Se trata del DEBIN Programado, una nueva forma de financiar las compras mediante una autorización única.
El Gobierno argentino dio un paso innovador en el sistema de pagos al oficializar el DEBIN Programado, un mecanismo que habilita a los ciudadanos a financiar compras en cuotas fijas, tanto en pesos como en dólares, bajo una única autorización y con tarjeta de débito.
La medida, formalizada mediante la Comunicación “A” 8180/2025 del Banco Central (BCRA), busca dinamizar el consumo y ofrecer mayor flexibilidad en un contexto económico marcado por la volatilidad cambiaria y la necesidad de previsibilidad.
¿Cómo funciona el DEBIN Programado?
A diferencia del DEBIN tradicional, que ejecuta transferencias inmediatas y únicas, esta variante permite programar débitos recurrentes para cubrir planes de pago preestablecidos. Los detalles clave incluyen:
- Cuotas fijas: El monto y la cantidad de pagos se definen al inicio, eliminando sorpresas por fluctuaciones monetarias.
- Adhesión individual: Cada transacción requiere una autorización expresa del cliente antes de procesar la primera cuota.
- Flexibilidad en moneda: Los usuarios eligen entre pesos o dólares, aunque el proveedor debe informar el costo final en ambas divisas.
- Cancelación sencilla: Tanto el comprador como el vendedor pueden dar de baja el plan en cualquier momento, sin trámites adicionales al finalizar las cuotas.
Además, las entidades financieras están obligadas a detallar estos movimientos en los resúmenes con la leyenda “DEBIN programado – nombre del cliente ordenante – importe – cuota X/de XX”, garantizando transparencia. Sin embargo, el sistema excluye a negocios vinculados a juegos de azar, como casinos o loterías, para evitar riesgos asociados a deudas compulsivas.
Por qué se dio este cambio en las tarjetas de débito
La iniciativa, anunciada preliminarmente en enero por el ministro de Economía, Luis Caputo, responde a dos necesidades críticas. Por un lado, facilita a los consumidores acceder a bienes duraderos o servicios sin requerir tarjetas de crédito, ampliando la inclusión financiera. Por otro, intenta ordenar la dolarización informal que creció en sectores como el inmobiliario o la electrónica, donde los precios suelen cotizarse en moneda extranjera.
Caputo destacó que esta herramienta no solo brinda claridad a los usuarios, sino que también incentiva a las empresas a formalizar sus operaciones. “Al mostrar precios en dólares y pesos, con el costo total explícito, se reduce la asimetría de información”, explicó durante su presentación. Este enfoque podría mitigar prácticas especulativas, como ajustes discrecionales tras la firma de contratos.
Desafíos y proyecciones
Aunque el DEBIN Programado promete agilizar transacciones, su éxito dependerá de factores como la adopción tecnológica por parte de bancos y proveedores de pagos, así como de la educación financiera de la población. Según analistas, su implementación podría enfrentar resistencias iniciales similares a las del QR interoperable, que tardó meses en masificarse.
Otro punto crítico es la protección del consumidor. Si bien el BCRA exige autorización previa para cada débito, organizaciones de usuarios advierten sobre posibles confusiones entre pagos únicos y recurrentes. Recomiendan campañas informativas para evitar malentendidos, especialmente entre adultos mayores o poblaciones menos familiarizadas con billeteras digitales.
Desde el sector empresarial, las expectativas son cautelosamente optimistas. Rubén Salomón, presidente de la Cámara de Comercio Electrónico, señaló: “Este sistema podría reducir costos operativos al eliminar intermediarios, pero necesitamos ver cómo se articula con las plataformas existentes”. En paralelo, economistas subrayan que, aunque útil, el DEBIN Programado no sustituye políticas macroeconómicas que aborden la inflación o la escasez de divisas.
Con vigencia a partir del 28 de febrero, esta herramienta se suma a un abanico de medidas recientes —como la liberalización de precios y el fomento a las exportaciones— que buscan estabilizar la economía. Su impacto real, no obstante, solo podrá medirse en los próximos trimestres, cuando se consoliden los datos de uso y satisfacción ciudadana.
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