La de Margarita y El Vasco, una historia de amor sin igual en el Alto Valle y “en el mundo”: “La busqué siempre porque es el amor de mi vida”.
Siempre se vuelve al primer amor… Aunque hayan pasado 43 años, como en el caso de Margarita (71) y El Vasco (72), protagonistas de una historia sentimental única. Tras el ansiado y emocionante reencuentro, actualmente ambos viven una “eterna luna de miel” en motorhome y recuperan el "tiempo perdido como pareja".
Se conocieron cuando eran adolescentes en el pueblo donde nació él, Mayor Buratovich, al sur de la provincia de Buenos Aires (“entre Bahía Blanca y Viedma”).
“Yo tenía 14 y ella 13, nos pusimos de novio pero nos veíamos muy poco porque en mi caso estaba de pupilo en un colegio de cura de Bahía y a ella casi que no la dejaban salir. Es decir, cada muerte de obispo nos juntábamos -risas-. Pero fue un amor puro, intenso, que nos marcó para siempre”, recuerda Enrique y suspira hondo.
Pese a la corta edad, jura que se habían enamorado. La relación comenzaba a afianzarse pero una cuestión de fuerza mayor derivó en una inevitable y dolorosa separación: “Ella es neuquina y la familia decidió volverse a Centenario. La extrañaba horrores pero no es como ahora, en aquellos tiempos no había ni teléfono -risas-, mucho menos tecnología, esto de las redes sociales que está tan de moda. Solo una cartita, a rezar para que llegara a destino y a tachar los días esperando la tan deseada respuesta”, contextualiza sobre las dificultades para comunicarse y mantener un vínculo a distancia en dicha época.
Cada cuál empezó indefectiblemente a recorrer su propio camino y apenas volvieron a verse de manera circunstancial en una celebración. “Resulta que pasaron los años, yo era amigo de la hermana que se casó en mi pueblo, Margarita naturalmente fue al casamiento y ahí nos vimos. Ambos teníamos nuestras parejas pero la verdad que estuvimos mirándonos atentamente, al menos hubo un par de cruces de miradas por así decirlo. Pero nada más”, deleita con su relato el Vasco.
Quien intentó torcer el destino ya en aquel entonces pero en esa ocasión sin suerte. “Le escribí una carta para que no se casara, que me esperara. Pero bueno, por los avatares de la vida ambos finalmente subimos al altar con otras personas que nos merecen el mayor de los respetos, tuvimos hijos -yo 2 y ella 3-, nietos -en mi caso 4 y Marga 5 y una biznieta-”, confía a corazón abierto.
El que busca encuentra señala otro popular refrán y la vida les tenía preparada una última gran sorpresa cuando las esperanzas de uno y otro comenzaban a esfumarse. “Los dos nos divorciamos, pasaron 43 años hasta que conseguí el teléfono de ella. La busqué siempre porque es el amor de mi vida, la llamé y no nos separamos más”, sorprende con el final feliz de una historia de amor como la que no hay otro igual.
No tenía mucho que perder a esa altura del partido y tampoco había tiempo para regalar. Nada le garantizaba que iba a dar con el paradero de su media naranja y que sería bien recibido luego de más de cuatro décadas. Pero se tuvo fe el hombre y su gran mérito quizá radicó en que no dejó de intentarlo.
“La tenía que encontrar, no sabía si estaba divorciada, yo la buscaba igual en forma desesperada. Llevaba como 20 años de separado y ella unos 30. Por suerte todo salió de la mejor manera y hace 8 años que estamos juntos, enamoradísimos”, comparte con orgullo el impensado desenlace, digno de las mejores películas o novelas románticas. O más bien de un cuentito de hadas.
El famoso mecánico que cerró el taller y se vino
Claro que él renuncio a muchas cosas para estar con ella para siempre. Por ejemplo, dejó su ciudad natal y cerró su taller mecánico, en el que preparaba autos de carrera de reconocidos pilotos.
Ahora despunta el vicio reparando la motorhome, esa Mercedes Benz 1999 que armaron (“sumamente completa”) y con la que se dedican a viajar y a disfrutar la vida en forma descontracturada, en una suerte de “luna de miel interminable”.
“Los dos ya estamos grandes, nos encanta pasear, viajar, tenemos ese espíritu aventurero. Al estar jubilados ambos, tampoco tenemos problemas de horarios ni nada de ello. En noviembre, de hecho, hicimos un viaje de 2 meses, recorriendo 15 mil kilómetros. Salimos de acá hasta Jujuy, de ahí a Cataratas, volvimos por Entre Ríos, La Rioja, Catamarca, San Luis, Tucumán, Salta…”, comenta uno de los miembros de la organización de rodanteros del Alto Valle.
El momento del reencuentro y un viaje emotivo al lugar donde se conocieron
¿Cómo fue el momento reencuentro? “Espectacular, ella le había comentado a sus hijos que tenía un amor histórico y platónico -risas- y cuando iba a venir, habían preparado una sorpresa pero me anticipé. Llegué de mañana, la agarré durmiendo a Margarita, hacía 43 años que no nos veníamos y ella estaba en camisón, en piyama, no quería ni abrirme la puerta al principio -más risas-. Fue una sorpresa, algo maravilloso, estuvimos varios días embobados, aún lo estamos a decir verdad”, admite quien hizo realidad su máximo sueño.
Llevaron a cabo numerosos viajes juntos “desde el 2018, no hemos parado”. Pero hubo uno especial, sumamente emotivo.
“Hemos recorrido los lugares donde nos veíamos en el pueblo, lugares de la infancia, fue realmente muy grato y conmovedor volver allí”, culmina y anticipa cuál será el próximo destino: “Estamos esperanzado unos amigos de Ezeiza para acompañarlos a recorrer el sur de Neuquén y en febrero o marzo iremos al mar”.
Los caminos de la vida volvieron a juntarlos y transitan este increíble reencuentro como un viaje de ida… El cariño de Enrique por Margarita nunca se marchitó y el de ella hacia él tampoco. ¡Vasco, viejo! ¡Viva el amor!
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