Días atrás se dio la situación más preocupante cuando un adolescente se tiró de cabeza al río Limay, incitado por su padre.
Una preocupante escena se repite a diario en la zona balnearia de Neuquén: adolescentes y niños siguen utilizando el puente ubicado sobre el río Grande, en el acceso a la Isla 132, como un trampolín improvisado y se arrojan hacia el río Limay. Desde hace un largo tiempo se analizan posibles medidas para evitar que siga sucediendo, y desde el municipio empezaron a aplicar algunas estrategias preventivas este fin de semana.
La situación más preocupante ante estos episodios que se reiteran, se dio hace más de una semana cuando un adolescente se tiró de cabeza al río, incitado por su padre. Se golpeó la cabeza contra el fondo del agua, lo que provocó que quede inconsciente flotando boca abajo. Un guardavidas vio la situación y se arrojó rápidamente para sacarlo.
La rápida acción evitó una tragedia mayor, aunque el joven sufrió severas heridas. Pero debido al impacto, el menor sufrió fractura de pómulo derecho y de dos vértebras cervicales. Tuvieron que realizarse una cirugía para colocarle una placa de titanio en el pómulo derecho.
Desde el Sindicato de Guardavidas se volvió a insistir en la importancia de respetar las normas de seguridad en los estos lugares y evitar conductas peligrosas, como lanzarse desde lugares no habilitados.
Por su parte, desde el municipio confirmaron que comenzaron a aplicar algunas medidas preventivas para evitar que esto siga ocurriendo cada jornada de verano.
El sábado y domingo, personal municipal se instaló en el lugar para hablar con quienes llegaban hasta el puente con intenciones de arrojarse. "Estuvimos charlando con los menores y mayores que se querían tirar del puente, intentando usarlo como trampolín", indicó el director de Seguridad Balnearia de la Municipalidad, Gabriel Rambado.
Asimismo, indicó - en diálogo con LU5 - que "Les explicamos que no se puede, que está prohibido, que no es gracioso y nos recibieron bien, entendieron que ya no se pueden tirar y que comprometen a los guardavidas".
Rambado detalló que por ahora seguirán haciéndose presente en el lugar en el horario de 16 a 20 horas para hablar con la gente: "Ese el horario de pico máximo cuando empiezan a arrojarse. Tenemos que atender estas cosas que hacen a la convivencia. Hay que seguir con este trabajo, fortaleciéndolo", aseguró.
Por otro lado, desde el sindicato de guardavidas de Neuquén insistieron en la posibilidad de instalar mallas protectoras para evitar estos hechos. Según explicaron en declaraciones radiales, la malla debería colocarse en el lado interno de la baranda, dificultando el acceso y dando tiempo a la policía para intervenir. “Es una solución que venimos proponiendo hace años para evitar tragedias. Queremos proteger a quienes visitan este espacio y preservar su seguridad”, señalaron.
Una peligrosa "tradición" que preocupa en Neuquén
A pesar de las advertencias y los esfuerzos de guardavidas, policías y encargados del balneario neuquino, los adolescentes y niños siguen utilizando el puente sobre el río Grande, en el acceso a la Isla 132, como un trampolín improvisado.
Mauro Kolep, encargado del balneario durante las mañanas, aseguró que se trata de una problemática recurrente, especialmente los fines de semana. “En esta época, los sábados y domingo, el puente se pone bastante peligroso por este tema. Chicos de 9, 10, 11 años, adolescentes y hasta algún que otro adulto, siempre dando la nota y tirándose en un lugar que está totalmente prohibido”, comentó en diálogo con Canal 7 Noticias.
Según explicó, el principal problema es la falta de conocimiento sobre lo que hay bajo el agua en esa zona. “No sabemos qué hay ahí abajo, puede haber ramas, piedras, y el peligro es ese. Más allá de la caída, el fondo es impredecible. Ya hemos tenido casos de cortaduras graves, pero parece que no toman conciencia”, agregó.
Los guardavidas realizan un esfuerzo constante para prevenir accidentes, pero su capacidad de acción es limitada. Según Kolep, es imposible que puedan dedicarse exclusivamente al control del puente, ya que deben atender otras áreas del río, especialmente donde se concentran familias con niños pequeños. “Más que mirar un puente, nosotros tenemos que estar cuidando todo el río, sobre todas las partes más concurridas. No podemos estar solamente ahí, aunque sabemos que es un problema grave”, afirmó.
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