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Incendio en Valle Magdalena: los brigadistas regresan con frustración, agotamiento y con un empuje renovado

Un gabinete psicológico atiende sus demandas ante las dificultades de combatir el incendio forestal. Los detalles.

En la estancia Mamuil Malal se montó una base de operaciones para combatir un incendio forestal sin precedentes que ya afecta a 15.200 hectáreas en la provincia de Neuquén. Este miércoles, en el día 13 de combate contra el fuego, hay 300 brigadistas luchando cuerpo a cuerpo contra las llamas y focos fuera de control y llegarán al atardecer sucios, cansados, pero con una sonrisa que renueva su empuje para seguir luchando contra el fuego.

"Es tristísimo ver todo lo que se está quemando", señaló Max Knüll, de la Fundación Tierras Patagónicas. "Pero cada crisis es una oportunidad para trabajar juntos", dice sobre un esfuerzo compartido que no distingue banderas ni colores. En el campamento hay fuerzas federales y provinciales, bomberos voluntarios y de la Policía, brigadistas de provincias lejanas como Jujuy o Córdoba, y también especialistas de comunidades mapuches que combaten el fuego.

La Fundación coordina un equipo de brigadistas de distintas comunidades mapuches y hay más de 20 trabajando en el incendio de Valle Magdalena. Pero no son los únicos: este miércoles se calculó que unas 300 personas combaten el fuego, mientras un equipo igual de grande trabaja en el apoyo logístico.

En las carpas montadas en el campamento hay un puesto de hidratación, que les ofrece agua y alimentos. Adrián Barrera, director provincial de Manejo del Fuego, explicó a LMNeuquén que cada brigadista se lleva un kit con alimentos y agua, pero al regresar al puesto se pueden proveer de más bebidas y hasta fruta fresca, como una sandía cortada que se ofreció a los presentes en una jornada de calor intenso.

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A la tarde, el termómetro marca 21 grados centígrados, pero un sol abrasante se ensaña con los que dirigen las actividades de logística y coordinación. Recortado contra el cielo blancuzco que opaca la cadena montañosa, los helicópteros se elevan con sus helibaldes para acudir a combatir el fuego.

Un hospital de campaña en pleno campamento

En la zona operativa, más lejos del helipuerto, una carpa blanca funciona como hospital de campaña. Allí llegan los brigadistas para recibir atención médica y realizarse las primeras curaciones en caso de sufrir alguna afección durante el combate del fuego. Por ejemplo, se hacen lavajes en los ojos enrojecidos y se chequea su presión arterial y sus vías respiratorias.

En ese mismo espacio funciona un gabinete psicológico del SIEN. La secretaria de Emergencias y Gestión del Riesgo de la provincia de Neuquén, Luciana Ortiz Luna, apuntó a trabajar con una mirada integral de la salud, en donde la contención emocional y los riesgos de salud mental son tan importantes como los físicos, por lo que este equipo busca brindar ayuda ante la frustración y el cansancio.

Identificar a un brigadista que llega del incendio forestal no es difícil: su rostro tiznado por el fuego, sus ojos enrojecidos por el humo y una inexplicable sonrisa que se esboza en un panorama desolador.

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Max Knüll la sabe explicar: "Vienen contentos, con una sonrisa en la cara, no sólo por haber llegado seguros sino por el trabajo que vienen haciendo". En su caso, los brigadistas mapuches de la fundación son los que mejor conocen su territorio, y defenderlo es un acto que los enorgullece pese al paisaje triste que se observa alrededor.

Y en eso insisten los psicólogos del gabinete: "Les pedimos que recuerden para qué están acá, por qué vinieron en primer momento". Aunque están preparados para afrontar escenarios complejos, y ya tienen experiencia en incendios forestales, muchas veces el clima les juega una mala pasada y tira atrás todos los avances que venían realizando.

Por eso, los terapeutas trabajan en la detección de su malestar y les ofrecen ayuda psicológica para una lucha que se perfila extensa. Desde Parques Nacionales aseguraron que al menos durante el mes de febrero no hay pronósticos de lluvia. Y sin esa ayuda de la naturaleza, apagar el fuego dependerá solo de los esfuerzos humanos.

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En ese contexto, la ayuda de los brigadistas de otras provincias es fundamental para sostener el espíritu de grupo y darse aliento cuando las cosas no salen de la forma esperada. En este momento en que los planes cambian todo el tiempo y los esfuerzos más heroicos parece inútiles ante el avance empecinado del incendio, el apoyo mutuo es el salvoconducto para seguir trabajando con alegría.

Barrera aclaró que hay cientos brigadistas certificados y capacitados trabajando en la zona, y que pronto harán falta nuevos relevos para que los trabajadores descansen y recuperen fuerzas para las nuevas acciones, que se apoyan en los medios aéreos, bombas de última generación pero, sobre todo, una voluntad férrea para defender los bosques de Neuquén.

Entrevistas- Psicólogos del SIEN

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