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La Mañana Milei

¿Hasta donde sirve el Javier Milei recargado que volvió del Foro de Davos?

El Presidente se debate entre el espejismo del brillo internacional y la dura realidad local. Su estrategia de profundización y los costos políticos.

Entre Washington y Davos, Javier Milei marcó dos ejes de la campaña que encabezará este año, sin traje de candidato, pero como protagonista directo en la contienda que se jugará en las elecciones legislativas. Antes de la asunción de Donald Trump, el presidente le pegó duro al gradualismo y a las coaliciones reformistas que tuvieron miedo para aplicar los cambios que habían prometido. No los nombró, pero apuntó a Juntos por el Cambio y a Mauricio Macri por elevación.

Después de la euforia que le provocó asistir a la ceremonia en el Capitolio que devolvió a Trump a la Casa Blanca, Milei viajó a Davos, Suiza, y redobló la apuesta. Esta vez no reivindicó el shock para aplicar un drástico ajuste fiscal, pero se enfocó en castigar, condenar y a la vez instalar al "wokismo" y a la "cultura woke", dos concepciones que ahora Milei utilizará para reforzar la ultrapolarización que intenta construir ante el escenario electoral que se avecina.

La asunción de Trump no sólo significó una reafirmación para Milei respecto a la utilización del shock como hoja de ruta para implementar medidas abruptas desde el poder. También le recordó que el nuevo establishment que banca al magnate republicano es muy conservador y comparte la visión de combatir al "wokismo". Ante los asistentes del ultimo Foro de Davos, Milei buscó despejar dudas respecto a su definición. La consideró como “un régimen de pensamiento único, sostenido por distintas instituciones cuyo propósito es penalizar el disenso”. Anticipó que lo han acusado de "misógino" en distintas oportunidades y fue al grano.

Para el presidente la "cultura woke" es "feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles”.

Todo es "woke" en la ultrapolarización 2025

El Presidente volvió a considerar al aborto como una "aberración" y volvió a apuntar contra la agenda LGBTQ+. Para Milei ahí esta uno de los núcleos de la cultura "woke", que "quiere imponer que las mujeres son hombres y los hombres son mujeres sólo si así se autoperciben y nada dicen de cuando un hombre se disfraza de mujer y mata a su rival en un ring de boxeo o cuando un preso alega ser mujer y viola a cuanta mujer se le cruce por delante en la prisión”.

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Ante un auditorio muy calificado, el Presidente mezcló todos los conceptos y lanzó una generalización que volvió a exponerlo. "Sin ir más lejos, hace pocas semanas fue noticia en todo el mundo el caso de dos americanos homosexuales que, enarbolando la bandera de la diversidad sexual, fueron condenados a cien años de prisión por abusar y filmar a sus hijos adoptivos durante más de dos años”, lanzó. Con la mención de ese caso y sin hacer ninguna aclaración, Milei estigmatizó a las parejas del mismo sexo que tienen hijos y reprodujo uno de los prejuicios más añejos de la ultraderecha anglosajona sobre la homosexualidad.

Además volvió a negar el femicidio y la desigualdad laboral entre el hombre y la mujer. "Llegamos, incluso, al punto de normalizar que en muchos países supuestamente civilizados si uno mata a la mujer se diga femicidio y eso conlleve una pena más grave que si uno mata a un hombre”, leyó el mandatario. Según su punto de vista “legaliza que la vida de una mujer vale más que la de un hombre, enarbolando la bandera de la brecha salarial de género”.

La apuesta discursiva no fue improvisada. Milei leyó cada una de las palabras del texto que le escribieron. Lo mismo sucedió con las alocuciones anteriores, que fueron premeditadas, con objetivos concretos y necesidades específicas. En Washington buscó mostrar que es el único que puede hacer en Argentina algo parecido a lo que quiere hacer Trump en Estados Unidos. En Davos le puso toda la virulencia posible para instalar al "wokismo" como el antagonista social y cultural preferido que buscará agredir, descalificar y combatir, con un ingrediente aún más preocupante, porque también lo hará en la gestión del Gobierno y desde el discurso de campaña que pondrá en marcha apenas arrecie el calendario.

La osadía que puede transformarse en debilidad

¿El discurso ultra que le funcionó en la última gira internacional le rendirá los mismos dividendos en Argentina? Nadie tomó el guante cuando le sacudió a JxC sin nombrarlo y defenestró a los gradualistas. Pero apenas habló en Davos comenzaron los repudios locales. En el arco del centro y la derecha, los cuestionamientos salieron especialmente de los exsocios de JxC.

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Las declaraciones de Milei pueden resultar expulsivas incluso para sus propios seguidores. Es un frente que buscarán aprovechar aquellos que han sufrido, y siguen padeciendo, la fuga de votos por ultraderecha. En un solo discurso el presidente insultó a la comunidad gay y los trató de pedófilos y también negó la desigualdad entre el hombre y la mujer y negó el femicidio. Hasta ahora no afrontó costos políticos por sus declaraciones. Sin embargo, el giro abre interrogantes sobre la solidez del vínculo que mantendrá Milei con su propia base electoral, especialmente la más joven.

"¿Cuántas libertades más va a recortar el gobierno liberal libertario?", se preguntó el senador porteño Martín Lousteau, que preside el Comité Nacional de la UCR. "La figura del femicidio responde a una realidad concreta: las mujeres son asesinadas por razones de género. En 2024, hubo 267 femicidios, uno cada 30 horas, y al menos 267 niños quedaron huérfanos. Más de la mitad ocurrieron en contextos de violencia doméstica", escribió en su cuenta de X para cruzar a Milei.

"Tipificarlo como un delito específico no es un privilegio, es reconocer que esta violencia existe, visibilizarla y abordarla con medidas concretas para prevenir y sancionar. Vamos a seguir luchando por los derechos de las mujeres en nuestro país", prometió el dirigente radical, cuyo partido está cada vez más dividido entre los que critican a Milei y los que quieren aliarse a La Libertad Avanza y seguir aportándole votos.

Entre la convicción de diferenciarse y el miedo a perder votos

EL PRO no es ajeno al cisma que provoca la ola violeta. Un sector guarda silencio sobre cada una de las declaraciones extremas del presidente. El alcalde porteño Jorge Macri abandonó ese grupo desde el año pasado, cuando comprobó que el Gobierno esta empeñado en confrontar con él dentro de la Ciudad. En otro momento podría haber sido el excalcalde Horacio Rodríguez Larreta el primer macrista en salirle al cruce a las declaraciones homófobas de Milei. Pero esta vez fue Jorge y demostró que aprovechará este flanco para seguir diferenciándose, quizás en un anticipo de una posible pelea entre el PRO y LLA en territorio porteño.

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“Tomar un caso particular y con eso plantear que son todos iguales a mi me parece una injusticia brutal”, lanzó el primo del expresidente Mauricio Macri en un mensaje que también encierra una preocupación. El alcalde no quiere quedar pegado a las posiciones extremas de Milei, aunque eso parece cada vez más difícil para aquellos que lo respaldan en lo económico pero tratan de diferenciarse en términos culturales. En pocas palabras, tanto radicales como macristas temen quedar absorbidos por una polarización más pronunciada que la vivida hasta ahora. “Aunque el kirchnerismo trate de hacerla como propia, es mentira y es algo que nadie nos va a arrebatar. Es algo identitario, no lo van a romper, voy a defenderlo”, aseguró Jorge para tomar distancia de las palabras del presidente. “En el concepto de libertad está elegir cómo expresarse, como querer mostrarse frente a la sociedad”, cintureó Macri.

En la Casa Rosada siguen convencidos. Creen que no asumirán costos negativos. Recuerdan que no afrontaron consecuencias cuando la policía le pegó a los jubilados que se habían manifestado contra los recortes. Mucho menos por los despidos de estatales. Tampoco cuando salió a bancar al entonces senador Edgardo Kueider, que luego fue destituído y sigue preso en Asunción, tras haber sido detenido cruzando la frontera de Brasil con Paraguay, cargado de 211.000 dólares, 649.000 guaraníes y 3,9 millones de pesos en efectivo que no había declarado. Amparados en la buena imagen que el presidente tiene en las encuestas, en su entorno consideran que tiene espalda para bancar errores, tragarse sapos y mantener la osadía discursiva detrás del objetivo de aumentar la ultrapolarización que sigue fagocitando a sus aliados esquivos.

Evalúan que el desgaste corre por cuenta de los que eligen responder, dentro de una agenda definida una y otra vez por Milei.

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