenía una letra que calzaba con todo. Si hasta hubo dos presidentes antagónicos que usaron su música: Cristina y Macri. Gilda con dos palabras decía todo, era una adelantada. Además de muy familiera, siempre apuntaba a la familia, quería que desde un nene de 4 años a un abuelo de 90 pudieran bailar sus temas. Algo que no todos los saben es que sus canciones están hechas a velocidad justa.

-Gilda es como Maradona o Messi en la cumbia y en fútbol se decía que Diego no tendría sucesor y sin embargo apareció La Pulga… ¿A ella podrán igualarla algún día?

-No lo creo y en parte por el tema el gobierno, no hay incentivo, muchos músicos están vendiendo sus cosas por falta de laburo… Hablo seguido con mi sobrino que me dice que es tanta la desidia que hay que antes trabajaba en 10 ó 15 shows por fin de semana y hoy bastante más espaciado.

Marcelo Inamorato, como dice él, “Yo -también- soy Gilda”.

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