Uno de los capítulos menos estudiados y difundidos por la academia y el periodismo es la lucha del Movimiento Obrero que, a mi juicio, fue la principal y verdadera oposición al régimen nacido en 1976.
El 30 de marzo de 1982 la CGT Brasil convocó a una gran movilizacion a Plaza de Mayo y en varias ciudades del país bajo la consigna «La Patria convoca al Pueblo», que adquirió ribetes insurreccionales y terminó con miles de detenidos, decenas de heridos y el asesinato en Mendoza del secretario general del sindicato minero, José Benedicto Ortiz, mientras que la conducción de la CGT Brasil fue detenida e imputada de cometer delitos que contemplaban largos años de cárcel.
En los alrededores de la Plaza de Mayo los manifestantes se enfrentaron con la policía durante 6 horas, hubo centenares de heridos y más de mil detenidos.
La manifestación ha sido considerada como «el comienzo del fin» de la dictadura. Esa noche, la CGT Brasil dio a conocer su evaluación de la jornada afirmando que el régimen militar «está en desintegración y en debande», para reclamar la formación de «un gobierno de transición cívico-militar hacia la democracia».
Muchos años más tarde, en una entrevista con el periodista Diego Genoud, Saúl Ubaldini la recordaría así: “La jornada más maravillosa para mí fue la del 30 de marzo de 1982, antes de Malvinas, cuando salimos a la calle y fuimos detenidos. Pero fue una movilización masiva, con una sola tristeza: la muerte del compañero Benedicto Ortiz. Después fue el pueblo el que reaccionó. Desde los balcones tiraban macetas a la policía, de todo. Yo creo que apresuró el camino hacia la democracia. Fue una jornada maravillosa, no tuvo el brillo del 17 de octubre pero yo creo que tuvo la valentía misma del 17 de octubre”.
Tres días después, el 2 de abril, las Fuerzas Armadas desembarcaron en las islas Malvinas y Georgias del Sur.
La larga lucha del Movimiento Obrero Organizado contra la dictadura
Uno de los capítulos menos estudiados y difundidos por la academia y el periodismo es la lucha del Movimiento Obrero que, a mi juicio, fue la principal y verdadera oposición al régimen nacido en 1976.
Claro que las atrocidades cometidas por el terrorismo de estado fueron tan grandes, que han opacado el resto de los acontecimientos sucedidos de 1976 a 1983. Entre esos acontecimientos esta la paulatina pero persistente lucha de los trabajadores organizados.
Es preciso recordar que, en la Argentina previa al golpe, había una desocupación real del 3,3%, la participación de los trabajadores en el PBI era del 49,5%; la población bajo el nivel de pobreza era el 3,2% y la deuda externa estatal era de 4 mil millones de dólares y 3800 millones la privada.
Si bien los militares realizaron el golpe con la excusa de combatir la subversión, el verdadero objetivo de sus mandantes era instaurar el modelo económico liberal. El 2 de abril de 1976 José Alfredo Martínez de Hoz anuncio su plan de doce puntos: libertad de precios, liberación del mercado cambiario, libertad del comercio exterior, derogación de retenciones al agro, libre importación de bienes, reforma financiera, aumento de tarifas y eliminación de subsidios, entre otros.
Para llevar adelante este plan era como condición necesaria, doblegar al Movimiento Obrero Organizado.
Jorge Rafael Videla, en el Documento de Trabajo sobre las Bases Políticas para la Reorganización Nacional, expone: “Deben dictarse las leyes fundamentales de Asociaciones Gremiales de Trabajadores (...) Es necesario quitar a estos organismos el poderío económico que proviene de la acumulación de riqueza, dado que, cuando este se agrega a la fuerza gremial, corrompe la función de sus dirigentes e instituye poderío político”
Una batería de leyes anti-obreras
Si uno revisa la tapa de los diarios de los primeros meses de la dictadura de 1976, va a encontrar junto a los titulares de “extremistas abatidos”, otros como “suspenden derecho a huelga”, “intervienen sindicatos”, “fijan pautas para reformar la legislación de trabajo”.
El 1 de abril de 1976 la primera resolución adoptada por el nuevo ministro de trabajo Horacio Tomás Liendo consistió en la intervención de 12 importantes organizaciones sindicales: Federación de Obreros Telefónicos, Unión Obrera Metalúrgica, Unión Obrera de la Construcción, Federación Argentina de Trabajadores de Prensa, Sindicato de Petroleros del Estado, Asociación Obrera Textil, Federación de la Industria de la Carne, Federación de Vendedores de Diarios, Federación de Estibadores Portuarios, Sindicato de Mecánicos y Afines, Sindicato de Trabajadores de Talleres y Astilleros Navales, Sindicato de Empleados y Obreros Petroquímicos de Rosario.
Una serie de normas establecieron el congelamiento de la actividad gremial. Llamativamente tres leyes fueron sancionadas por decreto el mismo día del golpe, lo que habla de una planificación detallada de las medidas contra el movimiento obrero: la Ley 21.261 que suspendió el derecho de huelga; la Ley 21.263 que eliminó el fuero sindical y la Ley 21.259, que reimplantó la Ley de Residencia, en virtud de la cual todo extranjero sospechoso de atentar contra la “seguridad nacional” podía ser deportado; las tres con fecha 24 de marzo de 1976.
Mas tarde se sancionaron: La Ley 21.356 de julio de 1976, que prohibió la actividad gremial, es decir asambleas, reuniones, congresos y elecciones, facultando al Ministerio de Trabajo a intervenir y reemplazar dirigentes dentro de los establecimientos fabriles. La Ley 21.400 del 9 de septiembre de 1976, denominada de “Seguridad industrial”, que prohibió cualquier medida concertada de acción directa, trabajo a desgano, baja de la producción, estableciendo penas de hasta diez años de prisión. La Ley Sindical 22.105 sancionada el 15 de noviembre de 1979, derogó la de Asociaciones Profesionales 20.615 dictada por el gobierno constitucional previo, y terminó por legalizar la intervención extrema del estado dictatorial, socavando las bases institucionales y financieras del poder sindical.
El comunicado N 58 de la Junta Militar dispuso la intervención de la CGT. Luego se designó un interventor militar que ocupó la sede central de la CGT. Ese cargo fue renovado periódicamente, nombrándose a otros jefes del Ejército para cubrirlo.
Distintas líneas en la CGT
En el sindicalismo tradicional, hubo dos líneas de acción. Por un lado, un sector de dirigentes que cultivaron una relación de cercanía con la dictadura, y por otro, líderes moderados cuya posición se fue radicalizando. Aunque no fueron bloques homogéneos, porque a veces, acercamiento o confrontación, eran parte de una misma estrategia.
Y esta combinación de fuerza y negociación, la vamos a ver en el movimiento obrero tomado como conjunto, donde algunos dirigentes por momentos aparecen en el sector dialoguista con los militares y luego pasan a confrontativos, y viceversa.
Según recuerda Eduardo Vior en una nota de Miradas al Sur: “desde el mismo golpe comenzó la resistencia, aunque inconexa y sin unidad. Ya en marzo de 1977 se formó una primera “Comisión de los 7” a la que se adhirieron otros sindicatos, hasta conformar en 1978 la “Comisión de los 25” que en junio de ese año fundó su brazo político semiclandestino, el Movimiento Sindical Peronista (MSP). Se reunían en varios locales y casi nunca todos juntos. Uno de sus principales refugios era el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) de la Compañía de Jesús, en el actual barrio de Las Cañitas, donde el Padre Jacinto Luzzi coordinaba las reuniones. Con paciencia y constancia, entre 1977 y 1978 reunió a dirigentes sindicales opositores de las más diversas corrientes.”
La lucha de Luz y Fuerza, y la desaparición de Oscar Smith
El 4 de octubre de 1976 son despedidos 264 trabajadores, de la empresa SEGBA, entre los que se contaban todos los miembros de la conducción sindical, delegados y activistas, incluido Oscar Smith. Reunido el Consejo Directivo de Luz y Fuerza en clandestinidad resuelve convocar un paro con movilización para el día siguiente frente al local sindical en Defensa y Belgrano. Mas de mil trabajadores se movilizaron pacíficamente, ante un amenazante despliegue de la Policía Federal.
El Buenos Aires Herald, en su editorial del 18 de octubre de 1976, decía: “El resultado de la huelga de los trabajadores de Luz y Fuerza, será el que decida quién está gobernando el país: las Fuerzas Armadas o los sindicatos peronistas. Un importante principio está en juego: ¿es el gobierno militar lo suficientemente fuerte como para imponer su voluntad al poderoso sindicato?”
El editorial del Buenos Aires Herald (que se editaba en inglés) era revelador del pensamiento del establishment de la época. Luz y Fuerza fue y sigue siendo uno de los gremios más poderosos de la Argentina. En esos años tenía 60 mil afiliados en todo el país, varios hoteles de turismo social, red de centros de salud, cooperativas de vivienda y consumo. Se suele decir “tienen el poder de bajar la palanca”, y dejar sin luz a una ciudad o el país entero.
Por lo tanto, el choque de Luz y Fuerza con la dictadura de Videla-Massera en los primeros meses de su gobierno, no era un tema menor. Como bien lo describía el Buenos Aires Herald, ponía en juego todo el poder dictatorial. No era la guerrilla la que ponía en peligro el poder de los militares, era justamente el movimiento obrero organizado, y a través de un sindicato que no era de izquierda, sino que estaba dirigido por la lista Azul y Blanca de larga tradición peronista. Esto explica porque, finalmente Luz y Fuerza, pagó la afrenta con el secuestro y asesinato del principal dirigente del conflicto el “Gato” Oscar Smith.
El conflicto siguió noviembre y diciembre. Los trabajadores iniciaron una mecánica de lucha de trabajo a reglamento, o trabajo a tristeza, es decir el incumplimiento de habituales ritmos laborales. A veces, irrumpían tropas militares en los sectores de trabajo, y a los gritos, intentaban acelerar las tareas. Los trabajadores no ofrecían resistencia, pero se movían con una lentitud que exasperaba a los oficiales al mando, hasta que se cansaban y se retiraban. En simultaneo, aparecían pequeños desperfectos en máquinas y líneas, que no se podía distinguir, si eran accidentes normales o sabotajes. Durante todos estos meses los dirigentes de Luz y Fuerza vivían prácticamente semi-clandestinos, cambiando de sitios donde dormir todas las noches.
A fin de diciembre de 1976, Smith logró la libertad de 60 sindicalistas presos, entre ellos Adalberto Wimer, que había sido encarcelado el mismo 24 de marzo de 1976.
Finalmente, el 8 de febrero se llegó un principio de acuerdo entre el gobierno y el sindicato. Oscar Lescano anunció un cese de hostilidades, y el grupo directivo bajo la guardia, volviendo a dormir en sus domicilios habituales.
En la mañana del 11 de febrero cuando salía de su casa de Villa Dominico para viajar ese mediodía Mar del Plata a reencontrase con su esposa e hija, dos Ford Falcon con individuos jóvenes que vestían jeans y zapatillas, bloquearon el auto de Oscar Smith y lo bajaron a golpes de culatazos.
El, junto a doce delegados de Luz y Fuerza, también secuestrados, no aparecieron nunca más.
La primera batalla importante de cuestionar el poder de la dictadura, había terminado mal para ambas partes. Los trabajadores ganaron el conflicto, pero la dictadura secuestro y asesino a un dirigente muy importante, de los que hoy se suelen llamar despectivamente “de los gordos”.
El repliegue del 76 y avances del 77
Las huelgas y otras medidas de acción directa son equiparadas a las prácticas subversivas porque perjudican la producción nacional. A pesar de todo ello y de la ley de prescindibilidad, de las detenciones y desapariciones, ya en el último cuatrimestre del 76 se producen paros en diversos sectores laborales, especialmente de los estatales. Trabas en el funcionamiento de las empresas, trabajo a desgano y huelgas se suceden en Luz y Fuerza, Ferrocarriles, Vialidad, etcétera.
Los estudios sobre los conflictos por establecimientos fabriles (se menciona 90 conflictos en 1976 y 100 en 1977) se concluye que, en su gran mayoría, se trataba de disputas por salarios o condiciones de trabajo específicas de plantas o sectores. Es decir que no había un planteo de tipo político anti-dictadura, sino una defensa de los intereses puntuales de ese sector de trabajadores.
Por el Decreto 385, de febrero del 77, el Gobierno busca debilitar las organizaciones de los trabajadores, privándolas de los aportes de los no afiliados y exigiendo la reafiliación para continuar en los sindicatos. Es decir, pretende dejarlos sin plata y sin gente.
Una reafiliación poco numerosa mostraría su escasa representatividad. Sin embargo, los trabajadores se reafilian masivamente. Más aún, en algunos sectores aumenta el porcentaje de afiliados. Esto demuestra claramente que la clase trabajadora, a pesar de la represión y los inconvenientes, legitima, no tanto a los dirigentes cuanto a los sindicatos mismos, como instrumentos válidos para la defensa de sus intereses. Expresan además con ello una protesta contra la ilegalidad a que están sometidos. Vemos en esto un síntoma de la madurez de conciencia social alcanzada por los trabajadores. Si el repliegue ante el nuevo gobierno denotaba de algún modo la actitud negociadora, los conflictos de fines del 76 y la reafiliación sindical a comienzos del 77 señalan la actitud de enfrentamiento.”
Dos etapas de lucha
Los pocos historiadores que han escrito sobre este periodo coinciden en marcar dos etapas en las luchas obreras, la primera de marzo del 76 hasta abril del 79. Y la segunda, desde la primera huelga nacional del 27 de abril, hasta el retorno a la democracia en 1983.
Hasta 1979, el sindicalismo dio una lucha centrada en defensa de sus conquistas sectoriales. Luego a partir del nucleamiento de “los 25” y el Movimiento Sindical Peronista, se pasa a una acción de conjunto, con contenido e identificación política. El MSP retoma la tradición de las "62 Organizaciones”, disueltas en marzo del 76. y reivindica la necesidad de la política para defender las conquistas sindicales.
Por lo tanto, los primeros dos años de dictadura aún con intervenciones militares de por medio y represión, la primera actitud de la dirigencia sindical fue concentrarse en defender los intereses de sus afiliados. Y eso, como en todas las épocas, se hizo combinando fuerza con negociación.
La Comisión de los 25 convoca paro nacional para el 27 de abril de 1979
A inicio de 1979 se habían conformado dos agrupamientos sindicales: la “Comisión Nacional de los 25” que tenía una posición confrontativa con el gobierno militar y la “Comisión Nacional del Trabajo” CNT con una posición dialoguista. Pero existían permanentes negociaciones, para recrear una organización única, que reemplazara a la CGT que estaba intervenida.
El sábado 22 de abril, los 25 se reunidos en el local de la Union Obrera Molinera, dan a conocer su decisión de convocar una “Jornada de Protesta Nacional” para el viernes 27 de abril. En dicha reunión se “dieron por agotadas las conversaciones con la CNT para establecer una estrategia común.” . La convocatoria a un primer paro nacional contra la dictadura se venía madurando desde hacía tiempo.
“ la Comisión Nacional de los 25 Gremios llama a todos los sectores nacionales a realizar el próximo 27 de abril una Jornada de Protesta Nacional en defensa de:
1) restitución del poder adquisitivo del salario y plena vigencia de la ley 14250
2) oposición a la reforma de la ley de asociaciones profesionales
3) oposición a la reforma de la ley de obras sociales
4) prescripción de la ley de prescindibilidad y reparo de los despidos masivos que origina
5) normalización sindical y de obras sociales
6) terminante oposición a las modificaciones de los aportes previsionales legales y convencionales
7) libertad para las actividades sindicales y derogamiento de las disposiciones limitativas
8) libertad de detenidos y esclarecimiento de los casos de sindicalistas desaparecidos
9) defensa de la economía producción e industria nacional
10) corrección de la política arancelaria”
Detienen a todos los integrantes de los “25”
En la tarde del 23 de abril veinte gremialistas pertenecientes a la “Comisión de los 25”, fueron detenidos por la Policía Federal, al abandonar la Dirección Nacional de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo, en Moreno 769, donde habían sido citados para ratificar o rectificar esa decisión. Fueron detenidos en el hall del edificio: Roberto García de taxistas; Carlos Cabrera de mineros; Enrique Mico del vestido; Jorge Luján de obreros del vidrio; Gerónimo Izetta de municipales; Fernando Donaires y Demetrio Lorenzo de alimentación; Natividad Serpa de obras sanitarias; José Rodríguez de SMATA; Raúl Crespi del SUPE; Saúl Ubaldini de cerveceros; Roberto Digon de tabaco; Delmidio Moret de la Federación de Luz y Fuerza; Víctor Marchese del calzado; Rodolfo Soberano de molineros; Raúl Ravitti de ferroviarios; Ramón Gaetani de aceiteros y Alberto Campos de la UOM. Asimismo, fueron detenidos varios gremialistas que se encontraban en un bar en la esquina de Moreno y Piedras aguardando que finalizará la reunión entre ellos el titular de la Federación de Camioneros Francisco Racicky y el dirigente aceitero Felipe Mascali.
Conscientes de que esto podía pasarles, los 25 habían armado un Comité de Huelga, con dirigentes de segundas líneas para que continuaran organizando el paro.
Años después, Roberto Digon recordó: “El juez de la causa buscaba definir quienes eran los cabecillas, así que decidimos hacernos cargo seis compañeros: Roberto García de taxistas, Mico del vestido, Castillo de conductores navales, Ravitti de ferroviarios, Demetrio Lorenzo de alimentación y yo. El juez Giletta nos procesó. Estuvimos nada más ocho meses en la cárcel de Caseros, (..) gracias a la presión política y a la presión internacional que fue muy fuerte, nos liberaron”.
A nivel político la jornada de protesta es el primer gesto público de enfrentamiento con el gobierno.
La jornada tiene lugar principalmente en el gran Buenos Aires, y algunas regiones del interior donde la participación es más bien escasa. La mayor intensidad del paro se registra en la zona de Rosario, un poco menos en Santa Fe, algo en Córdoba y casi nada en el resto del país.
CGT Brasil Saúl Ubaldini
En noviembre de 1980, desafiando la ley, los sindicatos «confrontacionistas» nucleados en la Comisión de los 25 recreó la CGT, eligiendo a Saúl Ubaldini (cerveceros) como secretario general y Fernando Donaires (papeleros) como secretario adjunto. Otros sindicatos y dirigentes fueron Roberto García (taxistas), José Rodríguez (automotores), Roberto Digón (tabaco), Osvaldo Borda (caucho), Ricardo Pérez (camioneros), Carlos Cabrera (mineros). Por su parte, las corrientes dialoguistas se mantuvieron al margen y crearon en abril la Intersectorial CNT-20.
La central fue conocida como «CGT Brasil» por encontrarse su sede en la calle Brasil del barrio porteño de Constitución.
La CGT Brasil nació desafiando la ley sindical recién sancionada que había disuelto la Confederación General del Trabajo y prohibía la conformación de centrales sindicales.
La CGT Brasil estableció un vínculo estrecho con el Equipo Pastoral Social de la Iglesia Católica, encabezado por monseñor Justo Laguna.
Paro SMATA 17 de junio 1981
El creciente descontento por los despidos y suspensiones en las fábricas automotrices, motivo a la conducción no legal del SMATA (estaba intervenido) a convocar un paro con movilización el 17 de junio de 1981.
Sus dirigentes José Rodríguez, Roberto Santa Cruz, Delfor Magliotti, y Daniel Rafanelli fueron detenidos.
Aunque varias seccionales del interior no adhirieron el paro tuvo importante adhesión en el cordón industrial de GBA.
Cerca de 1200 trabajadores que se convocaron en la sede de SMATA en Avenida Belgrano, fueron detenidos. Ante la amenaza de un nuevo paro la totalidad fueron liberados a las 48 horas.
Segundo Paro Nacional CGT 22 de Julio 1981
El 22 de julio de 1981 hubo un nuevo paro general, esta vez convocado por la CGT por la “plena vigencia del estado de derecho”, la recuperación del aparato productivo y de los niveles de los salarios”
Fueron detenidos Lesio Romero carne, José Rodríguez (Smata) y Ricardo Pérez Camioneros
Marcha a San Cayetano Pan, Paz y Trabajo” 7 de noviembre 1981
La mañana del sábado 7 de noviembre de 1981, una nutrida columna de diez mil trabajadores encabezada por Ubaldini avanzó con la consigna “Pan, Paz y Trabajo” por las calles del barrio porteño de Liniers con destino a la Iglesia de San Cayetano, donde se celebraría una misa.
Como había advertido el día anterior, la policía intento disolver la marcha a la altura de la cancha de Vélez Sarsfield, pero la represión fue quebrada por la columna de trabajadores que logró llegar a la iglesia, donde se realizó un acto que se convirtió en una fiesta popular donde los cantos de los feligreses se mezclaron con las consignas contra la dictadura gritadas a voz de cuello.
Por primera vez en las calles argentinas van a sonar las consignas: Se va acabar la dictadura militar y C-G-T coreadas insistentemente.
La misa en un patio afuera de la capilla la celebro el padre Humberto Bellone cuya homilía fue interrumpida por aplausos varias veces
Al finalizar se cantó la marcha peronista y las consignas: ¡Libertad! ¡Libertad! y ¡Se siente, se siente, el pueblo está presente!
Marcha del 30 de Marzo 1982
El 6 de marzo de 1982 se realizan en el centro de Buenos Aires, una marcha de apoyo a la CGT que es reprimida por la policía.
El 19 marzo se realiza una marcha de más de mil personas militantes de los organismos de DDHH que es primer marcha de ese espacio que cuenta con un número importante de participantes.
El día 20 de marzo se conoce el despido de tres mil trabajadores de la empresa FORD
El 30 de marzo la CGT Brasil convoca a la gran movilización contra la dictadura militar.
El 2 de abril son recuperadas militarmente nuestras Islas Malvinas y se abre un paréntesis hasta la derrota militar del 14 de junio.
Pero el 22 de septiembre de 1982 la CGT Brasil convocó a una nueva huelga general con movilización a Plaza de Mayo bajo el lema «Paz, Pan, Trabajo», con alto acatamiento.
El 6 de diciembre de 1982 las dos CGT realizaron una huelga general apoyada por la Multipartidaria, que tuvo acatamiento total.
El 16 de diciembre las dos CGTs participaron en la Marcha de la Multipartidaria por la Democracia reclamando elecciones, con la participación de más de cien mil personas, donde fue asesinado el obrero metalúrgico Dalmiro Flores, afiliado a la UOM.
El 22 de septiembre de 1983 la CGT Brasil participó en la Marcha de la Resistencia organizada por las Madres de Plaza de Mayo.
Dos meses después de reconquistada la democracia (10 de diciembre de 1983), en febrero de 1984 la CGT Brasil se reunificó con la CGT Azopardo reestableciendo la unidad de la CGT, que sería normalizada mediante el Congreso de 1986. Como secretario general fue elegido Saúl Ubaldini.
La lucha del Movimiento Obrero Organizado de 1976 a 1983 ha sido injustamente olvidada aun por los propios sindicatos que deberían reivindicar su papel sin el cual no hubiese sido posible terminar con la dictadura y recuperar la democracia.
*Aldo Duzdevich
Autor de La Lealtad- Los montoneros que se quedaron con Perón y Salvados por Francisco
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