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La Mañana Francisco

El papa Francisco tenía un alfajor preferido: ¿cuál es y qué conexión tiene con el Cura Brochero?

Bergoglio era fanático de esta golosina, tanto que en su larga estadía en la Santa Sede se hacía llevar su favorito. Se fabrica en Córdoba y es muy especial.

Como todo buen argentino, el papa Francisco era fanático del alfajor y lo degustaba entre reuniones diplomáticas y momentos de oración. En esta nota, te contamos la historia detrás del dulce preferido de Bergoglio que se ganó un lugar en el Vaticano y por qué se ha convertido en su favorito.

“Recuerdo que para carnaval, cuando éramos niños, la abuela nos hacía galletas, y era una masa muy liviana, liviana, era liviana esa masa que hacía. Luego la ponía en el aceite y la masa se inflaba, se inflaba, y cuando la comíamos estaba hueca”, dijo el papa Francisco en su homilía “Como las galletas de la abuela”, en 2016. De esta manera, con una tierna anécdota familiar quiso hacer un paralelismo con la mentira al revelar queesas galletas son como las mentiras: parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada verdadero allí; no hay nada de sustancia”.

Siempre que podía, el papa solía demostrar su amor por la comida (y, sobre todo, la Argentina) desde desear un “Buen almuerzo” cada domingo luego del Ángelus en la plaza San Pedro hasta contar cómo en su casa cada vez que se caía un pan al piso, se lo besaba y bendecía, pero nunca se tiraba a la basura. También, se hicieron virales los momentos en los que pedía “el chipa” o su confeso amor por los alfajores, el choripán, el helado de dulce de leche y las empanadas argentinas.

El alfajor preferido del papa

En la Argentina hay muchos alfajores, más de 300 variedades, artesanales, industriales, con fruta, pasta de avellanas y hasta de fernet o cerveza. Pero al papa, según reveló en The Vatican Cookbook, le gustaban los clásicos de dulce de leche y chocolate y unos artesanales con masa de hojaldre con dulce de leche y recubiertos con coco que se consiguen solo en Córdoba: El Nazareno. Estos últimos, que a simple vista parece como una fusión de milhojas con un alfajor de maicena, los creó una familia de Traslasierra, Leonardo José Grisoni y María Estela Gurriere con sus cinco hijos: Valeria, Leticia, Arturo Adolfo, Lucas y Juan Francisco.

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“Antes de que el papa Francisco fuera papa, en Villa Cura Brochero se hizo un encuentro de curas y obispos de todos lados, algunos venían de Italia y uno de ellos era Francisco, se alojaban en la casa de ejercicio de la Iglesia Nuestra Señora del Tránsito. Una monjita se acercó a nuestro local a pedirnos alfajores para la merienda de todos esos curas y obispos que estaban haciendo el retiro. Al día siguiente de esa merienda, vinieron los curas y uno de esos era Jorge Mario Bergoglio, que dejó una nota agradeciendo por tan ricos productos. Además, que bendecían a El Nazareno, a los empleados y que iban a pedir por nosotros”, contó a TN Arturo Grisoni, uno de los alfajoreros.

Ese fue el puntapié inicial de un amor culinario que los unió para siempre. Es que los alfajores de hojaldre -que se venden a $2500 en sus 12 sucursales de Córdoba- se transformaron en el regalo que todos querían hacerle a Francisco cada vez que lo visitaban en El Vaticano. “Cuando él se hace papa todos esperaban que volviera a Villa Cura Brochero para la beatificación del Cura Brochero que se realizó meses después de que Francisco asumiera, pero vinieron los obispos. Uno de ellos, que vivía con el papa, después de la beatificación, y fue a comprar alfajores para llevarle porque ‘era fanático de los de hojaldre’”, recordó Grisoni.

La muerte del sumo pontífice conmueve al mundo y a cada uno de los argentinos, pero cuando se confirmó la triste noticia este lunes en las primeras horas de la mañana, a la familia Grisoni se le rompió una parte de su corazón. En ese sentido, mencionó: “Nos golpeó mucho porque teníamos un gran afecto. De todas maneras, siendo creyentes, sabemos que la partida de un ser querido tampoco es grave, sino que vamos hacia donde tenemos que ir y en algún momento todos nos encontraremos”.

La historia de fe y devoción detrás del alfajor preferiso del papa

Lo que hoy conocemos comoEl Nazareno, una de las marcas de alfajores más queridas de Córdoba, nació del empuje y la fe de una familia que como dicen “decidió convertir la dificultad en oportunidad”. En 1982, el matrimonio de Leonardo José Grisoni y María Estela Gurriere llegó a Arroyo de los Patos, en el valle de Traslasierra, junto a sus cinco hijos: Valeria, Leticia, Arturo Adolfo, Lucas y Juan Francisco. Dejaban atrás Carlos Paz para empezar de nuevo, con lo justo, en un pueblo turístico en crecimiento.

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Con tradición en cocina y repostería, pensaron en un producto local que pudiera sostener a la familia. Instalaron una carpa que fue tanto hogar como taller, y en una habitación construida por ellos mismos comenzaron a crear sus primeras especialidades. Leonardo, además de emprendedor, era hábil carpintero y herrero, oficios que enseñó a sus hijos para levantar, literalmente, la fábrica familiar.

Inspirado por su fe, Leonardo bautizó el proyecto como El Nazareno, en honor a Jesús de Nazaret, y sumó el subtítulo “Fábrica familiar” para reflejar el compromiso de cada miembro del clan.

Con el tiempo, el emprendimiento fue creciendo. Incorporaron nuevos productos —entre ellos, los alfajores que se volverían su sello distintivo— y en el año 2000 abrieron su primer local sobre la ruta. Hoy, El Nazareno cuenta con 13 sucursales: 12 en la provincia de Córdoba y una en Merlo, San Luis.

Más que un negocio, El Nazareno es una historia de esfuerzo colectivo, fe y pasión por lo artesanal. Un legado que sigue creciendo, impulsado por el mismo espíritu que lo vio nacer.

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