El joven, de 28 años, levantó su propio emporio de casas. De Neuquén para toda la provincia y más allá. Conocé su historia.
Con apenas 28 años, transformó el viejo galpón de una chacra en su propia vivienda, la experiencia le gustó y creó una pyme de casas que están listas en 60 días, con llave en mano. Esta es la historia de Emilio Munarin, un joven neuquino a quien la vida le dio una segunda oportunidad para vivir a fondo y con entusiasmo el presente. "Me gusta lo que hago, me gusta trabajar y hacer las cosas bien", dice.
En una entrevista con LMNeuquén, habló de su proyecto y de aquel día que marcó un antes y un después en su vida personal y de trabajo. Es que hace poco cumplió un año del gravísimo accidente de tránsito que sufrió; y su recuerdo lo tiene a flor de piel. "Fue una locura para todos", recordó.
Ocurrió el pasado 3 de febrero de 2024, cuando viajaba a San Martín de los Andes para recibir el camión que trasladaba una de las casas que fabrica. Pasando Piedra del Águila, a unos 30 kilómetros, un joven en motocicleta realizó una maniobra de sobrepaso, chocó de frente contra un auto y, como consecuencia del violento impacto, su moto salió despedida y cayó encima de su vehículo, sobre el techo, aplastando su cabeza.
"Me fracturé de la tercera a la sexta vértebra; y de casualidad no quedé en silla de ruedas. Me derivaron al hospital de Bariloche y estuve internado en terapia intensiva. Pasé por una cirugía de cinco horas; y los médicos no sabían si pasaba con vida la primera noche. Por eso, digo... esto que viví me cambió mucho la manera de vivir. Ya no planifiqué tanto a futuro. La realidad es que la vida es hoy, un momento. Yo venía a 80 kilómetros por hora, y luego de este accidente bajé a tierra", comentó.
El joven neuquino contó con el apoyo de sus padres y su novia. También colaboró Germán, el arquitecto de la empresa, a quien consideró su "mano derecha". Así, entre todos, sostuvieron su proyecto para que siga adelante, hasta que Emilio pudiese tomar las riendas de su pyme nuevamente. "Por suerte volvimos más fuertes que antes; y después de 4 años, la empresa tomó su rumbo y estamos con una linda estructura. Pero costó mucho trabajo", expresó.
Las ventajas que ofrece Attila
La empresa Attila desarrolla proyectos habitacionales mediante la construcción modular. Su nombre también es muy referencial porque así se llamaba su único perro que murió en los inicios de su proyecto. Las viviendas pueden ser de distinto tamaño; en función de lo cual están listas en 60 o 90 días, con llave en mano.
"Nosotros nos ocupamos de todo. El objetivo, en principio, es evitar el trabajo en el terreno. Hacemos el 99 por ciento de la casa en la fábrica. Mientras tanto, le pedimos al dueño que se encargue de los pilotes -de hormigón- donde será colocada. Vamos con una grúa, se baja con mobiliario, artefactos de baño e iluminación, instalaciones, pisos y puertas. Incluye todo. Entregamos la casa con llave en mano", detalló el joven constructor.
De esta manera, a la vivienda no le hace falta nada para poder ser habitada. Después, sus moradores mudarán todas sus pertenencias.
Los prototipos de casa que ofrece este joven no requieren de una platea previa, aunque sí de pilotes de hormigón que debe instalar el propietario o propietaria de la casa. Si son inmuebles a instalar en los alrededores de la Confluencia (Plottier, Centenario y Cipolletti), la empresa de Emilio se encarga. Pero si hay que trasladar la vivienda más lejos, entonces desde la pyme se ofrecen planos y asesoramientos para hacerlos por cuenta propia. "No es tanto por lo engorroso, como sí por lo costoso. Habría que mandar una cuadrilla para hacer los pilotes, siendo que es algo sencillo que lo puede ejecutar cualquier albañil del lugar", explicó.
Qué ofrece la construcción modular
La arista fundamental de la empresa es la construcción modular porque ofrece sustentabilidad, eficiencia y valor a las necesidades.
Pueden ser casas de 18 metros cuadrados, que están listas en 60 días; y de proporciones más grandes, en 90. Se trata con paneles SIP, de telgopor y madera, lo que genera mucha eficiencia térmica y acústica. "Te baja el consumo de energía y los tiempos de obra, al encargarnos de todo el proceso", destacó.
La empresa puede hacer realidad los metros cuadrados que quiera el cliente con esta forma de trabajo. Tal es así que a fin de mes Emilio tiene previsto llevar una casa al Lago Meliquina con fines turísticos, de 60 metros cuadrados. También puede ser la casa propia o una de fin de semana. "Incluso estamos construyendo un complejo modular para la renta inmobiliaria", adelantó el joven constructor.
La empresa ofrece algunos prototipos y pone a disposición los arquitectos que trabajan para la firma, los cuales adaptan las iniciativas a las necesidades que presenten los clientes. "También pueden acercar su propio proyecto y vemos", apuntó.
No obstante, lo que tiene más salida al mercado son los módulos combinados de 18, 27 y 36 metros cuadrados.
"La filosofía de mi empresa es la mía también y es intentar hacer el producto que tenemos de la mejor manera posible y cumplir con lo que le prometimos al cliente. Si al cliente le dijimos en 60 días, ni más ni menos tenemos que cumplir y mejorar constantemente", sostuvo.
Reconoció que "la vara" de los trabajadores vinculados a la construcción hoy en día "está muy baja", por lo que si a los clientes "le das lo que dijiste, ya está, no necesitan más que lo que dijiste que ibas a hacer". Finalmente, en 60 o 90 días, reciben su casa, con llave en mano. "No tenés que preocuparte por más nada", aseguró el joven neuquino.
Debido a la gran cantidad de estafas y trabajos mal hechos que hay en el rubro, Emilio confesó que "en el 95 por ciento de los casos, las personas que llegan a su empresa no quieren saber nada con albañiles".
Cómo llegó a tener una empresa
La iniciativa no resulta de un negocio familiar, aunque es cierto que el padre de Emilio se dedicaba a los desarrollos inmobiliarios, lo que le hizo conocer cómo funciona el rubro.
"Cuando me empecé a hacer mi casa, llevé adelante la dirección de mi obra en mi barrio; agarré otra obra de un vecino y comencé a involucrarme más en la construcción. Hasta ese momento trabajaba con mi padre en un galpón de una chacra que yo remodelé. Me junté con una arquitecta amiga, le mostré un diseño y armé una especie de loft. Fue antes de la pandemia de Covid-19, en 2019 o 2020", recordó. Hoy dice que trabaja "a full" y con mucho entusiasmo. "Me gusta lo que hago", reiteró.
El accidente que sufrí me cambió mucho la manera de vivir la vida. Fue un antes y después para toda la familia.
Aunque tiene apenas 28 años, indicó que la edad no es una limitación para pensar en grande. En este sentido, consideró clave "perder el miedo de probar algo nuevo". En el peor de los casos, indicó, "te fundís o termina tu proyecto. Pero te podés levantar de nuevo". Lo importante es que "si algo te gusta y te da ganas de hacerlo, hay que intentarlo", acotó.
En su caso, comentó que una vez que toma la decisión que sea, "baja la cabeza" y se pone a "laburar 12 horas al día" hasta que logra su objetivo. "Si tenés constancia y le metés laburo, no le podés errar; y el apoyo de la gente que te quiere es fundamental. Después, puede fallar. Pero hay que animarse, no quedarse con la incertidumbre de 'qué hubiese pasado si'... más cuando sos joven", cerró.
Para mayor información sobre costos y otros detalles, los interesados pueden ingresar a la página de la empresa www.attila.com.ar o a las redes @attilaservicios.
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