Una peligrosa "tradición" que preocupa en Neuquén: chicos y adolescentes siguen tirándose del puente en el río Grande

La escena se repite cada verano. A pesar de las advertencias y los esfuerzos de guardavidas, policías y encargados del balneario neuquino, los adolescentes y niños siguen utilizando el puente sobre el río Grande, en el acceso a la Isla 132, como un trampolín improvisado.

Este comportamiento que ya es habitual durante la temporada estival, pone en peligro sus vidas y genera una preocupación constante entre quienes trabajan para garantizar la seguridad en el balneario Gustavo Fahler.

El domingo pasado, un grupo de ocho jóvenes, de no más de 15 años, ignoró una y otra vez las indicaciones de los guardavidas y la policía.

Mauro Kolep, encargado del balneario durante las mañanas, aseguró que se trata de una problemática recurrente, especialmente los fines de semana. “En esta época, los sábados y domingo, el puente se pone bastante peligroso por este tema. Chicos de 9, 10, 11 años, adolescentes y hasta algún que otro adulto, siempre dando la nota y tirándose en un lugar que está totalmente prohibido”, comentó en diálogo con Canal 7 Noticias.

De izquierda a derecha: Franco, Juan José y Nicolás, tres guardavidas que trabajan en el balneario Río Grande.

Archivo.

Según explicó, el principal problema es la falta de conocimiento sobre lo que hay bajo el agua en esa zona. “No sabemos qué hay ahí abajo, puede haber ramas, piedras, y el peligro es ese. Más allá de la caída, el fondo es impredecible. Ya hemos tenido casos de cortaduras graves, pero parece que no toman conciencia”, agregó.

A esto se suma la falta de control por parte de los padres, quienes muchas veces ni siquiera saben dónde están sus hijos.

La lucha diaria de los guardavidas

Los guardavidas realizan un esfuerzo constante para prevenir accidentes, pero su capacidad de acción es limitada. Según Kolep, es imposible que puedan dedicarse exclusivamente al control del puente, ya que deben atender otras áreas del río, especialmente donde se concentran familias con niños pequeños. “Más que mirar un puente, nosotros tenemos que estar cuidando todo el río, sobre todas las partes más concurridas. No podemos estar solamente ahí, aunque sabemos que es un problema grave”, explicó.

Además, el hecho de que la mayoría de los involucrados sean menores de edad complica la intervención de la policía, que tampoco tiene herramientas efectivas para resolver la situación. “Trabajamos en conjunto con la policía y con Prefectura para prevenir, pero ante el primer descubierto ya están tirándose. Es inevitable. Más allá del trabajo en equipo, esto sigue ocurriendo”, lamentó el guardavidas.

Verano temporada balneario Río Limay

Claudio Espinoza

El riesgo de que ocurra un accidente grave es alto, y los guardavidas son conscientes de que, en caso de una emergencia, serán los primeros en responder. “Si uno de esos chicos se lastima, nosotros vamos a estar ahí para asistirlo, junto con el Sistema Integrado de Emergencias del Neuquén (SIEN). Pero sabemos que las críticas no se van a hacer esperar: ¿Dónde estaba el guardavidas? nos dirán. Aunque hagamos prevención, es un problema que nos sobrepasa”, confesó Kolep.

El llamado de atención no solo va dirigido a los jóvenes, sino también a los adultos responsables. “Es un trabajo de ida y vuelta. Nosotros hacemos todo lo posible, pero los padres también deben ser conscientes y educar a sus hijos para que no pongan en riesgo sus vidas”, concluyó.

La situación en el puente del río Grande refleja una combinación de imprudencia, falta de conciencia y una tarea de prevención que se torna insuficiente frente a la insistencia de los jóvenes. Mientras no haya un cambio en el comportamiento de quienes realizan estas prácticas peligrosas, el riesgo seguirá latente.