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La playa de los Suecos en Río Negro: una de las primeras nudistas y el morboso juego sexual

Casi medio siglo después, al turista aún le cuentan allí las osadas aventuras de los europeos en su paso por la región. Cómo era el fogoso juego de las llaves.

Pasaron más de 50 años pero aún se sigue hablando de ellos en Sierra Grande. De hecho, a uno de los balnearios muy frecuentados de la zona se lo conoce popularmente como “la playa de Los Suecos” en honor a aquellos foráneos que marcaron un antes y un después en el pago. Y no hay turista que no se vuelva de esa hermosa zona rionegrina sin aprenderse con lujo de detalle las osadas aventuras de los trabajadores extranjeros.

“Es que fueron una gran revolución para nuestra ciudad. Primero por lo que representaban físicamente y segundo por sus costumbres, totalmente liberales, muy diferentes a las nuestras”, admite un vecino que creció escuchando las pícaras historias y ayudará a LMCipolletti a reconstruirlas.

En un pueblo monótono y conservador, donde pasaba poco y nada, de pronto cayeron los europeos con sus costumbres desinhibidas y su filosofía de vida tan peculiar para romper con todos los moldes.

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Sierra grande, la ciudad donde los suecos dieron qué hablar.

Sierra grande, la ciudad donde los suecos dieron qué hablar.

Con la memoria y el conocimiento de un historiador pero a la vez un lenguaje claro y casi de barrio, nuestro vocero nos pone en contexto de entrada y deleita con su relato. Y atentos porque si bien algunos descreen o adjudican a mitos, leyendas o habladurías las hasta allí inéditas situaciones que vamos a repasar, afirma que quien dejó trascender todas la data e intimidades fue “el traductor que los suecos tuvieron en Sierra, que era un personaje”. A él pertenecerían las confesiones que luego corrieron de boca en boca por cada rincón de la región y hoy repiten todos.

“En los inicios de la década del 70 se decidió hacer una inversión importante, al igual que ahora en Sierra Grande, en aquel entonces para desarrollar el material de hierro. En ese momento era un material estratégico y Argentina tenía conflictos con Brasil y Chile por ese tema. En ese contexto se instalaron empresas que vinieron a construir infraestructura para el posterior proceso de extracción, concentración, transporte y peletización del hierro. En el 71’ se declaró municipio a Sierra Grande, que hasta ahí dependía de San Antonio y arribaron las empresas. Era todo un gran fenómeno. De 500 habitantes se pasó a 10 mil y al poco tiempo a 20 mil, un boom impresionante. Recibimos japoneses, canadienses, suecos y alemanes entre el 70' y el 75'”, agrega dispuesto a compartir cada una de las anécdotas que le fueron narrando los viejos lugareños.

Los suecos vinieron en general con sus parejas, con sus respectivos matrimonios. En Argentina vivíamos época bastantes pudorosas… Ya ver a una mujer en malla era extraño, las polleras cortas no existían… Si bien en la década del 60 hubo mucha libertad, en el 70’ bastante restricciones. Pero a ellos no les importaba nada y eran felices”, asegura en relación a la desfachatez de los extranjeros.

Los morbosos juegos sexuales y la playa nudista

Según los testigos de la época la pasaban bomba los suecos y las suecas. Y, al parecer, tenían la llave del placer... “Ellos buscaban las formas de tener algún tipo de distracción, acá no había nada. El imaginario popular, alimentado por los dichos del traductor que trabajaba con ellos, dice que habitualmente y de acuerdo a sus costumbres hacían fiestas, se juntaban a cenar y beber y cada uno dejaba las llaves de su casa en una bolsa al ingresar. Luego cada uno sacaba una llave e incluía la casa y la mujer que allí vivía, cuyo esposo esa noche la pasaría en otra casa y con otra mujer... Un juego sexual que hacían como una forma de entretenerse. Era consentido, en ese momento en particular Suecia era un lugar donde se profesaba el amor libre, esa libertad de consumo, en todo sentido la trajeron para acá. Puede ser verdad o imaginación, pero es un secreto a voces en el pueblo”, sorprende e instala la duda.

De lo que sí hay muchos testigos es que fueron pioneros a nivel país en playa nudista. Se bañaban totalmente desnudos.

“Lo cierto es que en medio de todo eso se iban a bañar, como venían del frío se llevaban bien con el clima. El mar les resultaba muy cálido, la temperatura muy agradable. Es así que pidieron un lugar que fuera privado porque les gustaba por cultura bañarse sin ropa. Buscaron un sitio cercano a Punta Colorada y encontraron una playa que estaba rodeada de dunas muy altas, a no ser que uno esté muy cerca no ve nada, aún estacionando a 20 metros el auto. Muy cerrado, cubierto, mucho más en aquellos momentos que los caminos eran muy pocos. Por ruta, se ubica a a 32 kilómetros de Sierra Grande, a 6 de Playas Doradas y a 4 de Punta Colorada”, ubica geográficamente al particular y encantador sitio.

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“En el año 1973, aproximadamente, los suecos empezaron a ser habitués de esa playa, les resultaba muy cómodo. Se bañaban desnudos. No era algo que fuera mal visto por los habitantes de Sierra Grande, ni siquiera generaba tanta curiosidad ya que los locales los apreciaban y respetaban. Y ellos no se hacían muchos problemas e imponían sus propias reglas en su espacio. La población no iba a la playa de Los Suecos”, amplía. Códigos y secretos. Valía todo...

¿Icardiada del intérprete?

Ni lerdo ni perezoso el traductor parece que se entendió muy bien con una bella sueca: “El intérprete terminó juntándose con la mujer de un sueco y se fue a Buenos Aires a vivir con ella. ¿Qué tal?”.

Más allá de que dentro de su círculo íntimo eran sumamente sociables, con los lugareños: “eran muy cerrados, no interactuaban con la gente de Sierra, más allá de que iban a los restauranes y se movían en los lugares públicos. Iban a comer a la marisquería de Siguero, por ejemplo".

Salvo la mujer que se fue con el traductor a Capital Federal, “no quedó nadie de ellos ni en Sierra ni en el país. Y esas costumbres de bañarse desnudos no se mantuvieron en la población regional”.

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Lo que sí quedaron y perduran son los chismes, las historias, anécdotas y los recuerdos. “O era muy mentiroso el traductor o es todo cierto, data de primera mano…”, culmina con una reflexión nuestra fuente.

Pueblo chico, infierno grande… Se cumplió el dicho justamente en Sierra Grande y no precisamente por las “costumbres argentinas”, sino por la de los suecos.

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