Valeria, una luchadora que sobresale en la gastronomía regional y como madre soltera: “Trabajaba con Olivia en mis brazos”. Vende por encargos y hace catering.
Las 50 docenas de empanadas para el gran evento nocturno van marchando en la amplia cocina, de la que empieza a emanar un olorcito irresistible. Esa fuente gigante y repleta con el relleno de carne picada, huevo y otros sabrosos ingredientes dejan entrever que aún queda mucho trabajo por delante.
Dos voluntariosas mujeres a las que convocó para la ocasión arman contrarreloj las que faltan. La pequeña Olivia está a un costado de la mesa blanca cómodamente sentada desentendida de todo, aunque cada tanto pide “preparar una”.
Valeria Fuentes -34 años- atiende el teléfono a poco de recibir a LM Cipolletti. “Se me juntó todo”, reconoce con una sonrisa al tiempo que pide a sus colaboradoras que “pongan música”.
Es la emprendedora orense a la que nada la frena. La que tuvo que criar a su hija en soledad y se define como una madre “feliz y orgullosa”. Tampoco se quedó en lamentos ni se achicó cuando debió cerrar su comercio a principio de este año por la crisis y otras prioridades en su vida.
Y aquí contará su historia de superación y empuje. De esfuerzo y amor. De lucha y logros. De gratitud hacia sus padres y sus clientes.
“En noches así, como la de hoy -por el viernes- que hay un evento folclórico en el club se pueden llegar a vender hasta 80 docenas de empanadas. Pero esta vez como me convocaron a último momento vamos a hacer hasta donde lleguemos. Son muchas horas de laburo, mínimo 12. Se arranca bien temprano y estaremos terminando tipo 3 de la mañana en la fiesta”, explica una de las referentes de Comercio en la vecina ciudad de Fernández Oro.
Quien días pasados emocionó a sus seguidores con un sentido posteo en Facebook donde con motivo de otra entrevista que le realizaron repasó el camino recorrido, lleno de espinas y rosas…
Su abuela paterna, la única “gran cocinera” de la familia, fue en quien se inspiró desde pequeña. “Hacía tremendas empanadas, yo siempre andaba metida ahí. Recuerdo que de chica coleccionaba las recetas que traía la revista Nueva, recortaba las recetas, las pegaba en un cuaderno y de ahí practicaba alguna. Mi familia chocha porque les cocinaba a ellos con 10 ó 12 años”, revela cuando se le despertó la pasión a esta excelente profesional de la gastronomía y pastelería.
Con emoción, mira hacia atrás y valora “la oportunidad que me brindaron mis padres de pagarme una carrera porque hoy en día no se les da a todos, más en una escuela privada, viviendo con ellos, trasladándome todos los días a Neuquén, hoy que soy madre lo valoro mucho”, reconoce Alicia y Mario Valeria, que es “la del del medio de tres hermanas” (“la más grande Maribel y la más chica Alejandra”).
Y tras experimentar en pequeñas cocinitas, un día se dio el gusto de lograr la “habilitación comercial de un taller de cocina que armé al fondo de la casa de mi mamá, en Avenida Cipolletti. Ahí comencé a vender tortas, ya de manera más profesional, pastelería y algo salado. Locro para las fechas patrias, por ejemplo”.
Así llegaron “las primeras tortas, mesas dulces, casamientos, los primeros 15. Ya cuando pude juntar el dinero trabajando también en relación de dependencia me abrí sola un local de venta al público, primero en calle Roca. Y el taller en lo de mi mamá lo dejé de elaboración. Así trabajé un año, luego me mudé a este local de Rivadavia 361 donde pude combinar la cocina con venta al público. Trabajaba de lunes a lunes. Cambió un montón todo a partir de 2017 porque no es lo mismo entrar a un local y sentir ese olorcito a comida que trasladar los alimentos a domicilio…”.
Claro que no pudo eludir los efectos de la crisis lo que sumado a su necesidad de compartir vivencias con su pequeña, la empujaron a “cerrar a fin de año pasado”.
“Hubo una crisis económica, la gente no salía a gastar un mango, se venían las fiestas. En enero me tomé un mes sabático y ya no volví a abrir. Una decisión difícil, nunca había cerrado tanto el negocio. Pero quería dedicarle un tiempo a mi hija, venía de mucho laburo, no podía ni siquiera dedicarle unas horas para andar en bici… Venía desarrollando un producto que son las pizzas de masa madre como para ver que vuelta de rosca buscarle ya que la pastelería era temporada baja y no sale tanto. Empecé a trabajar solo de noche los fines de semana, esas pizzas eran una novedad en la ciudad, salvé el verano”, celebra cómo consiguió salir delante de una situación apremiante.
Ahora vende por encargo de la gente que la sigue en sus redes sociales o pispea su estado en el celu. “En Facebook y en Instagram salimos como ‘mmm ¡que rico’. Logré sobrevivir. Hago de todo, incorporamos sanguches, hacemos perniles para eventos, tortas de cumple, mesas dulces, tratando siempre de vender el combo”, comenta y prueba una empanada.
Una dulzura de madre
La Valeria madre y la Vale emprendedora conviven perfectamente cuando a la mayoría quizá le resultaría imposible. “Olivia nació cuando el negocio recién tenía 1 año. Doble laburo para mí, era atender el negocio 24/7 que elaborábamos facturas y bizcochitos, lo que requiere arrancar re temprano el día y ese trabajo lo hacía yo. A partir del mes y medio me la traje conmigo a trabajar y se crió acá adentro. No podía desatender el negocio”, recuerda y observa con ternura a la nena que está “enorme”.
“En ciertas ocasiones es complicado cuando tenés un montón de cosas laborales a las que responder. La crié sola desde el día cero. Hoy lo tengo super incorporado, ya no me parece difícil pero al principio fue duro, trabajaba con ella en brazos. Pero si hay algo que no cambio por nada es el tiempo compartido con ella, estoy todo el día con Olivia pegada a mí. Es doble satisfacción también, trabajo de lo que me gusta y estoy con ella viéndola crecer. Le gusta esto, se da mucha maña, siempre está queriendo hacer algo en la cocina, hay momentos que la dejo y en otros no se puede”, agrega quien tiene la cuenta pendiente de “abrir un café, estuve a nada” y a la vez se propone ser “profe de zumba”.
En el final, una interesante reflexión: “En este país siempre te van a decir que no es momento de poner un negocio y al no tener una economía estable se complica. Pero si es algo que te apasiona le vas a buscar la vuelta, no es fácil pero se puede”.
Valeria Fuentes, la vecina emprendedora a la que le sobra garra y audacia. Vale-Oro.
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