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Tiempo de arañas pollito: atemorizantes pero inofensivas para el ser humano

Las arañas del género Grammostola, más conocidas como "arañas pollito" o "tarántulas", son inofensivas para los humanos, y poseen un veneno que puede causar a lo sumo, picazón.

Asustan. Grandes como la mano de un adulto, con sus patas largas y cuerpo cubierto de pelos, son suficiente motivo para generar terror. Algunos se asustan al verlas y afirman que les corre un escalofrío por la espalda que los paraliza. Un padecimiento caracterizado como fobia.

Otros más valientes las matan o las atrapan para tenerlas de mascota.

Pero que no cunda el pánico; las arañas del género Grammostola, más conocidas como “arañas pollito” o “tarántulas”, son inofensivas para los humanos y poseen un veneno que puede causar, a lo sumo, picazón. Además, integran un eslabón necesario para mantener el equilibrio de la cadena natural, dado que ingieren otros insectos y pequeños roedores.

En la zona costera rionegrina se han visto en las últimas semanas numerosos ejemplares de esta especie, especialmente en los sectores rurales. Aparentan ir sin rumbo, pero responden a un mandato de la propia naturaleza: son machos y andan en busca de pareja para reproducirse.

La explicación fue brindada por la fundación Inalafquen, abocada a la defensa del medio ambiente, y con sede en San Antonio. A través de la página de Facebook de la institución, aclararon que estos arácnidos “No son de peligro”, ya que su veneno “sólo daña a insectos”. “Puede defenderse si se siente amenazado, pero no salta”, agregaron.

Mediante FM Municipal profundizaron la información con que se cuenta hasta el momento, pues se trata de una especie “no muy estudiada”, a diferencia de otras similares de la familia que habitan más al norte.

En busca de amor

Con el arribo del calor, es habitual toparse con arañas pollito cuando se transitan las rutas que circundan la región atlántica.

A lo lejos se percibe sobre el pavimento una mancha oscura que se desplaza lentamente. Más próximo al objeto, se distinguen sus patas largas y peludas; es casi inevitable no realizar alguna exclamación de asombro. Son machos en busca de hembras para copular. Desde Inalafquen señalaron que la temporada se da entre octubre y diciembre.

Sucede que ellas, al alcanzar la adultez, llevan una vida sedentaria, confinadas a las cuevas que construyen en la tierra. Sólo salen cuando cae el sol en busca de alimento: su dieta se basa en otros insectos o pequeños roedores y son vitales para regular la propagación y mantener el equilibrio biológico.

Tras el apareamiento, el macho sigue su camino. La hembra pondrá los huevos en un nido que acolchona con su propia telaraña y al llegar febrero, comenzarán a nacer las crías.

Si bien se las ve habitualmente en áreas de campo, se han conocido casos de ejemplares hallados en áreas urbanizadas, como en barrios de la periferia del casco urbano.

Mecanismos de defensa y el enemigo letal

Para capturar a sus presas y como mecanismo de defensa, este tipo de araña inyecta su veneno paralizante. Otra herramienta para ahuyentar a sus enemigos es un “parque de pelos” que lleva sobre el dorso. Cuando se siente amenazada, frota la zona con sus patas y libera “cepas urticantes” que pueden ser letales para otros animales pequeños.

“Si no se las molesta no hacen nada”, resaltaron desde Inalafquen.

En tanto, las avispas son sus enemigos más impiadosos. Las acosan hasta conseguir depositar sus huevos en el cuerpo de la araña, y al nacer la larva, esta es devorada viva.

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