Las patrullas digitales de Milei, de las redes al mundo real
Este fin de semana se presentó la agrupación Fuerzas del Cielo, para defender las ideas del presidente de la Nación más allá del espectro digital.
En esta era digital, donde todos los que son guapos en las redes y demostraron que no se bancan un round (ni una cachetada sutil) en la calle, crece la violencia política, que parece más imaginaria que real. Pocos se bancan un debate político cara a cara, pero las estrategias de peleas digitales, tomaron todo el espacio público.
El diputado nacional Santiago Santurio hizo el lanzamiento de Fuerzas del Cielo, la nueva agrupación libertaria que se define como “brazo armado” del proyecto de Javier Milei, con chistes fuera de lugar, ante las risas del público.
Pero lo que lo alarmante no es la chispa misógina ni la homofobia, sino la naturalización de un discurso que retoma los viejos fantasmas del fascismo real en Argentina, maquillados con memes y consignas modernas, para hacerlo más liviano.
El evento, realizado en San Miguel, tuvo todos los ingredientes de un show político-religioso. Desde los cánticos casi eclesiásticos que saludaban al influencer Agustín Laje como un mesías, hasta las arengas de Daniel “Gordo Dan” Parisini, quien sin titubeos proclamó a las Fuerzas del Cielo como la guardia pretoriana de un Milei que ya no esconde su ambición de consolidar un poder sin contrapesos.
Zurdos, peronistas y feministas: en la mira de Javier Milei
Lo que resulta inquietante no es solo la retórica de combate cultural –repleta de eslóganes muy viejos y aburridos como “zurdos de mierda” y fantasías apocalípticas sobre enemigos invisibles- sino la creación de un aparato que recuerda demasiado a las peores páginas de la historia argentina.
Basta retroceder un siglo (donde las cosas no estaban mejor) para encontrar a la Liga Patriótica Argentina, un grupo parapolicial que, bajo la bandera del nacionalismo extremo y el liberalismo económico, sembró el terror en la Semana Trágica de 1919 y la Patagonia Rebelde.
Como entonces, el discurso de hoy apunta a una supuesta “defensa de la civilización” frente a un “enemigo interno” que, según esta nueva narrativa, abarca desde ambientalistas hasta feministas, y desde los sindicatos hasta cualquier voz crítica.
El modelo de ir contra cualquier signo de oposición le viene bien a cualquiera en estos tiempos. Incluso a los gobernadores que buscan ser reelectos, bajo este nuevo paradigma del ataque. ¿Será que este modelo de esmerilar y pegarle en el piso a los enemigos sirve más que construir política?
Agustín Laje, el intelectual estrella de este movimiento, lo explicó con claridad: “Podemos identificar perfectamente a la gente de bien y a la gente de mal”.
Para él, y para quienes aplaudieron de pie, no hay matices. El país se divide entre quienes defienden los valores “verdaderos” –la familia, la propiedad, la virilidad, la libertad según sus propios términos– y aquellos que encarnan todo lo “pervertido” y “parásito”. Algo viejo que no da lugar al menos a un debate.
Un relato maniqueo que busca simplificar los problemas estructurales de la Argentina en otro relato de héroes y villanos. La historia no se repite, pero, como decía Mark Twain, a menudo rima. Y hoy, esa rima suena demasiado familiar.
Otra grieta. Más de lo mismo.
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