En medio de la crisis económica, un gigante del mundo automotor decidió finalizar su participación en Argentina. Los motivos.
En un contexto de ajustes y reestructuraciones, la industria argentina enfrenta hitos que reflejan el impacto de la crisis económica. Uno de los golpes más resonantes llegó desde el sector automotor: tras siete décadas de operaciones, una histórica marca relacionada al mundo automotor traspasó su emblemática planta de Virrey del Pino al Grupo ST.
Este holding, con intereses en finanzas y seguros, adquirió las instalaciones de Mercedes-Benz garantizando la producción de las camionetas Sprinter hasta 2029 y la permanencia del personal bajo nuevos contratos. La transacción, cerrada tras meses de negociaciones con participación de la firma Mirgor, marca el fin de una era para la marca alemana en América Latina.
Aunque la planta —fundada en 1951 y clave para el mercado regional— mantendrá actividad hasta mayo, los nuevos dueños deberán desarrollar vehículos independientes de Mercedes-Benz a partir de febrero. Pablo Peralta, CEO del Grupo ST, asume el desafío en un escenario complejo, donde la innovación será crucial para sostener empleos y competitividad.
El cierre no solo simboliza un cambio corporativo, sino también las presiones macroeconómicas que enfrentan las empresas bajo el gobierno de Javier Milei.
Otra marca de peso que sufrió: los despidos en SanCor
Mientras el sector automotor se reinventa, la industria láctea vive su propio vendaval. SanCor, cooperativa otrora líder nacional, despidió a 300 empleados en Santa Fe y Córdoba, reduciendo su plantilla a 1.050 trabajadores. La medida, justificada como "fuerza mayor" por la escasez de materia prima, evidencia una crisis multifacética: recepción diaria de leche cayó de 4 millones de litros en 2016 a 250.000 actualmente, paralizando plantas en La Carlota y Balnearia, dedicadas a quesos duros y semiduros.
Las cinco plantas restantes —tres en Córdoba y dos en Santa Fe— operan a media máquina, enfocadas en productos como queso crema, dulce de leche y leches especializadas. Sin embargo, la cooperativa admite que los despidos podrían ampliarse si no se concreta la llegada de un inversor estratégico. Con una deuda de USD 400 millones y proveedores migrando a competidores, la urgencia por capital fresco es evidente. El consejo directivo negocia contra el tiempo, aunque las trattativas se complican por el historial crediticio y la desconfianza del mercado.
Efecto dominó: ajuste privado en tiempos de crisis
Ambos casos ilustran cómo el ajuste estatal impulsado por Milei permea al sector privado. En Mercedes-Benz, la venta de la planta —más que una despedida— es una adaptación a nuevas realidades; en SanCor, los recortes son un último recurso para evitar el colapso. La diferencia radica en las estrategias: mientras el gigante automotriz transfiere riesgos mediante una transacción estructurada, la láctea opta por contracciones dolorosas sin red de seguridad.
Los trabajadores, aunque preservados en el caso automotor hasta 2029, enfrentan incertidumbre a largo plazo. En SanCor, los despedidos —muchos en "jornadas libres" por meses— encarnan el costo humano de una crisis que trasciende lo financiero. Ambos escenarios plantean preguntas sobre la sostenibilidad de industrias históricas en un modelo económico que prioriza el equilibrio fiscal sobre la protección laboral.
Mirando al futuro: ¿recuperación o reinvención?
La planta de Virrey del Pino podría convertirse en un laboratorio de reconversión industrial si el Grupo ST logra diversificar su producción. Para SanCor, el dilema es más agudo: sin inversión, incluso sus plantas activas podrían sucumbir. Ambos casos exigen no solo capital, sino también políticas que equilibren ajustes con incentivos a la producción.
Mientras el gobierno insiste en que el "exceso de empleo" lastra la competitividad, estas crisis sectoriales revelan un desafío mayor: cómo evitar que la eficiencia económica no profundice la desindustrialización. La respuesta, aún en construcción, definirá si Argentina logra estabilizar su economía sin sacrificar su tejido productivo.
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