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Santa Cruz: qué decidió la Justicia sobre el brasileño que dijo tener una bomba y paralizó un aeropuerto

El turista hizo un mal chiste durante el check-in en El Calafate. Terminó detenido y con una multa millonaria. Dos meses después, se definió su situación.

El insólito episodio sucedió en el inicio del fin de semana largo por el 12 de octubre en el aeropuerto de El Calafate, en Santa Cruz. Luego de despachar su equipaje, un turista brasileño le dijo a la empleada de Flybondi que en la valija que acababa de despachar había puesto una bomba.

Cuando, incrédula, la mujer le insistió con la pregunta que por protocolo acababa de hacerla, lejos de desdecirse, su interlocutor se dio media vuelta y se fue, lo cual disparó una alerta que no sólo paralizó al aeropuerto y desató un amplio despliegue de emergencia, sino que generó temor en cientos de pasajeros que debieron abandonar la terminal en un operativo de evacuación.

Con esa inexplicable actitud, el visitante extranjero se metió en un lío importante, que recién ahora tiene un cierre, a partir del fallo de la Justicia Federal en Santa Cruz: fue sobreseído y finalmente, podrá volver a su país, libre de culpa y cargo. Eso sí: los dos meses de incertidumbre que se ganó gracias a su broma no se los devuelve nadie.

Aunque ante los jueces, dijo que ese chiste no existió y que todo fue un malentendido. Según informó el diario Tiempo Sur, en sus testimonios ante los jueces, la empleada de la aerolínea low cost y el acusado se contradijeron.

Ella ratificó que el hombre había hecho lo que a ella la obligó a proceder con lo que indica el protocolo de seguridad. El defensor del acusado, en cambio, explicó que producto de la diferencia de idioma, todo se había tratado de un malentendido.

Ante esta contradicción, la Justicia concluyó que no había elementos suficientes para dar por probado el delito de entorpecimiento de los servicios de transporte aéreo, que de acuerdo con el artículo 194 del Código Penal argentino, prevé una pena de prisión de hasta tres meses para quienes afecten el normal funcionamiento de servicios públicos, aunque no exista un peligro real.

Cuando se había iniciado el proceso, la Justicia ya había beneficiado al turista al levantarle la prisión preventiva y reducirle fuertemente el valor de la multa que le habían impuesto: de 10 millones de pesos la redujeron a 200 mil.

De todos modos, en aquel momento le ordenaron permanecer en el país hasta tanto terminara el juicio, y para garantizar el cumplimiento de esa disposición, le retuvieron el pasaporte. Ahora, al fin, podrá volver a Brasil.

Tensión en un aeropuerto de Santa Cruz

Mal chiste o malentendido, el insólito episodio ocurrió el 11 de octubre en la terminal aérea de El Calafate, en momento de intenso movimiento de pasajeros por el inicio del fin de semana largo y con dos aviones en la pista esperando para despegar, uno de ellos ya con pasajeros embarcando.

“Tomen sus cosas personales. Hay amenaza de bomba. Bajen todos”. Ese fue el mensaje que recibió la tripulación de una de las aeronaves y que llenó de incertidumbre, también, a los viajeros.

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Eran cerca de las 9.30 de la mañana y acababa de darse la situación con el turista brasileño, que en ese momento no tuvo nada de equívoca. Los responsables de la seguridad del aeropuerto entendieron que no había lugar a dudas y debían actuar rápido.

En el amplio operativo que se puso en marcha participaron equipos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), bomberos y ambulancias de la Policía Federal, mientras un grupo especializado en explosivos revisaba la valija del brasileño, de apellido Pereira.

Según precisó La Opinión Austral en aquel momento, la empleada de Flybondi contó a las autoridades que, en un tono más bien jocoso, el hombre dijo que llevaba una bomba. Ella no lo tomó muy en serio, pero le advirtió que si repetía esa afirmación, se trataba de una situación grave, ya que debería dar aviso para que se iniciara un protocolo de seguridad.

Ante su sorpresa, vio como el pasajero que acababa de atender, lejos de retractarse, se dio media vuelta y se fue como si nada, sin pronunicar una palabra más. En ese momento, no tuvo dudas e informó en el acto a sus superiores, que a su vez dieron inmediato aviso a la Policía de Seguridad Aeroportuaria.

El alerta generó una situación de mucha tensión en la terminal, en la que en ese momento había aproximadamente 250 personas, incluyendo a los pasajeros de los dos vuelos que estaban por despegar en ese momento.

Se vio a agentes de las fuerzas de seguridad corriendo por los pasillos, en emergencia, y rastreando en busca de cualquier indicio de un posible artefacto explosivo, mientras al mismo tiempo el lugar era desalojado.

Algunos pasajeros que ya habían abordado su vuelo debieron bajar y fueron trasladados, al igual que los demás, a zonas seguras en el exterior del edificio. Tras una larga espera y la incertidumbre, finalmente pudieron volar.

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