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La Mañana Brigadistas

La particular rutina de salud que cumplen los brigadistas que combaten el incendio en Valle Magdalena

Después de sus agotadoras jornadas de lucha contra el fuego, pasan por un hospital de campaña para distintas curaciones. Los detalles.

El incendio forestal en Valle Magdalena lleva más de 15 días. Al final de cada jornada, después de una extenuante lucha cuerpo a cuerpo contra las llamas, los brigadistas regresan al campamento Mamuil Malal para descansar. Pero antes de su merienda y de su merecido descanso, pasan por el hospital de campaña coordinado por el Servicio Integrado de Emergencias de Neuquén, donde atraviesan un chequeo médico y un lavado ocular obligatorio.

Lavarse los ojos se transformó en una rutina para los brigadistas, que llegan cada noche al campamento cargados con la adrenalina de haber enfrentado los peligros concretos del incendio, en medio de las columnas de humo y las llamas que se ensañan con los árboles de la cordillera. Al atardecer, se quitan las antiparras y sus camperas amarillas para descansar, todavía con los rostros tiznados por el efecto del humo.

El primer paso que se exige en el campamento Mamuil Malal es asistir al hospital de campaña coordinador por el SIEN. Allí, deben someterse a una revisación médica en la que se controla su presión arterial y su estado general de salud. Luego, se acuestan sobre una camilla para que les laven los ojos y, si hace falta, se realizan algunas curaciones con ungüentos para quemaduras para aquellos que se quemaron por acercarse demasiado al foco caliente del incendio.

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"El lavado de ojos lo estamos implementando hace mucho tiempo para el cuidado de los brigadistas en algunos incendios", explicó la secretaria de Emergencias y Gestión del Riesgo de la provincia, Luciana Ortiz Luna. "Es para proteger todo lo que impacta de partículas de humo y cuerpos extraños uqe pueden quedar adheridos a la córnea y también evitar lesiones posteriores", aclaró.

¿Cómo se practica? "Primero se le pone un líquido que pone anestesia al globo ocular para que no les genera una molestia, se hace primero un lavado por fuera y luego se lava por dentro con mayor presión para arrastrar todas esas partículas", explicó.

Dentro del hospital de campaña, una carpa blanca montada en el campamento operativo de la estancia Mamuil Malal, el personal del SIEN atendía a los brigadistas, que llegaban en camionetas desde distintos focos de combate contra las llamas. Tras ejercer presión sobre los globos oculares, las gasas blancas se teñían de negro con el mismo hollín que se observaba a simple vista sobre el rostro cansado de los que combatían el incendio forestal.

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"A la noche se les pone un gel a todos los brigadistas para proteger los ojos", dijo Ortiz Luna sobre una rutina de cuidado que busca preservar la salud de las más de 350 personas que luchan contra las llamas. Además de los chequeos médicos, desde el gobierno de la provincia los asisten también con atención psicológica siempre disponible en el campamento, con alimentación saludable, agua abundante y -lo más importante- el equipamiento necesario para cuidar su seguridad en el combate terrestre.

"Los ojos se dañan en la tarea habitual, pasan inadvertidas y con los años se ven las consecuencias", dijo Ortiz Luna, que visita el hospital de campaña a diario para atender la llegada de los brigadistas. "El mismo hollín o residuo del humo que queda en la cara queda en los ojos, por más que tengan antiparras. Por eso es un órgano que tenemos que resguardar", afirmó.

Entrevista- Luciana Ortiz Luna sobre cuidado de ojos

Pese a los trabajos diarios de asistencia para resguardar la salud de los brigadistas, la prolongada extensión del incendio, que lleva casi 20 días, también obliga a las cuadrillas a pensar en estrategias para permitir el descanso de los que afrontan el fuego cada jornada en el Valle Magdalena. Por eso, muchos brigadistas organizan sistemas de relevo para que otros especialistas en combatir las llamas tomen el mando mientras el equipo toma un respiro necesario para seguir afrontando un incendio sin precedentes en la provincia.

Equipamiento para brindar más seguridad

Aunque la asistencia médica es necesaria, contar con equipamiento para combatir las llamas es fundamental. Por eso, muchos brigadistas llegan a los focos de incendio equipados con motosierras y motobombas. ¿Para qué sirven? Por un lado, muchas veces deben generar cortafuegos o cortar parte de la vegetación para evitar que las llamas pasen de un árbol a otro y así expandan la zona afectada.

La semana pasada, la provincia de Neuquén sumó 19 motobombas ultralivianas que no estaban presentes en los sistemas de manejo de fuego del país. Los especialistas del campamento Mamuil Malal explicaron que estos equipos pesan 19 kilos y así, los brigadistas pueden cargarlos como si fueran una mochila para acercarse a los puntos más remotos que son víctimas de las llamas.

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Cuentan con mangueras de hasta 1,5 kilómetros para tomar agua de lagos o arroyos y descargarlos con gran potencia hasta a 40 metros de la punta de lanza. De esta manera, los brigadistas no necesitan acercarse demasiado a las zonas más calientes, lo que también resguarda su seguridad, no sólo por la rápida expansión del fuego, que podría encerrarlos o dañarlos a través de la inhalación de humo, sino también porque la zona gana una temperatura tal que muchos de ellos sufrieron quemaduras en la piel sólo por aproximación.

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