Dos testimonios de productoras de Plottier y Senillosa coinciden en la dedicación, el trabajo, y la importancia del apoyo de organismos para la capacitación.
Atrás de una roja y fresca frutilla se narran historias de sacrificio y amor por el trabajo en la tierra como lo reflejan las declaraciones de Ana Janco y Catalina Marino Pardo. Ambas son productoras de frutas finas de Plottier y Senillosa pertenecientes a la Asociación Frutos del Amanecer.
Ana Janco produce dos hectáreas de frambuesa, frutilla y mora en una chacra de Colonia San Francisco. No sabe estimar la cantidad de fruta que produce porque se enfoca en la calidad de su producción, “siempre que preguntan por los kilos no sé la respuesta, es nuestra forma de trabajar”, contesta con una sonrisa.
Su preocupación pasa por “la salud de la planta y que los frutos sean sanos, por eso siempre estamos de un lado al otro, salimos temprano y llegamos tarde”.
Ana es madre soltera. “Tuve cuatro hijos, pero uno falleció”, recuerda con cierto dejo de tristeza, pero se recupera pronto y cuenta que hace seis años trabaja la frutilla. “Al principio no fue fácil arrancar, cargaba mi producción y recorría verdulerías en Neuquén capital; luego llevé fruta a domicilio hasta que me fueron conociendo desde Bariloche, San Martín de los Andes y dejé de venir a Neuquén capital”, indica en relación a su crecimiento como productora.
Trabajar la tierra “te tiene que gustar y a mí, me encanta”, dice entusiasmada y agrega que “la frutilla es un fruto hermoso por su color, su sabor y, además, con esto sostengo a mi familia”. Ella se mira las manos mientras habla y destaca que “Neuquén es un paraíso, se tira una semilla y produce, es muy lindo lugar para producir y es una entrada para poder sostenerse”.
En Senillosa y Plottier el cultivo de frutillas es una actividad en auge por la disponibilidad de agua para riego y tierras productivas que se reconvirtieron. Además, la zona congrega gran parte de la actividad viverista de frutilla del país.
La producción de fruta fina en la provincia cuenta con el apoyo de la secretaría de Producción e Industria y de organismos que brindan asesoramiento como el INTA. Al respecto, Ana destacó el acompañamiento y las capacitaciones, “nos van a ver a la chacra las ingenieras, ahora estamos con el abono orgánico para las plantas, también va un biólogo para ver si hay bichitos que hacen daño a la planta y perjudica la producción y también nos dicen en qué tiempo aplicar los agroquímicos”.
Catalina Marino Pardo alquila tres hectáreas en La Esperanza, Plottier. Ella se dedica a la frutilla y este año también plantó frambuesa. “Trabajaba con mis hijos y ahora ya puedo contratar gente”, comenta orgullosa.
Fruta fina del día
A Catalina le gusta entregar la fruta cosechada en el día, “para que la gente tenga la fruta fresca me levanto temprano y completo las cajas”, cuenta ella con una mirada puesta en la calidad y no tanto en la cantidad de su producción.
Asimismo, lamenta momentos en que por diversos motivos la cosecha es magra. “A veces es la falta de agua o el clima, el año pasado perdí mucho por una helada tardía de cinco grados bajo cero que dejó a las plantas sin fuerza”, manifestó.
Los años de trabajo tienen su recompensa: “Mi fruta viaja a Cipolletti y a distintas localidades de Neuquén”, comenta sobre el itinerario de distribución de la frutilla y finalmente invita a los productores y productoras “a sumarse a esta actividad, que se inscriban en asociaciones, que tengan buenas prácticas y que se cuiden, porque para trabajar la tierra nos tenemos que cuidar”.
Datos sobre las frutas finas en Neuquén
En 2024, la frutilla ocupó alrededor de 131,23 hectáreas, según RENSPA, con 71 productores y productoras que tienen como promedio dos hectáreas de cultivo. En las últimas temporadas se impulsó la diversificación con la incorporación de frambuesa y mora desde el programa de Fruta Fina del Centro PyME-Adeneu.
Por otro lado, hay 60 hectáreas destinadas a plantineras que exportan a Brasil, Colombia y Chile, entre otros.
Con una producción estimada de casi 30 toneladas por año, la cosecha se concentra desde octubre a fines de abril -primeros días de mayo-, dependiendo de las temperaturas de cada temporada y la variedad de frutilla.
Alrededor del 85% se comercializa en fresco y el 15% restante se congela. Principalmente, se abastece al mercado local, desde verdulerías a cadenas de supermercados que tienen presencia en la región. Incluso algunos productores agrupados comercializan al corredor que comprende desde Chubut a Ushuaia, a mercados de la Comarca Andina como San Martín de los Andes, El Bolsón y San Carlos de Bariloche. También se logró incorporar parte de la producción en la provincia de Mendoza.
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