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La Mañana San Martín de los Andes

Su hija de San Martín de los Andes se quitó la vida y hoy es referente de la prevención del suicidio

Marina siente la convicción de trabajar en la prevención y posvención del suicidio. Hoy integra un grupo de vecinos autoconvocados de esa localidad cordillerana.

En medio del duelo por el suicidio de su hija de 17 años, Marina vio que tenía dos caminos: uno era unirse al silencio que atraviesa San Martín de los Andes; el otro, que al fin eligió seguir, es hablar, investigar y visibilizar que los suicidios, con acciones comunitarias, son evitables en la mayoría de los casos.

Al transformar el dolor en valentía, con terapia, sin tomar medicamentos, sin frases trilladas, ni recetas, Marina Ruiz Díaz, tomó dimensión de que es parte del proceso suicida de su hija y pasar por ese famoso "dolor psíquico tan fuerte" a veces insoportable, la hace ser una soreviviente.

"Lo que yo hice fue dejar ese lugar de decir por qué a mí, sino por qué me paso esto", dice, y aclara que es una situación particular porque estaba en contacto con el tema, como docente se había enterado del caso de estudiantes y hace diez años solía poner una foto perfil del día mundial de prevención del suicidio: "vi cosas en mi hija, pero pasé como madre exagerada en la primaria y la secundaria".

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En poco tiempo desde la partida de su hija en 2023, se convirtió la única interventora comunitaria de la localidad cordillerana, una referente de la prevención y posvención del suicidio. Inició un grupo de vecinos autoconvocados que hoy integran 16 personas, entre familiares de personas que se suicidaron, pero también otros interesados, como un periodista, el Defensor del Pueblo y una legisladora.

Señales de alarma

La vida de Marina Ruiz Díaz cambió por completo desde el 8 de agosto de 2023, cuando se enteró de que su hija Rocío Palacios se había quitado la vida. Entonces se acordó del embarazo, del mechón rubio que causaba asombro en la cabellera negra desde que nació en 2005 en el hospital Ramón Carrillo. Sintió un dolor agudo cuando cayó en la cuenta de que su hija se había quitado la vida en Córdoba sin poder terminar el secundario, y releyó mentalmente el chat de los últimos mensajes que se enviaron.

"Ro, era una nena super divertida, yo podría estar horas hablándote de las anécdotas, estábamos en la playa de Carlos Paz con el papá, y le decíamos, ´no empieces a recorrer cada familia que está sentada´, porque era terriblemente sociable, y nos decía bueno, bueno e iba con su carita, saludando y volvía con pastelitos, regalos, era muy compradora, muy inteligente, sabía lo que quería, en sus redes sociales siempre tenía memes", dice Marina, que para dar esta nota a LMNeuquén, habló antes con su familia y las amigas de la primaria de su hija: "coincidimos en lo mismo: era alegre, ocurrente, le gustaba hacer travesuras desde el humor y me decían que era buena amiga, prestaba oreja".

Si bien no hubo las clásicas señales de riesgo como aislamiento, desmotivación, ideas negativas, tristezas, o autolesiones, Marina recuerda que en tercer grado, su hija reventó un corrector y la maestra la mandó a llamar. A partir de ahí observó actitudes y cambios de humor: "hasta que un día apareció con la rodilla lastimada, me decía que se cayó, listo y resulta que era un reto de la ballena azul, tuvo la valentía de contármelo". La llevó al hospital donde logró que la viera un médico que ayudó a que tome conciencia del peligro de ese juego viral de internet cuyo último reto era quitarse la vida, algo que actualmente es considerado un delito denunciable en la justicia.

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Rocio abrazaba a su maestra de la escuela primaria en una foto grupal junto a sus compañeras.

Rocio abrazaba a su maestra de la escuela primaria en una foto grupal junto a sus compañeras.

Luego, en el secundario encontró muchas dificultades asociadas a consumos problemáticos de alcohol y otras sustancias: "no pudo avanzar de primer año, a los 14 vinieron los excesos en todos sentidos, pasaba como exagerada, pero a mí me parecía que el celular tenía que tener un límite, no exponerse tanto". Habló con asesores pedagógicos y una le dijo que su hija no tenía cabeza para ir a la escuela; la psicóloga particular que atendía a Rocío no reaccionaba, y para su ex marido la salida era irse a vivir con él a Bialet Massé, al pie de las Sierras de Córdoba: "me decía que entonces se terminaban todos los excesos, que iba a ser feliz, y a pesar de que yo respetaba, no me parecía".

Las señales

Ante la personalidad divertida y sociable que su hija le mostraba mientras hacía terapia, y terminaba la secundaria con el objetivo de estudiar psicología en Córdoba Capital, pensó que el sentimiento de autodestrucción era una situación superada. Por eso cuando a veces le manifestaba "no encontrar el rumbo" y tener ansiedad, Marina recuerda que le decía: "Si vos no sabés qué hacer o te sentís que no tenés esperanza, hacé terapia, hace bien, no van solo los locos".

Hoy por hoy, se sabe que las depresiones se pueden manifestar de una forma obsesiva con la actividad física, o el trabajo, los bienes materiales, pero debajo la vulnerabilidad sigue. "Ese discurso de bueno pero tenía todo, pero sin embargo, eso no lo hacía feliz. Hay un dolor psíquico que es tan fuerte que hace que una a veces tome esa decisión porque la suicida no quiere morir, lo que quiere es dejar de sentir ese sufrimiento tan fuerte", reflexiona sobre las presiones que pudieron haber afectado en la autodeterminación de su hija.

A su vez, como a muchas familias les ocurre, los indicios de un padecimiento son visibles o evidentes, pero ante el desconocimiento y la falta de dimensión del padecimiento, quitan herramientas de intervención. "Uno tiene que hilar finito, en el tono de voz, los mensajes, acá había muchísimas señales, pero yo no sabía nombrarlas, ni supe a dónde acudir" y recuerda esa voz interna que sonaba en el fondo, diciendo que capaz era realmente una exagerada.

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Para Marina, es difícil expresarlo, porque en ese momento ni ella, ni el papá, pudieron ver las señales que Rocío hacía, pero después de estudiar sobre el tema, fue encontrando aquella huellas que fue dejando su hija de las ideas suicidas: "algo que para mí es super duro, pero me parece necesario contar es que en los últimos chats que yo tuve con ella me decía, por ejemplo, mamá, yo te amo, nunca dudes. Yo pensaba, bueno, tiene 18 años, habrá terminado toda una etapa, pero era una despedida".

Volver a la vida después de la muerte

"Es muy difícil de entender, porque se supone que en nuestro sistema de creencias uno se va primero, y después se va tu hijo", dice Marina Díaz Ruiz, la vecina de San Martín que casi se le cae el mundo con la pérdida de su hija, pero fue a contra corriente de lo que socialmente se espera. Hasta afecta la circunstancia en la que te comunican la pérdida: "sentía mucha bronca, porque tardaron horas en comunicarme la causa de muerte, a mí, que soy la madre, entonces dije, me quedó acá, y organicé una despedida y le pedí perdón a mi hija a orillas del lago Lácar, tiramos flores como se despide a un ser querido".

Luego Marina comenzó a informarse en la temática y la embargó otro sentimiento: "a mi me cuidó mi psicóloga, pero tendría que haber estado armada toda una estructura. Cuando me empiezo a enterar me dio muchísima bronca porque tal vez hubiese muerto igual mi hija, pero se pudieron haber hecho un montón de cosas, no importa la provincia en la que viva, por eso es mi lucha por la por la aplicación de la Ley Nacional y la Ley Provincial".

Por su multicausalidad, la Ley Nacional de Prevención del Suicidio, establece que se pondera el abordaje comunitario e interdisciplinario e incluye la posvención, es decir la atención integral al entorno de las personas que compartieron el entorno.

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Cuando volvió a trabajar, la reacción de su entorno le hizo bien, a pesar del desconocimiento generalizado: "mis compañeras de la escuela no sabían si saludarme, si abrazarme, preguntarme o no. Yo ahora sonrío, pero era muy difícil, no podía ni pararme para recibir un turno, no tenía la energía. De pensar que nunca más iba a poder ser maestra a estar en la escuela fue mucho; algo tan lindo, me recibieron con una torta de chocolate gigante, las familias al segundo día me dieron abrazos y regalos, nunca recibí tantos regalos en mi vida".

En el caso de su hijo de solo 12 años que cuando le contó, le dijo que quería ir a la escuela igual, no tuvo la reacción escolar que precisaba: "me dijeron que no lo mande, yo pedí que se activara un protocolo de contención pero la escuela no la activó, ni tampoco interfirió el sindicato, por suerte las maestras sí lo contuvieron".

Aunque los especialistas en prevención y posvención del suicidio, como Daniel Schiro, integrante del nodo Neuquén de la Fundación Manos Unidas por la Paz aseguran que el silencio en esta temática no hace más que obstaculizar algún tipo de intervención que uno quiera realizar, muchas personas prefieren no hablar, o desconocen que el suicidio no es un acto individual, ni únicamente sucede por un padecimiento mental.

Construir un espacio seguro

Al estar con las antenas paradas por la formación como interventora comunitaria que había hecho en Junín de los Andes, cuando trabajó en el turno tarde la escuela primaria Marina comenzó directamente a intervenir en situaciones donde se manifestaron señales: "me tocó intervenir el año pasado con una niña de 7 años que tenía ideas suicidas. Pudimos detectarlo porque yo estaba mínimamente formada como para hacerlo".

No es fácil por los estigmas que pesan sobre el suicidio, pero Marina aplicó sus conocimientos, generó un espacio de escucha, hizo las preguntas adecuadas y logró detectar que claramente había intenciones en la niña. "Se hizo una comunicación, porque no se hace una denuncia, sino una comunicación", aclara. El aviso como interventora comunitaria se dirigió a la Defensoría del Pueblo. "Fue difícil separar al docente de su responsabilidad de funcionario público al ser interventora, pero lo hice acompañada por la escuela maravillosa como la 352".

El camino de Marina para informarse fue autogestionado. Comenzó al poco tiempo de que la consumación del suicidio, el 10 de septiembre de 2023, día mundial de prevención repartiendo cintitas amarillas y habló con 20 personas, y reafirmó que era un tema tabú en San Martín de los Andes. Al segundo año, en 2024, puso un aviso en la radio para saber quién quería participar en la prevención: "no vino ni el loro, lo publiqué en un grupo de whatsapp y me encontré con varias personas que no tuvieron la suerte de poder expresarlo, y ellas me acompañaron, son jubiladas que no tenían ni un peso, madres, hijas, hermanas y una persona muy especial que perdió a su mejor amigo pero nunca lo pudo expresar publicamente nos presto su espacio, sin saber ni si se podía decir la palabra suicidio, si podiamos ponerla en los flyers".

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Marina asura que tiene una convicción, una pasión, y eso le dio pie para formar un grupo de personas autoconvocadas para trabajar en la prevención del suicidio, al que le pusieron el nombre 8 de agosto, por el día que se suicidó su hija. Una concejal que asiste, les cuenta que dentro de reuniones en el concejo deliberante habian personas que le decian que no hable porque era contagioso. Ahí tomaron dimensión de todos la ignorancia que aplastaba la temática.

Luego, empezó a viajar cada quince días a una formación que brindó Manos Unidas por la Paz en el marco de un trabajo del área de Desarrollo Social de Villa La Angostura. Para su sorpresa, ahí participaron no sólo psicólogos y psiquiatras, sino también albañiles, periodistas, y gente que no estaba vinculada de manera directa a la temática.

"Ser interventor comunitario es justamente como dice la palabra intervenir desde lo micro hasta lo macro, podés armar un proyecto de promoción o de prevención de 40 minutos, podés como hago yo, dar charlas en juntas vecinales", dice Marina y agrega que incluye analizar en cada barrio por qué hay suicidios consumados, hasta hacer una escucha activa con una persona que está en crisis, y acudir a los servicios de salud mental, o llamar al 107 y que se active la ley de prevención al suicidio.

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Actualmente, se encuentra preparando un Festival por la Vida que incluya actividades desde agosto hasta el 10 de septiembre además de tres proyectos que escribe junto a Julieta Di Massi, psicóloga y jefa de Salud Mental del Hospital de San Martin de los Andes. Toda la pasión y la convicción que la embarga también le hace darse cuenta de la necesidad de ordenarse: "el año pasado estuve desbordada, pero este año necesito tiempo para mí también, tengo un hijo chico", y agrega, esperanzada: "necesitamos mínimamente 30 interventores comunitarios, yo sé que es algo utópico, pero hay muchísimos casos en San Martín".

Línea Nacional de Prevención del Suicidio (011) 52751135

Línea de Salud Mental de Neuquén (299) 5358191

Vecinos autoconvocados por la prevención del suicidio de San Martín de los Andes (294) 4314454

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