Las cifras de mortalidad en las rutas crecen. Falta inversión, pero también es necesario un cambio de conciencia.
Los récords de producción, las cifras del empleo y la construcción y hasta los cambios de domicilio para instalarse en la provincia son algunos síntomas de una realidad evidente: Neuquén está en plena ebullición.
Sin embargo, detrás de esos números se esconden también otras estadísticas más tristes, que solían aumentar en temporada alta pero que ya desnudan hoy su costado más cruel. La tasa de siniestralidad ya creció de forma exponencial, mientras que la mortalidad por accidentes viales, que llegó a las 50 víctimas, alcanzó en pocos meses los números que solía arrojar de forma anual.
Dos estrategias, ora contrapuestas y ora complementarias, hacen foco en la educación vial y en el rigor de los controles para evitar que se violen las normas de tránsito.
Es fácil atribuir el problema al récord de autos patentados, a las rutas colapsadas, el casi nulo mantenimiento o la falta de inversión en operativos de control. Pero, mientras esperamos que alguien haga algo en algún momento, también existen hábitos positivos que podemos aplicar nosotros. Y podemos aplicarlos ahora.
Muertos en la ruta: la educación vial
Quizás esa tendencia tan habitual como triste del verano se revierta cuando entendamos que la educación vial debe dejar de ser un problema de un puñado de ONGs o familiares de las víctimas para convertirse en una bandera de todos los que transitamos el espacio público.
O quizás al comprender que hay herramientas, como una senda peatonal pintada, que no requieren de infraestructuras millonarias para salvar vidas. Así, acompañar los hábitos prudentes y respetuosos en la vía pública dependen de la tenacidad de las campañas de concientización, codo a codo con controles, fotomultas o sanciones severas a los que incumplen las normas.
¿Y si la clave es la humildad? ¿Y si en lugar de pensar que ya lo sabemos todo en el tránsito, nos resignamos a aceptar que siempre hay algo por aprender? ¿Que quizás el error es nuestro?
Porque el primer error aparece, en realidad, al principio de esta columna. Las estadísticas que crecen pueden generar alguna alerta. Pueden motivar alguna obra nueva. Para cualquier otra cosa, son inútiles. Porque detrás de cada víctima fatal en la ruta, hay duelos familiares y sueños interrumpidos. Hay vidas que no volverán. Y eso no entra en las planillas de un Excel.
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