Vive hace dos años en situación de calle y duerme en un codiciado terreno del centro de Neuquén
Alexis reveló las condiciones en las que vive en lo que fue Tiempo Propio, un club que fue furor en la década del 80, en donde se proyectan majestuosas torres.
El rumor de la calle indica que el extenso terreno ubicado en Avenida Argentina y Doctor Luis Leloir tiene como destino la edificación de flamantes torres, tal como sucedió con la construcción del hotel Hilton de Neuquén y tres edificios –uno todavía sin terminar- que se ubican apenas unos metros sobre Doctor Ramón. En esa superficie -en donde en la década del ’80 funcionó Tiempo Propio, club del alto que poseía cinco canchas de pádel, cuatro de tenis y una pileta con barra- hace más de dos años se encuentra viviendo Alexis, un joven de 28 años, que como otros tantas personas vive en situación de calle y subsistiendo como puede.
Previo a su arribo a la ciudad, el joven contó que cursó la escuela primaria en Temuco, Chile. Y luego junto a sus padres cruzó la frontera para instalarse en el barrio Cuenca XV, en donde un 4 de diciembre de 2008 se entregaron las primeras viviendas. “Hace como siete años que ando en la calle. Cuando llegué (a Neuquén) hacía muchas cagadas. Por esos dejé la casa de mi familia para no molestar. Mi mamá cuida gente anciana y tiene 52 años”, reveló.
Arrojado a la calle y muchas veces sin tener un rumbo, Alexis anduvo "yirando" por diferentes puntos de la ciudad resistiendo como pudo. “Vendo bolsas de residuos, vendo sahumerios, limpio vidrios. Hago lo que puedo. Muchas veces pido comida; vergüenza no tengo”, aseguró.
El joven, que tiene siete hermanos, aseguró que siempre estuvo en la zona del alto de la ciudad. “En el bajo –refiriéndose a toda la extinción del Parque Central- hay muchos pibes en su misma situación que se drogan. Acá no, somos más de tomar un poco (de alcohol)”, admite sobre el grupo de compañeros.
“En esta zona somos más unidos. Allá (en el bajo), se pelean y se matan por un poco de plata, un cigarrillo. Por cualquier cosa. Acá, cada uno hace la suya, pero todos somos unidos”, agregó.
El grupo al que se refiere Alexis, casi siempre tiene su parada o punto de reunión en el Monumento a Italia, que se ubica en la plazoleta entre las calles República de Italia y San Juan. El mismo se inauguró en 1984 y fue creado por el artista Atilio Morosin, quien también realizó el Monumento a la Madre de Neuquén Capital.
La situación de calle y las necesidades
Reveló que cuando se decidió habitar el espacio abandonado de Avenida Argentina y Leloir se encontró en el lugar dos empleados municipales que le permitieron quedarse. Desde hace más de dos años que ese lugar es su casa. “Primero hablé con los hombres que estaban haciendo pegatina y otras cosas. Limpié un poco el lugar y me quedé sin molestar a nadie porque ahora estoy más tranquilo. Antes era de terror y no pensaba en las cosas que hacía”, contó por los efectos de las sustancias que consumía.
El rancho, como lo llama él, supo ser la sala de acceso, confitería y recepción del desaparecido club que cerró sus puertas en 1995 y luego pasó a manos de la Municipalidad. El espacio también contaba con sus sanitarios y vestuarios.
Ruinas en el centro de Neuquén
Como toda propiedad que fue abandonada hace más de una década, la obra está totalmente deteriorada, al borde de las ruinas; el techo está rajado en varios sectores, las paredes en mal estado lucen descascaradas y rayadas con distintas inscripciones. Lo que fueron en un momento ventanas y puertas ahora están tapadas por chapas o un pedazo de tela a modo de cortina.
Una mesa chica, dos sillas de escuela, un televisor de tubo ochentoso, una parte de alacena sostenido por un tambor de combustible hacen de living en la propiedad, mientras en la sala continua hay dos colchones.
“El techo se me llueve casi todo y a veces se te moja todo el colchón, la ropa y hay que tener cuidado con la corriente porque gracias a dios tengo luz. También puedo cocinarme. Por ahí vivo solo o llevo a uno o dos amigos, pero la mayoría de las veces estoy solo”, agregó.
La luz que ingresa al lugar no es mucha y eso hace que el ambiente sea bastante oscuro, tenebroso por su estado, sumado la acumulación de ropa en estado precario u objetos desparramados que se encuentran en los distintos rincones de la propiedad.
Sin horario y baldazos de agua: efectos de la pobreza
Alexis dice que en la calle no hay “horario” y a veces se acuesta a las 23 o a las 3 de la mañana. “Sería distinto si tuviese un trabajo estable, uno andaría un poco más tranquilo. Intenté buscar laburo pero está difícil. Por los antecedentes (delictivos) no me toman… el hambre, las necesidades, no saber dónde ir a dormir, me llevaron a eso (al robo). Hace un año me calmé porque me lleva siempre atrás de una reja”, confesó.
“He trabajado en cuadrillas de construcción y hace bastante que están tomando paraguayos y bolivianos porque le sale más barato. No le pagan lo que sale la hora de trabajo. Y siempre eligen a ellos. Está lleno y los tienen todo el día levantando paredes. Los explotan”, explicó.
Cuando arranca el día temprano apenas hay unos mates, un té y masitas que funcionan como desayuno y luego comienza la rutina de limpiar los vidrios de los autos o vender lo que salga para hacer unos mangos. “Me levanto temprano para hacer plata y poder comer algo al mediodía. Por día hago entre 20, 25 mil pesos. Depende como esté la gente y trato de no matarla (con el precio) porque también debe pagar sus cosas”, aseveró.
La falta de agua en el sitio hace que el joven no pueda tener un mínimo aseo corporal. “Tenía agua, pero los municipales la cortaron hace meses. Como ahora no tengo, salgo con varios bidones a buscar y me pego un baño. Ojalá pudiera tener una ducha con agua caliente. Me voy lavando por partes y más en invierno”.
“Cada uno tiene que cuidar su techo porque si te sacan después nadie te invita a ningún lado. Y es feo dormir debajo de un árbol, en una parada (de colectivo) o no tener un colchón. En invierno, si no tenés una frazada, no sabes qué hacer; te movés para un lado y otro para no tener frío. Lo único que pensás es en tomarte algo calentito”, contó sobre la complicada situación.
“A mí me gustaría que la gente probara dormir dos días o una semana en la calle o en donde estoy yo para que se dé cuenta de algunas cosas. A mí me gustaría tener una casa, terreno, pero no me queda otra. Yo estoy en la calle y no sé qué me va a pasar el día de mañana. Así es todo el tiempo la calle”, acotó.
Sin visitas y ¿dueños?
Hasta ahora no ha llegado ninguna persona que se adjudique el terreno o efectivo policial con alguna orden de desalojo. “Nunca vino alguien que diga que es el dueño. Me contaron que el terreno es del municipio. Y también la policía dice que es de Ferraciolli (familia que hace décadas posee la casa de calzados y deportes). Muchas cosas se dicen”, reveló.
“Si en algún momento me saca la policía, yo voy a volver a ese lugar porque no tengo otro lugar donde ir a dormir. Estoy en la calle. Yo no molesto a nadie. Salgo, entro y a veces me quedó escuchando un poco de música. Me han dicho que vaya a los refugios pero se llenan”, explicó.
Alexis contó que muy de vez en cuando recibe la visita de la Policía en su casa: “Revisan todo, hacen una requisa para ver si encuentran algo. Se meten para ver quién está y para pedir datos. Nosotros nunca tenemos nada y a veces hacen mucho espamento en donde paramos (calle San Juan y Av. Argentina). Nos dicen que nos quedemos piola y nosotros los respetamos".
Cirse, iglesias y la buena gente de Neuquén
Mauro, el Barbas Nicolás, Sony, Pizza y Salta y el Viejo Rulo (hombre de más de 55 años y ex empleado municipal), son algunos de los compañeros del grupo de Alexis, que suelen estar en el Monumento a Italia. Ellos también habitan una propiedad desprotegida. Precisamente, el techo se encuentra en una parte de la construcción de lo que era el Cirse (Círculo de Suboficiales del Ejército, Avenida Argentina 1376). En ese espacio que funcionó como un subsuelo de la obra se alojan seis jóvenes.
Ante la ayuda que pueden llegar a tener Alexis y Mauro indicaron que los ayudan son gente de la iglesia y vecinos de la zona. “La iglesia de Alta Barda (Parroquia María Madre de la Iglesia) nos da una vianda, té o café. También nos trae ropa, frazadas, nos ayuda mucho en el invierno. Hay iglesias evangélicas que también nos acercan viandas. Hay que remarla nomás porque ya se viene el invierno".
“Si uno no da más del hambre se tocan las manos (se aplaude) y se le piden sal, azúcar o algunos fideos a una vecina. Hay bastante gente que te ayuda y también hay otra que no, te mira mal”, destacó.
Cerca del mediodía, el grupo de compañeros de la calle está reunido bajo el sol en el Monumento a Italia. El Barbas llega contento con un paquete de carne picada que le dio una señora por cuidarle el auto mientras hacía las compras en el hipermercado que está a media cuadra. Mientras Mauro muestra cuatro mil pesos que juntó para comprar carne con hueso para el guiso. El almuerzo ya queda programado para las 14 en la parrilla que tiene el Cirse, una escena que se repetirá de vez en cuando según lo que se recolecte en la calle y la colaboración que reciban.
Mientras tanto, es muy probable que esa modalidad suceda en otros puntos de la ciudad, porque a la vista de todos los transeúntes cada vez se observan más personas “durmiendo” en la calle y “matándose” de frío. “Hay gente que está peor que yo”, dirá Alexis. “En las construcciones que ha dejado o quedan abandonadas siempre vas a encontrar gente. Hay muchos. Yo sé que algún día me van a sacar. He visto personas que han entrado tomando medidas y sacando fotos. Todo el mundo dice que van a hacer torres”, concluyó.
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