Un nuevo capítulo en la investigación sobre el desvío de fondos del programa Potenciar Trabajo salpica al Polo Obrero, una de las organizaciones sociales más influyentes del país. Un chat recientemente descubierto por la justicia revela cómo la agrupación habría utilizado facturas apócrifas para justificar la recepción de millonarios fondos del Estado, en una maniobra que ya ha derivado en el procesamiento de su líder, Eduardo Belliboni, por administración fraudulenta.
La conversación, que data de octubre de 2021, muestra cómo los miembros del Polo Obrero y la empresa Coxtex, una firma creada ex profeso para esta operación, concertaban la emisión de recibos falsos. A través de estos documentos, el PO buscaba respaldar los pagos que recibía del Ministerio de Desarrollo Social en el marco del Potenciar Trabajo, un programa destinado a fomentar la inserción laboral de sectores vulnerables.
En ese momento se desconocía un detalle no menor: Coxtex era una “empresa de papel”, creada con el único objetivo de hacer facturas apócrifas para justificar gastos inexistentes. La Justicia lo comprobaría años después en el caso que hoy tiene procesado a Belliboni por administración fraudulenta en perjuicio del Estado Nacional.
Hasta no hace muchas semanas lo que se sabía de Coxtex era que para la AFIP se trataba de una empresa falsa que el Polo Obrero había usado para desviar el destino de los fondos del Potenciar Trabajo y que sus fundadores eran Luis Alexander Pichuaga y Mariano Soledad Vega, que en rigor no eran más que prestanombres, gente a la que se le pagó para “hacerse pasar” por los dueños de la firma. Pero ahora el juzgado de Sebastián Casanello ya sabe quién es el “cerebro” detrás de esta firma y encontró un chat que podría complicar al Polo Obrero.
El 20 de agosto de 2021, un mes y medio antes de esa primera factura de Coxtex al Polo Obrero, una persona -cuyo nombre por ahora es un misterio- se contactó con una mujer llamada Anahí Rivero para pedirle que le pase una lista de empresas truchas.
Rivero luego le escribió a un hombre llamado Leandro G. Kebleris que procedió a enviarle un listado con siete empresas apócrifas, entre las que estaba Coxtex. Inmediatamente después se produjo esta conversación:
-Anahí Revero: “Ahí le pasé todo y le acabo de pasar esa otra que me mandaste” (Audio)
-Leandro Kebleris: “Después vemos tema precio”
-Anahí Rivero: “Sí, dale, yo no le pasé precio… ah, lo que me pidió fue si podemos conseguirle remito…eh… recibo… sí, le dije, es lo de menos” (Audio)
Unos días después, el 29 de agosto, Rivero insiste con la necesidad de que la empresa apócrifa que necesitaba ese cliente pudiera proveer de recibos.
-Anahí Rivero: “Lean, disculpá que te joda un domingo, sabés qué nos faltó de la facturación … Los recibos ¿vos me los preparas y los paso a buscar? ¿Me los podés preparar para mañana o el martes a la mañana? Si es mañana los paso a buscar por Barracas.
Según consignó TN, 6 días después de esa conversación, Coxtex hizo su primera factura para el Polo Obrero por un total de $3.644.418. Fueron en total dos las facturas de esta empresa que el PO presentó ante Desarrollo Social, las que sumarían $5.459.418. La empresa no tenía sede social, carecía de operatoria real y la AFIP la catalogó como una usina de facturas apócrifas. Los cheques que la organización de Belliboni usó para pagar por esas supuestas computadoras terminaron en cuentas bancarias de empresas que para la UIF podrían operar como cuevas financieras.
En los últimos meses la Justicia logró reconstruir cómo era la estructura de Coxtex y determinó, entre otras cuestiones, que la escritura de constitución de esta compañía fue firmada por el escribano Juan Bautista Darrasaga, que ya fue investigado en el caso Ricardo Jaime y Lázaro Báez.
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