Se jubiló hace poco y ya cumple el sueño de recorrer la zona y el país pedaleando. Llevaba 6 horas al rayo del sol y le quedaba largo trecho: "Es mi tiempo".
Por el intenso ritmo que le imprimía y su resto físico no parecía que ya llevaba 6 horas pedaleando en la ruta bajo un sol radiante y un calor sofocante. A los 64 años, Horacio Barriga cumple el sueño de su vida a escasos dos meses de jubilarse: recorrer la región y el país en bici.
A cambio, recibe "mucha agua y aplausos" de la gente que al verlo pasar admira su vitalidad y las ganas con las que asume, en condiciones climáticas adversas, el arduo desafío que fue postergando por sus compromisos laborales.
El exigente periplo comenzó el domingo desde la ciudad rionegrina en la que vive y este jueves ya pegaba la vuelta desde los distintos lugares neuquinos que visitó.
“Vista Alegre -donde recordó su infancia-, El Chañar, Añelo… Anduve buscando amigos, disfrutando. Hoy salí a las 8 y cálculo que me quedarán dos horitas pero no me apuro, voy sin prisa, ya llegaré”, indicó el entusiasta ciclista a LM Cipolletti, que se lo cruzó casualmente en plena ruta 65 a la altura de Fernández Oro.
Sumamente contento con la experiencia y la oportunidad de disfrutar de lo que tanto ama pero sin perder la calma, contó que “esto lo tenía programado hace años, lo esperé un montón, ahora que me jubilé es mi tiempo”.
Su último trabajo antes de pasar a un merecido descanso fue en “LP, la fábrica de plástico de Roca. Allí me desempeñé 22 años”.
El sueño del ciclista jubilado
Quien alguna vez también llegó hasta Catriel con su Mountan Bike explicó que tomó esta salida como una prueba pues se está preparando para un apasionante y duro proyecto, como el que implica “recorrer los 7 lagos en bicicleta. El 1 de diciembre arranco para allá”, adelantó al tiempo que levantaba su mano en respuesta a ese bocinazo a modo de saludo de un automovilista.
Destacó, seguidamente, el aguante de su incondicional compañera Iris, quien lo esperaba en su casa con unos ricos matecitos. “Le dije que se quede tranquila, ella sabe que uno se hizo los chequeos médicos, trato de estar bien entrenado. Tiene en claro, igual que mis hijos, que el deporte es mi pasión, incluso corrí maratón de 42 kilómetros”, sacó pecho tras aprovechar el parate para revisar que las gomas estuvieran bien infladas.
Consultado sobre cómo resiste las elevadas temperaturas, reflexionó agradecido: “Es que si no te amoldás a algo que te gusta no lo hagas, porque lo vas a sufrir. Y, por otro lado, necesito destacar a tanta gente que quiere ayudarme, que a mi paso me dan agua, aliento, aplausos, me ofrecen comida”, resaltó.
El gran gesto de los camioneros y la gente en general
A propósito de la generosidad ajena, reconoció especialmente “a los camioneros, que no solo me respetan mucho, sino que paran, me quieren llevar”.
Tiempo le sobra en la soledad de su aventura. En ese largo camino aprovecha para “pensar en cosas lindas, ver el comportamiento de la ruta, de los autos, la velocidad en la que andan”.
El amarillo fluor se destaca en su indumentaria deportiva. Lleva una mochila con provisiones y alimentos, botellitas de agua mineral y una bandera argentina en la parte trasera que le agrega mayor épica a su travesía.
Admite que la bici, acondicionada y todo para semejante trajín, “tiene igual bastantes golpes si bien en este viaje por suerte todavía no me caí, más allá de que puede pasar cualquier cosa en lo que resta de acá a Roca…”.
“¿Hasta cuándo seguiré pedaleando? Hasta que Dios diga basta, soy feliz y le aconsejo a la gente que haga deportes y que haga fundamentalmente lo que le traiga alegría, felicidad”, culmina con un lindo mensaje el jubilado que cumple el sueño de su vida en la ruta. Y continúa su extenso viaje silbando bajito.
Es la hora de Horacio. ¡A disfrutar, maestro!
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