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Villa Ceferino: la guerra narco no da tregua

La popular barriada tiene una geografía apta para criminales. Desde hace varias décadas está sumida en una disputa narco que tiene a los vecinos aterrorizados.

Pepita, el Gordo Fede, el Choncho Guerrero, los Mellis Lorca, los Hueveros, la Karol Infante, el Gordo Grossenbacher, los Angelof y el Negro Wenzel son parte del elenco estable de narcos que se dirimen a puro plomo el territorio en Villa Ceferino.

La popular barriada y su área de influencia, Islas Malvinas, Progreso y Bardas Soleadas, hace varias décadas que se han convertido en una villa narco donde los vecinos son rehenes de las dinámicas propias del narcomenudeo.

Entre marzo y abril de 2015 recorrí a pie Villa Ceferino durante casi dos semanas y pude identificar unos diez kioscos de venta de drogas.

Hubo días que los caminaba charlando con algún vecino, otros con un policía de civil y otros con gente vinculada al ambiente que me mostraron lo activa que era la venta de drogas.

En ese entonces, los chorros y los transas, como se les denominaba a los vendedores de drogas, estaban en veredas opuestas. El chorro aludía tener mejor estatus criminal que el transa al que consideraban una lacra porque les arruinaba la vida a los pibes con el faso (marihuana) y la merca (cocaína).

Con el tiempo la delincuencia neuquina recapituló y al observar el rédito económico que dejaba la droga devinieron en polirrubro. Villa Ceferino fue escenario de esa transformación.

Ahora, volvimos recorrer la barriada donde reina la cocaína y las balas. Nada parece haber cambiado, salvo que algunos narcos están más viejos, otros más arruinados, pero casi todos siguen adelante con sus emprendimientos criminales y familiares que en la actualidad muestran su faceta más violenta.

villa ceferino narcos

Una geografía apropiada para criminales

La popular barriada, ubicada en la zona centro oeste, está al pie de la meseta neuquina y presenta una geografía laberíntica muy propicia para el accionar delictivo.

Posee calles cortas y estrechas, algunas sin salida, pendientes pronuncias y giros inesperados. La entrada puede ser sencilla, pero la salida no tanto. Un foráneo la puede pasar muy mal si se ve enredado en algún entrevero.

Todos estos accidentes geográficos son de mucha utilidad para los narcos ya que con los soldaditos apostados en las calles cualquier irrupción policial es advertida y brinda el tiempo suficiente como para deshacerse de armas y drogas, pero también para emprender una huida.

En ese territorio hostil, el trabajo de la brigada de investigaciones es clave y arriesgado porque ningún rostro pasa inadvertido para los pibes que responden a los narcos. Por este motivo los pesquisas deben recurrir a distintos ardides para prosperar en las investigaciones.

Es tal el terror que generan estas bandas que los vecinos tienen una suerte de toque de queda implícito cuando cae el sol. No obstante, el recrudecimiento de la violencia ha llevado a que se produzcan tiroteos o balaceras a cualquier hora del día.

El daño colateral es un riesgo que se permiten los gatilleros del narcomenudeo, de hecho, mostramos la semana pasada un video del feroz ataque a tiros que padeció una casa en Villa Ceferino. Y este viernes hubo otro enfrentamiento a media mañana que terminó con un joven internado en el hospital con una herida de bala en la zona de la ingle.

villa ceferino narcos

Las bandas de ayer y hoy

Desde fines de la década de 1990 Villa Ceferino está a merced del manejo de grupos criminales. Durante años los que hicieron pata ancha en el sector del morro fueron los Caciques Hernández que tuvieron vínculos muy estrechos con el gobierno de Jorge Sobisch, dato que confiaron viejos policías y funcionarios. Todo se sabe más tarde que temprano.

Devenidos en desgracia los Caciques, al juego se sumaron varios se ganaron un lugar a lo guapo. En el relevamiento que realicé en 2015 los narcos de turno eran: los Gitanos, los Rosarinos, los Hueveros, los Seguel, el Turco, la Gorda, el René, la Chonchona, la Bolita y Pepita.

Entre ellos se repartían el territorio y las áreas lindantes, pero cuando uno ponía un pie en una zona que no le correspondía el límite se demarcaba a puro plomo como pasa en la actualidad.

villa ceferino narcos

En 2025, diez años después, el narcomenudeo sigue más vigente que nunca.

El Choncho Guerrero opera en la zona de Castelli y Combate de San Lorenzo. Los Mellis, comandados desde la cárcel por el Tatín Lorca, están firme en la zona de Lago Lolog y Abraham.

Los hueveros, encabezados por el Coquito Martínez que está bastante venido a menos, tiene su base en Pedro Moreno y Rawson.

El Gordo Fede está en Castelli casi Catriel y Pepita en el Islas Malvinas donde no solo comercializa, sino que también se dedica a “guardar” tanto pibes que están metidos en enredos como armas vinculadas a distintos hechos.

En el barrio Progreso, los Angelof son bravos y están firmes. En tanto el Negro Wenzel es sumamente territorialista y está junto a su banda instaladísimo en el barrio Atahualpa.

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La Karol Infante, asentada en el sector Estrella casi pegado al barrio Melipal, está en guerra con el Gordo Grossenbacher.

Estos son los bandos que participaron en el tiroteo del viernes. La zona caliente es la plaza “El amanecer de los niños” ubicada en Tarrué, Cipolletti y Acosta. En los allanamientos que les hicieron a estos grupos secuestraron desde tumberas, municiones de distintos calibres y al menos una molotov. Es decir, están dispuestos a todo.

Todos estos personajes del narcomenudeo tienen antecedentes de todo tipo, desde violencia de género, abuso de armas, robos y vinculaciones con homicidios.

A casi todas estas bandas los abastecía de cocaína el paraguayo Alexis Torales Portilla quien cayó a fines de septiembre del año pasado, pero por una desinteligencia lo dejaron libre y se fugó antes de que le requisaran el auto donde tenía envainados 37 kilos de cocaína. El mayor cargamento de esta droga dura que secuestrado en la capital neuquina.

La caída del paraguayo fue parte de una movida del mundillo narco que contaremos en otra ocasión y que va a tener su vuelta.

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Armeros: del Edu al Bambucha

En estas tierras de nadie donde a la vuelta de la esquina puede aparecer un rival, andar armado es parte de la supervivencia. En este habitad tan hostil hay sujetos sumamente preciados: los armeros.

Ellos se encargan de conseguir, alquilar, empeñar y reparar armas. Además, recargan proyectiles sin importar el cliente.

Incluso, suelen brindar consejos como teflonar las balas para que no queden estrías en el proyectil y así evitar que el arma pueda ser relacionada con otros hechos. Acá nadie come vidrio.

En Villa Ceferino hubo un histórico armero, el Edu. En el rubro comenzó a los 16 años, a espaldas de sus padres, que eran asiduos concurrentes a la iglesia evangélica.

El Edu no solo se manejaba con las bandas del barrio sino que tenía otros clientes pesados como los Santana, los Champú y la troupe de pibes que encabezaba el Kikín Sotelo en el oeste neuquino.

La profesión real obviamente no era armero, sino tornero, pero le redituaba mucho más trabajar con los fierros. Además, por su conocimiento podía fabricar algunas piezas necesarias para arreglar las armas.

Y como una cosa lleva a la otra, el Edu aprendió que acopiando algunas armas podía montar un pequeño negocio de alquiler a cambio de parte del botín en caso de un robo o dinero efectivo si el chumbo lo requerían para otros quehaceres. ¿Se entiende?

El Edu quedó complicado judicialmente cuando asesinaron de un tiro en la cabeza al pequeño Rodrigo Gallardo en septiembre de 2013 en Villa Ceferino. Siempre se sostuvo que él fue quien proveyó la pistola 9 milímetros utilizada por el asesino y que a cambio recibió una moto Mondial gris. Al salir a la luz el homicidio, habría mandado a guardar la pistola en una toma del oeste.

Días después, el gesto de un pesquisa que lo llevó hasta el hospital a ver a su esposa que acaba de dar a luz, ablandó al armero, que a las pocas horas y en el interior de un buzo negro entregó en la Comisaría tercera al fiscal Ignacio Di Maggio la pistola utilizada para matar a Rodrigo. Sólo se limitó a decir: “Con ésta lo mataron al pibe. Ahora investiguen ustedes”.

La 9 milímetros había sido robada a un efectivo policial en jurisdicción de la Comisaría tercera dos semanas antes del crimen. El armero admitió haberla comprado por 1.200 pesos al joven que la robó.

El Edu estuvo mucho tiempo en contacto con la Policía para que le protegieran la familia y de acuerdo con lo relatado por un pesquisa hace ya unos años que desapareció de la zona.

Balacera en Villa Ceferino.mp4

Su lugar fue tomado por otro joven, pero este no solo tiene habilidades similares para las armar y recargas de cartuchos, sino que es extremadamente violento y hasta hace las veces de gatillero. No se priva de nada.

Se lo conocen por el apodo de Bambucha y de acuerdo a la información que maneja LM Neuquén, la Justicia y la Policía, sería el joven que el 3 de enero pasó en un Fiat Palio blanco disparando 15 tiros a una casa ubicada en Doctor Ramón y Quezada de Villa Ceferino.

Del lugar se levantaron vainas, hay videos y hasta se secuestró el vehículo utilizado, pero a la hora de la ampliar la denuncia los vecinos del sector optaron por el silencio. Como dije, reina el temor y callar es una forma de sobrevivir.

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